<p>«Lo dijimos»; «Sabíamos lo que iban a decir»; «normalidad»… En el Gobierno, la escenificación de la ruptura de <strong>Carles Puigdemont </strong>se ajustó a escenario que esperaban. «Una cosa son las declaraciones y otra lo que hay de fondo», exponía ayer por la noche a este diario un miembro del Gobierno. Se aferran a que el prófugo de la Justicia ha impuesto la ruptura pero no ha roto puentes. Y, como vaticinaban, no abraza una moción de censura con <a href=»https://www.elmundo.es/e/pp/pp-partido-popular.html»>PP</a> y <a href=»https://www.elmundo.es/e/vo/vox.html»>Vox</a>, que eso sí supondría tumbar al Ejecutivo. <a href=»https://www.elmundo.es/e/ju/junts-per-catalunya.html»>Junts</a> pasa a «ejercer oposición». «No cambia nada», analizaban desde La Moncloa, exponiendo que Junts «no era un socio de gobierno estándar» y que ya había que «trabajar votación a votación». De hecho, ya llevaba meses tumbando iniciativas importantes y sumándose en votaciones al PP y Vox.</p>
En Moncloa esperan generar un clima propicio para negociar de nuevo con los separatistas
«Lo dijimos»; «Sabíamos lo que iban a decir»; «normalidad»… En el Gobierno, la escenificación de la ruptura de Carles Puigdemont se ajustó a escenario que esperaban. «Una cosa son las declaraciones y otra lo que hay de fondo», exponía ayer por la noche a este diario un miembro del Gobierno. Se aferran a que el prófugo de la Justicia ha impuesto la ruptura pero no ha roto puentes. Y, como vaticinaban, no abraza una moción de censura con PP y Vox, que eso sí supondría tumbar al Ejecutivo. Junts pasa a «ejercer oposición». «No cambia nada», analizaban desde La Moncloa, exponiendo que Junts «no era un socio de gobierno estándar» y que ya había que «trabajar votación a votación». De hecho, ya llevaba meses tumbando iniciativas importantes y sumándose en votaciones al PP y Vox.
En el Ejecutivo prefieren ver el vaso medio lleno. «Si beneficia a Cataluña, hablaremos; si no, hasta luego», dijo Puigdemont sobre el rol que quiere que desempeñe ahora Junts en el Congreso. «Vamos a seguir llevando cosas [al Congreso] y medidas que van a ser buenas para España y para Cataluña. ¿Van a votarlas en contra? No pueden», es el horizonte que dibuja un destacado miembro del Gobierno. Entre esas medidas, los Presupuestos. La intención sigue siendo presentarlos, con inversiones y partidas atractivas para Cataluña, que les permitan articular el discurso de que un partido independentistas vota contra algo que, supuestamente, es beneficioso para esta comunidad.
Porque pese a la ruptura decidida por Junts, en el Gobierno siguen contando con ellos. En su radar siguen sus siete diputados, conscientes de que su debilidad parlamentaria hace que no puedan prescindir de ellos. De ahí que la reacción sea de guante blanco. «Máximo respeto por Junts y sus decisiones», es la reacción oficial. Otra cosa hubiera sido si Puigdemont hubiera dado el paso de subirse a una moción. Pero no romper todos los puentes les concede esa relación de cortejo. «Mano tendida», «diálogo», «acuerdo»… Son las palabras que brotan de los miembros del Gobierno.
En el Ejecutivo admiten que la relación con Junts siempre ha sido de «altibajos», pero confían en que «entre todos seremos capaces de superar esta situación». «La relación no es perfecta, pero tenemos que poner las cosas fáciles para que la convivencia sea llevadera», exponen fuentes gubernamentales. De ahí el buen tono en la reacción y la «mano tendida». «No decimos que sea teatro, es verdad que están enfadados y Puigdemont necesita marcar perfil propio. Pero hemos ido encontrando puntos de encuentro».
En los últimos días ha habido «inquietud» entre los socialistas, que se agarraban como náufragos en el mar a la boya de la incompatibilidad de Junts con Vox para sumar en una moción de censura auspiciada por el PP. «A Junts no le importa Madrid, le importa Cataluña. Sus pasos no se pueden interpretar desde la M30 sino desde Barcelona», es un análisis en el que coinciden varios miembros del Gobierno. «No creo que el electorado de Junts la haya votado para que entren Vox y el PP a gobernar», verbalizó Diana Morant, ministra de Ciencia y Universidades. Una moción de censura de Junts junto a PP y Vox, creen en La Moncloa «sería cavar su tumba en Cataluña. Sobre todo ahora que tienen a Alianza Catalana comiéndoles el cuello». «Son independentistas, pero no tontos», añade un ministro.
Así que superado, al menos de momento, ese Rubicón, Sánchez mantiene el discurso de querer agotar la legislatura, pese a que ya no cuente con un bloque de investidura que le garantice mayoría, sacar sus medidas. En la reunión de ayer a puerta cerrada de la Ejecutiva del PSOE, no se refirió a la posibilidad de un adelanto electoral y ninguno de los asistentes sacó tampoco el tema, según las fuentes consultadas por este periódico. Además, el presidente no trasladó a su cúpula ninguna preocupación por la posibilidad de que Junts consumara finalmente la ruptura, como se preveía, aunque en su entorno admitían que había cierto «nerviosismo» por el nuevo escenario político.
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