<p>A finales de la década de los años 80, <i>No me chilles que no te veo</i> fue una comedia que se convirtió en un éxito de taquilla. Un concepto que bien podría describir muchos momentos de la vida política española, por ejemplo, las sesiones de control de cada miércoles. Los cara a cara entre <a href=»https://www.elmundo.es/e/pe/pedro-sanchez.html»>Pedro Sánchez</a> y <a href=»https://www.elmundo.es/e/al/alberto-nunez-feijoo.html»>Alberto Núñez Feijóo</a> dan muestra del grado de polarización existente. El líder del <a href=»https://www.elmundo.es/e/pp/pp-partido-popular.html»>PP</a> busca erosionar al presidente del Gobierno, sobre todo con temas como la corrupción y las investigaciones a su entorno. El Gobierno y Sánchez denuncian una «campaña de deshumanización» y una «persecución y acoso» a sus familiares. En esta tesitura, el jefe del Ejecutivo ha tomado una decisión: ignorar las acusaciones de Feijóo cada miércoles para centrarse en temas y debates que interesen al Ejecutivo. Una vuelta al no me chilles que no te veo.</p>
Moncloa busca evitar «caer en la trampa» de hablar de los temas que quiere Feijóo, «que son que vivimos sumidos en la corrupción y el caos general»
A finales de la década de los años 80, No me chilles que no te veo fue una comedia que se convirtió en un éxito de taquilla. Un concepto que bien podría describir muchos momentos de la vida política española, por ejemplo, las sesiones de control de cada miércoles. Los cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo dan muestra del grado de polarización existente. El líder del PP busca erosionar al presidente del Gobierno, sobre todo con temas como la corrupción y las investigaciones a su entorno. El Gobierno y Sánchez denuncian una «campaña de deshumanización» y una «persecución y acoso» a sus familiares. En esta tesitura, el jefe del Ejecutivo ha tomado una decisión: ignorar las acusaciones de Feijóo cada miércoles para centrarse en temas y debates que interesen al Ejecutivo. Una vuelta al no me chilles que no te veo.
Esta decisión ya la puso en práctica el pasado miércoles el jefe del Ejecutivo: «Mire, señor Feijóo, yo sé por dónde quiere usted ir. Sé lo que pretende pero no nos va a provocar, no nos va a provocar. Y voy a responder a su pregunta». En La Moncloa no ha pasado desapercibido que el PP ha iniciado el curso político con un tono muy duro. Pero creen en el complejo presidencial que en este tramo final de la legislatura, al menos en estos momentos, los debates y temas que existen les benefician y la táctica que ha decidido Sánchez es ignorar los ataques de Feijóo para llevar la dialéctica a un terreno que creen más favorable.
«El presidente cree que la manera de no alimentar la campaña de deshumanización que lidera el PP es que Feijóo hable de los temas que nos interesa a nosotros y no caer en la trampa de sus temas, que son que vivimos sumidos en la corrupción y el caos general», reflexionan desde el equipo del jefe del Ejecutivo. Mientras Feijóo describió las investigaciones judiciales que cercan al propio presidente y al Gobierno, éste contraatacó defendiendo los avances económicos y el compromiso del Ejecutivo con las causas sociales y el derecho internacional humanitario.
«El PP intenta que perdamos los papeles y, en el fondo, su campaña persigue que le demos vuelta a si merece la pena seguir. Nuestra respuesta es clara: por supuesto que vale la pena seguir. Y, además, se lo decimos con dientes, dientes, que es lo que más les jode» exponen fuentes gubernamentales, en alusión a la célebre puesta en escena y frase de Isabel Pantoja cuando, junto a Julián Muñoz, era perseguida por los periodistas y sonreía.
No se trata de que Sánchez y el Gobierno no vayan a dar respuesta a las acusaciones que puedan verter Feijóo u otros líderes, sino que la intención del jefe del Ejecutivo es «no entrar en eso» y desplegar su agenda de Gobierno. Pero habrá respuesta y habrá confrontación dialéctica con el PP. Puntales como los ministros Óscar López y Óscar Puente seguirán desenvolviéndose con contundencia y dureza frente a los populares.
El análisis que hacen en el núcleo duro de Sánchez es que ante la dureza del discurso del PP y la alusión a la corrupción, a la prostitución o a la situación judicial de la esposa del presidente del Gobierno -hasta al titular de Exteriores, José Manuel Albares, le sacaron a Begoña Gómez el pasado miércoles- está, dicen, su indefinición antes temas que han puesto ellos sobre la mesa, como el pacto de Estado frente a la emergencia climática o definir como «genocidio» lo que está sucediendo en Gaza. «No tienen una postura razonable en estos asuntos». Lo quiso dejar en evidencia ayer el propio Sánchez en un acto del PSOE en Málaga junto a María Jesús Montero: «¿Qué tiene que decir la oposición ante la barbarie en Gaza? No dice nada».
«Su campaña de deshumanización es una cortina de humo porque no son capaces de posicionarse en ninguno de los temas que hay en agenda. Necesitan de shows para no hablar de otros temas», dicen en el Gobierno.
Sánchez busca blindarse frente a esa «campaña de deshumanización» con la decisión de «no alimentar» la estrategia del PP, pero es cierto que en el Gobierno se monitoriza y se estudia el impacto de la estrategia y la acción de los populares. La conclusión que tienen, a día de hoy, es que quienes comulgan con esas ideas ya no les votaban, mientras que en el electorado progresista se produce un cierre de filas con Sánchez y el PSOE por los reiterados ataques.
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