<p>El verde se ha convertido en el color de los récords empresariales. La<strong> inversión bajo criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés)</strong> dentro del tejido productivo no sólo crece, sino que alcanza cifras históricas. Sin ir más lejos, la financiación sostenible <strong>alcanzó en España los 65.700 millones de euros en 2024, un 8% más que el año anterior</strong>, según el Observatorio Español de la Financiación Sostenible (<strong>Ofiso</strong>). Es una señal inequívoca de que este tipo de inversiones ha dejado de ser un discurso edulcorado para ser un pilar de la competitividad industrial.</p>
Las grandes corporaciones se sitúan a la vanguardia de las mejoras en el ámbito ESG, con las pymes tratando de seguirles el paso. Las ayudas públicas siguen siendo claves para consolidar estos avances, así como las estrategias de eficiencia energética y contar con talento especializado.
El verde se ha convertido en el color de los récords empresariales. La inversión bajo criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés) dentro del tejido productivo no sólo crece, sino que alcanza cifras históricas. Sin ir más lejos, la financiación sostenible alcanzó en España los 65.700 millones de euros en 2024, un 8% más que el año anterior, según el Observatorio Español de la Financiación Sostenible (Ofiso). Es una señal inequívoca de que este tipo de inversiones ha dejado de ser un discurso edulcorado para ser un pilar de la competitividad industrial.
Y no sólo pasa aquí. Javier Molero, director de Proyectos y Agenda 2030 de Pacto Mundial ONU España, señala que «cada vez más empresas en el mundo reconocen que integrar principios ESG no es sólo cumplir con la normativa, sino una estrategia clave para crecer a largo plazo y gestionar riesgos de manera efectiva».
El cambio es global y sostenido. Según Capgemini, más del 82% de las organizaciones planea aumentar su inversión bajo estos criterios entre los próximos 12 y 18 meses. En España, más de la mitad de las pymes tiene previsto apostar por proyectos que van desde la eficiencia energética hasta los programas de bienestar laboral, así como mejoras en transparencia y gobierno corporativo.
Sin embargo, este impulso choca con una realidad: la ambición no siempre va de la mano de la planificación. Como advierte Molero, «aún hay un importante margen de mejora en términos de planificación» de estas inversiones. No en vano, según la Consulta Empresarial sobre Desarrollo Sostenible 2024, realizada por Pacto Mundial ONU España, sólo el 14 % de las empresas cuenta con una estrategia estructurada de financiación sostenible. La cifra escala al 32% entre las grandes compañías, lo que delata la profunda desigualdad entre la capacidad de las principales corporaciones y la de la pyme para ejecutar la transición.
Este desafío de planificación tiene, en gran medida, nombre propio: la complejidad regulatoria. Marcos normativos como la Taxonomía de Finanzas Sostenibles y el Reglamento SFDR son claves para dirigir la inversión, pero su despliegue supone una barrera para las pymes. «La regulación es necesaria para dar claridad a los inversores, pero el exceso de exigencias puede limitar su capacidad para invertir», advierte Molero, quien aboga por un mayor equilibrio, «dando las herramientas y recursos necesarios para cumplir la normativa».
Por otro lado, la cruzada de la Administración Trump contra el ESG generó cierto debate sobre un posible retroceso de la inversión verde, pero, según Molero, ese escepticismo no ha tenido impacto real: la demanda de estrategias sostenibles aún es fuerte, sobre todo, entre los inversores institucionales. Los hechos lo confirman: un 99% de líderes empresariales mantiene o amplía sus compromisos ESG. según CEO Study 2025, y el índice de energías limpias de Standard & Poor’s ha crecido un 28% en 2025.
CAMBIO DE TENDENCIA. En líneas generales, la inversión basada en estos criterios crece. Pero, ¿cuál de ellos es por el que más apuestan las empresas españolas? ¿Sigue siendo la sostenibilidad medioambiental la que acapara la mayor parte de la atención?
Ángel Alloza, CEO Corporate Excellence de la plataforma empresarial Centre for Reputation Leadership, especializada en la gestión de intangibles, detecta un cambio de tendencia. «Aunque el componente ambiental continúa siendo un foco esencial de inversión y actuación, se consolida una tendencia clara hacia una sostenibilidad más equilibrada y estratégica, donde la gobernanza adquiere un protagonismo creciente como base de credibilidad, coherencia y resiliencia corporativa», reflexiona.
Para ello, se apoya en un informe elaborado por su propia organización, Approaching the Future 2025, que analiza las principales tendencias en el panorama empresarial iberoamericano a partir de encuestas a más de 2.000 organizaciones. Según este documento, el 79,1% de las compañías destina recursos a iniciativas ambientales, el 68,5% a causas sociales y el 86,8% a acciones relacionadas con la buena gobernanza. Para Olloza, el nuevo escenario sitúa este último criterio como «un eje fundamental para garantizar el cumplimiento normativo, la ética corporativa y la confianza de los grupos de interés».
Sin embargo, hay informes que ni son tan optimistas ni evidencian un cambio de tendencia tan claro. El Monitor Empresarial de Reputación Corporativa de Iberoamérica (Merco) publica cada año un ránking de responsabilidad ESG que en su última edición lideraron ONCE, Inditex e Ikea. Esta clasificación parte de encuestas a la población general (9.257 en 2024) y a expertos empresariales en RSC (77).
Pese a las tímidas subidas en las valoraciones de la ciudadanía en las diferentes variables, los expertos perciben una ligera caída de los tres ámbitos ESG: del 1,4% en el ambiental, del 1,6% en el social y del 0,6% en el de buena gobernanza. Además, en ninguno de los tres campos se supera de media el 65%.
Germán Granda, director de una organización de referencia en lo relativo a sostenibilidad y responsabilidad social empresarial como Forética, sí observa que «la gobernanza ha cobrado mucho peso durante los últimos años» y que «en los criterios sociales es donde menos uniformidad hay». Más allá de eso, aboga por que cada compañía «encuentre su propio equilibrio para anticipar impactos, minimizar riesgos y aprovechar las oportunidades».
Se aproxima el final del programa de fondos europeos Next Generation EU. A 31 de agosto de 2026, es decir, en apenas nueve meses, se cumple el plazo de ejecución de los proyectos beneficiados con estas ayudas para sentar las bases de una Europa más sostenible, digital y resiliente. Es clave que la burocracia no impida, en el tiempo que aún queda, que todo lo concedido pueda utilizarse y, por tanto, no se pierda.
Según los datos del Gobierno, entre enero de 2021 y agosto de 2025 se habían adjudicado más de 56.700 millones de euros en recursos. Y aunque el Banco de España reconoce que el volumen de ejecución de los fondos en España ha sido, hasta ahora, inferior al esperado, sus «previsiones económicas del pasado 10 de junio dan por hecho que se gastarán todas esas transferencias», dicen desde BBVA. Eso sí, «esto exigirá una cierta aceleración en el despliegue de dichos fondos», reconocen fuentes del banco.
Las empresas están aprovechando estos fondos europeos para acelerar sus estrategias ESG, según el informe ¿Qué dicen 240.000 nuevas operaciones de crédito sobre el impacto de fondos NGEU?, de BBVA Research. «Los datos confirman que acompañan sus compromisos ESG con recursos financieros concretos», recoge. En ello coincide Pablo Bascones, socio responsable de Sostenibilidad y Cambios Climático de PwC, quien observa «diferencias relevantes entre sectores y tamaños de empresa». Así, «las grandes corporaciones, especialmente en sectores regulados como energía, infraestructuras o automoción, han empleado los fondos europeos (sobre todo, los del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia) en sus hojas de ruta de sostenibilidad», explica este experto. De este modo, se han financiado iniciativas de electrificación, eficiencia energética, despliegue de infraestructuras verdes y digitalización industrial, entre otros.
Bascones señala que el Perte de descarbonización industrial puede ser clave para hacer más sostenibles determinadas actividades industriales (papel, química, cemento, acero…). «No obstante, aún quedan muchas ayudas vinculadas a los fondos Next Generation por activarse y el ritmo de ejecución está siendo lento», avisa. En concreto, muchas pymes aún enfrentan, en su opinión, barreras estructurales: falta de capacidades internas, complejidad administrativa o escasa alineación estratégica con los objetivos de sostenibilidad.
Para paliar este problema, entidades como BBVA dan «financiación puente/anticipo de ayudas NGEU y leasing ligado a proyectos subvencionados, acortando tiempos de ejecución». También gestionan líneas de préstamo ICO NGEU, cuando el proyecto puede beneficiarse económicamente frente a otras opciones de financiación, y ayudan a localizar convocatorias y preparar solicitudes. «Acompañamos a pymes y empresas en todo el proceso de adopción de medidas de eficiencia energética y sostenibilidad, no sólo con financiación», remarcan.
Bascones lamenta que, hasta ahora, las empresas dediquen más recursos a cumplir con las exigencias regulatorias que a la transformación sostenible de sus modelos de negocio: «El verdadero salto se dará cuando la sostenibilidad se integre en el negocio». Es decir, «en la planificación estratégica, en la asignación presupuestaria o en los modelos de valoración de proyectos a través de la internalización del coste de carbono».
El mundo corporativo está aumentando sus esfuerzos en busca de más eficiencia energética. Así lo demuestra la enorme cantidad y variedad de acciones en marcha para mejorar en este ámbito.
Ana Herrero Hernández, directora de Transformación Sostenible de Forética, aporta una clave básica para una estrategia energética empresarial exitosa: apostar por la colaboración con los diferentes actores a lo largo de la cadena de valor.
«Es fundamental que cada empresa entienda su posición en el sistema energético, encuentre soluciones y clarifique los roles y responsabilidades necesarios para una transición fluida, siendo capaz de gestionar los impactos sociales y ambientales. Así se promoverá una transición verde y justa», explica la experta.
En la consultora Accenture también son conscientes de la importancia de trabajar en equipo y por eso ayudan a sus clientes a adoptar tecnologías más sostenibles para descarbonizar sus operaciones y avanzar junto a sus proveedores en la reducción de las emisiones de alcance 3: «El objetivo es que el 90% de nuestros proveedores clave haga públicos sus objetivos ambientales y las medidas que adoptan para reducir sus emisiones».
De manera general, en Accenture consideran que todas las empresas deberían ser sostenibles. Por este motivo, a nivel interno también tratan de generar valor a partir de los criterios ESG para todos sus públicos de interés: «Clientes, profesionales, proveedores, sociedad y planeta», enumera Ana Millán, responsable de Negocio y directora de Fundación Accenture.
La consultora cuenta en España con las certificaciones ISO 14001 e ISO 50001, centrándose la primera en sistemas de gestión ambiental de alcance amplio y la segunda, en gestión energética. La suma de estas medidas acerca a la compañía a su objetivo de eliminación total de carbono este mismo año, con proyectos que fomentan la reforestación, la biodiversidad y la agricultura sostenible.
AUTOCONSUMO. En la misma línea, la energética Exolum, con una red de oleoductos de más de 4.000 kilómetros de longitud y 39 instalaciones de almacenamiento en España, también está firmemente comprometida con la eficiencia: «En el transporte por oleoducto usamos aditivos de reducción de fricción y desarrollamos algoritmos para la dosificación con idea de maximizar la eficiencia en las estaciones de bombeo y el consiguiente ahorro energético», explican.
Asimismo, la compañía impulsa el autoconsumo en sus centros e instalaciones para autoabastecer de energía limpia y sostenible y en 2026 espera cubrir con energía renovable y autoconsumo fotovoltaico el 63% de sus necesidades energéticas en España.
Pero no sólo se trata de hacer, sino de comunicar convenientemente y combatir el greenwashing. Para ello, herramientas de inteligencia artificial como TrueGreen ayudan a avanzar en ese ámbito. La consultora Neture Impact utiliza habitualmente esta herramienta, que «ayuda a realizar monitoreos en tiempo real antes de difundir mensajes para ir con la verdad por delante», tal como explica su responsable, Marta Andrés.
El estudio FP Análisis de CaixaBank Dualiza y Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, centrado en el impacto del sector verde en la economía y el empleo, estima que, de los alrededor de 22 millones de profesionales que trabajan actualmente en España, cerca de seis millones están vinculados a empleos cuyas características contribuyen directamente a la sostenibilidad ambiental a través de la mejora de la eficiencia energética, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la preservación de la biodiversidad o la restauración de ecosistemas..
De cara al futuro, dicho estudio prevé que la cifra se elevará hasta los 7,4 millones en 2035, representando uno de cada tres empleos. Sin embargo, existe una brecha de habilidades verdes significativa a nivel mundial. El informe Global Green Skills Report 2024, publicado por LinkedIn, muestra la dificultad de las empresas para encontrar trabajadores con competencias específicas en este ámbito. Según este análisis, la demanda de profesionales con este tipo de destrezas creció un 11,6% entre 2023 y 2024, mientras que la oferta sólo ascendió un 5,6%. Estas cifras evidencian una ventaja competitiva para quienes disponen de estas habilidades, ya que tienen un 54,6% más de probabilidades de ser contratados que la media.
LA HORA DE LA FORMACIÓN. El gran desafío es procurar una formación adecuada a los futuros trabajadores y actualizar las competencias de los actuales para que puedan afrontar las nuevas oportunidades y retos que plantea el mercado laboral. Así, la educación desempeñará un papel clave en el éxito de las actuales políticas de energía y clima.
Los proyectos vinculados al hidrógeno verde, el almacenamiento energético y la electrificación del transporte cotizan actualmente al alza, tal como explica Julia Ayuso, directora de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Europea. «Pero también hay un auge en ámbitos menos visibles: la Taxonomía europea, las finanzas sostenibles y la economía circular. Son áreas en las que las empresas demandan talento de forma urgente y en las que aún hay escasez de profesionales formados», añade.
En este sentido, continúa, «lo más llamativo es que no sólo vienen ingenieros o ambientólogos; cada vez más perfiles de empresa, derecho o comunicación entienden que la sostenibilidad es un valor añadido imprescindible en sus carreras. Ese cambio explica que, en muy poco tiempo, la sostenibilidad haya pasado de ser una especialización de nicho a convertirse en un eje central de la formación universitaria», incide Ayuso.
Pese a ello, España aún necesita miles de profesionales para cubrir las metas en energías limpias y transición ecológica marcadas por la UE. Las empresas demandan ingenieros y técnicos en renovables, pero también especialistas en economía circular, gestión ambiental y estrategia ESG.
Un reciente estudio de la consultora AdQualis Human Results sobre la evolución en las compañías españolas del ámbito ESG señala que esta área se sitúa en cabeza en cuanto a proyección de carrera y demanda de talento especializado. Se trata, además, de un ámbito que requiere la coordinación de perfiles transversales en operaciones, compliance, finanzas, comunicación, talento y relaciones institucionales. La meta: dar respuesta a las exigencias regulatorias y situarse como un espacio atractivo para la captación de perfiles especializados.
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