<p>Cada noche, sobre la península de Macao los casinos se encienden como constelaciones artificiales, transformando la ciudad en un tablero de luz dominado por una suerte aleatoria que es la identidad, la riqueza y la condena de un lugar que durante medio siglo ha sido el patio de recreo de China.</p>
La pandemia afectó a la economía de un territorio que depende en un 80% del juego. Ahora China quiere diversificar su modelo económico
Cada noche, sobre la península de Macao los casinos se encienden como constelaciones artificiales, transformando la ciudad en un tablero de luz dominado por una suerte aleatoria que es la identidad, la riqueza y la condena de un lugar que durante medio siglo ha sido el patio de recreo de China.
La prosperidad alimentada por el juego ya no es suficiente en la excolonia portuguesa. La pandemia, que apagó el ruido de unas fichas que sostienen el 80% de una economía sin cimientos más allá del azar, fue el primer aviso.
Después, desde Pekín, el gobernante Partido Comunista, que llevaba tiempo mirando con recelo la extrema dependencia de Macao a la industria del juego, lanzó un ultimátum: diversificar el modelo económico o desaparecer.
Lo primero que hicieron las autoridades locales fue tratar de vender mejor el atractivo turístico de su herencia luso-china, de sus iglesias barrocas junto a templos taoístas. Luego, comenzó la apuesta por convertirse en un terreno fértil para las empresas de inteligencia artificial y biotecnología, en ser un nuevo gran centro de innovación, que es lo que quiere Pekín en busca de la ansiada autosuficiencia tecnológica.
La tercera pata es el turismo sanitario. Aquí es donde entra la última despampanante inauguración: un hospital turístico dentro de un resort de lujo que, a su vez, está dentro de un casino, el Studio City de Macao.
Esta semana fue la apertura y los medios locales lo han vendido como el primero de su tipo en el mundo: un hospital resort con equipos de resonancia magnética y tomografía computarizada, donde los turistas, entre medias de las tragaperras y del spa, pueden hacerse desde exhaustivos exámenes médicos hasta pasar por alguna cirugía plástica.
El resort es propiedad de Melco Resorts and Entertainment, una cadena hotelera con sede en Hong Kong. Su director ejecutivo, el multimillonario Lawrence Ho, ha explicado estos días que el nuevo hospital es un «concepto revolucionario» que pretende atraer turistas de todo el mundo. «Macao, que atrae a casi 40 millones de visitantes al año, ofrece una oportunidad incomparable para convertirse en un destino líder para el turismo médico», aseguró.
«Este proyecto se alinea con la estrategia de diversificación económica de Macao», continuó Ho. La multinacional que dirige es una de las seis que gestionan casinos en la ciudad -la mayoría de propiedad estadounidense- y a las que el Gobierno chino presionó el año pasado para que invirtieran 13.000 millones de dólares -bajo amenaza de no renovar licencias- en proyectos no relacionados con el juego.
Macao, que fue una colonia portuguesa durante más de 400 años antes de su entrega a China en 1999, se rige por el modelo de un país, dos sistemas, el mismo que el del vecino Hong Kong, que garantiza un cierto grado alto de autonomía durante 50 años. El Ejecutivo local mantiene altas competencias en lo referente a leyes y finanzas, mientras que Pekín maneja la seguridad, la propaganda y la política exterior. Esto permite que Macao, a diferencia del resto de China, siga siendo el centro de juego del mundo, por delante de Las Vegas en cuanto a ingresos brutos. El año pasado, según datos oficiales. los ingresos del juego en Macao aumentaron aproximadamente un 25%. La economía, por su parte, se expandió un 8,8%.
Hay 24 casinos que están en la península, conectada con la isla de Taipa, que luce su particular Strip como el de Las Vegas: 17 casinos repartidos por una inmensa avenida, Cotai Strip, flanqueada por réplicas de la Torre Eiffel, el Parlamento Británico, el Big Ben de Londres y los canales de Venecia, donde se encuentra el imponente Venetian Macao, la mejor atracción de la ciudad.
Que Macao tenga también su propia moneda (las patacas, aunque se puede usar el dólar hongkonés) ha permitido que grandes jugadores, entre ellos muchos funcionarios y empresarios de China, eludieran habitualmente los controles de salida de capital por parte de Pekín, además de usar los casinos para el lavado de dinero.
Fue un excontrabandista, Stanley Ho, quien llevó a que esta región autónoma china luchara por eclipsar a Las Vegas en la industria del juego. El magnate, que murió en 2020 a los 98 años, comenzó a abrir salas durante el dominio portugués y llegó a tener una veintena de casinos bajo su control en Macao, aunque perdió su monopolio en 2002, cuando la ciudad acogió a otros operadores que venían desde EEUU, como el del multimillonario Sheldon Adelson.
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