<p>Es en los centros de las ciudades donde la cultura y la identidad española se forjó. Dentro de las murallas de Ávila, con la aportación de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, se cultivó parte del Siglo de Oro. Entre el callejeo madrileño de la Puerta del Sol, la chocolatería San Ginés y la Plaza Mayor, Valle-Inclán desarrolló el esperpento en Luces de Bohemia, cuya ruta de Max Estrella se puede hacer hoy día. En el centro de Burgos se encuentra una obra de arte pionera del gótico. En su catedral está enterrado el Mío Cid. En el sur de España, se halla una de las cunas del flamenco, Triana, en Sevilla. Todos estos lugares comparten dos cosas. La primera de ellas ya se ha descrito, el germen de la cultura del país. La segunda, cada vez menos españoles viven en ellos.</p>
«Nos debería preocupar como identidad española», avisan los expertos
Es en los centros de las ciudades donde la cultura y la identidad española se forjó. Dentro de las murallas de Ávila, con la aportación de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, se cultivó parte del Siglo de Oro. Entre el callejeo madrileño de la Puerta del Sol, la chocolatería San Ginés y la Plaza Mayor, Valle-Inclán desarrolló el esperpento en Luces de Bohemia, cuya ruta de Max Estrella se puede hacer hoy día. En el centro de Burgos se encuentra una obra de arte pionera del gótico. En su catedral está enterrado el Mío Cid. En el sur de España, se halla una de las cunas del flamenco, Triana, en Sevilla. Todos estos lugares comparten dos cosas. La primera de ellas ya se ha descrito, el germen de la cultura del país. La segunda, cada vez menos españoles viven en ellos.
Este nuevo fenómeno demográfico lo ha comprobado EL MUNDO en un análisis de datos de los padrones de las capitales de provincia y las dos ciudades autónomas en el periodo 2014-2024. Si bien es cierto que la población de España crece poco a poco, son los extranjeros quienes hacen posible que la demografía de estas ciudades tenga pendiente positiva.
Estadísticamente, en 32 de las 52 capitales de España (61,5%) se ha perdido población nacional en el último decenio. Sin embargo, este fenómeno es todavía más evidente al poner la lupa en los centros de estas ciudades: los españoles se han marchado en 49 de los 52 puntos más céntricos de las urbes (94%). Solo en Palma de Mallorca, Cáceres y Girona la población española céntrica ha aumentado. Mientras tanto, en el resto de ciudades, la población nacional abandona los centros y se muda a las zonas periféricas. Uno de los casos más representativos es el de Madrid. Allí, los ditritos más céntricos (Centro, Chamberí, Retiro y Salamanca) se pintan en rojo por su descenso nativo. Mientras tanto, la parte exterior se pinta de azul por su crecimiento español poblacional.
Si se escoge una ciudad por su color, Barcelona salta a la vista por el rojo intenso. La población de la Ciudad Condal han aumentado un 6,5% en los últimos diez años. En cambio, la española ha descendido un 4,30%. En total, 57.120 españoles menos. Hay 9.579 viviendas turísticas legales y el m2 se ha más que duplicado en un 103%. Estas son algunas de las razones por las que todos los distritos que conforman Barcelona tienen datos negativos en población española. «En Barcelona es muy visible lo que sucede porque siempre fue referente cultural y ahora su habitabilidad es muy complicada. Es evidente que el español no quiera vivir ahí porque no se identifican con el barrio que fue», asegura Francisco Rodríguez, Catedrático de Economía de la Universidad de Granada. Parecido, en Madrid, «donde se están todo el día oyendo maletas, ruidos y fiestas y donde los residentes no conocen a sus vecinos».
Impulsados por los altos precios y la gentrificación, la crisis del acceso a la vivienda ha encontrado un espejo en el mito griego de Sísifo, un hombre condenado por los dioses a arrastrar una piedra cuesta arriba por la montaña durante toda la eternidad y finalmente, verla rodar cuesta abajo, una y otra vez. Bien conseguido y trabajado el ahorro para acceder a una vivienda, el coste de ella colisiona de frente con el ejercicio del artículo 47 de la Constitución al encontrarse con unos precios un 87,5% más caros de media que hace 10 años en el alquiler, según datos de Idealista.
Como Sísifo, que se desvive y resuda un esfuerzo que jamás tiene recompensa, los amigos del griego, ahogados por el alto precio de la vivienda, provocado por la baja oferta habitacional, la presión de los pisos turísticos y la gentrificación, abandonan los centros de las capitales de provincia, aquellos lugares con más identidad española. De Chamberí (Madrid) al Casco Antiguo-Santa Cruz (Alicante), pasando por Delicias (Zaragoza), Ciutat Vella (Barcelona) y Abando (Bilbao), llegando a Casco Histórico (Toledo) y Triana (Sevilla), hasta terminar en Bailén-Miraflores (Málaga): los españoles huyen del 94% de los centros de las capitales de provincia.
Una de las causas de este suceso es la «gran parte de la atracción inversora de los centros históricos, que atrae fondos inmobiliarios y grandes fortunas extranjeras», asegura Rodríguez, también director del Área Financiera y Digitalización de Funcas. También ocurre que «estos centros no se rehabilitan para vivienda si no para usos turísticos o comerciales y en ese sentido se va gentrificando para gente de mayor estatus económico y se pierde el valor social de los centros como parte característica de esas ciudades». En definitiva, «se ha desacoplado completamente el precio de la vivienda y el coste de vida en los centros con con las posibilidades de los españoles», añade Rodríguez. Además, «muchas empresas se han marchado de los centros de las ciudades y desde los ayuntamientos, que son los principales responsables del modelo urbano y del modelo de relación con el ciudadano, no se han considerado estas cuestiones».
Por ejemplo, en Sevilla, una de las mayores cunas culturales de nuestro país se han ido 25.970 españoles en diez años. La ciudad hispalense cuenta con 7.137 viviendas turísticas según el INE y el precio del alquiler de una vivienda de 90m2 ha pasado de unos 684 euros a unos 1.152, un 68% más. De esta manera, los barrios históricos de los centros de las ciudades, como ocurre en 49 de 52 de ellas, están perdiendo su identidad española con la manifiesta gentrificación y turistificación. En aquellos lugares donde se cultivó el Siglo de Oro, los españoles, empujados por el alto precio de la vivienda y el turismo masivo buscan nuevas tierras donde instalarse. Frecuentemente lo hacen en el extrarradio, donde los precios ahogan con menos fuerza y donde el descanso familiar no es una ilusión, sino una realidad.
En las consecuencias de este éxodo resuena el sustantivo ‘identidad’. Bien, pero siempre acompañado del verbo ‘perder’. «Se está perdiendo raigambre cultural y se pierde su identidad, precisamente lo que les hace especiales», afirma Rodríguez. «Estos lugares se desnaturalizan y acaban siendo como una pieza de museo fuera de lo que realmente significaron en un momento dado». Es esa comparación entre las antiguas ciudades identitarias y culturales con los actuales «centros de compras y de lujo donde nadie sabe muy bien quién es quién». De esta manera, «los ciudadanos se encuentran con un centro donde ya no se identifican debido a un cambio en el modelo urbano que es una pena y donde no se protegen los centros culturales tradicionales«, afirma el experto.
En el caso de Bilbao, también se pierde población española en todos sus distritos. En este caso, el éxodo de nativos llega a la ‘ciudad vieja de Bilbao’ y al ‘corazón moderno de Bilbao’. Por ello, «nos debería preocupar como identidad española», afirma el catedrático. «Esto nos debería preocupar más o menos económicamente, pero aún más desde un punto de vista socioeconómico porque afecta al nivel de satisfacción y el nivel de integración de los ciudadadanos con su territorio y a largo plazo provoca una desnaturalización muy fuerte como en ciudades como Los Ángeles«, asegura Rodríguez. «Esto es un problema», dice, pero «es un problema mayor acusar al inmigrante de estas cuestiones», recordando que son los ayuntamientos quienes tienen competencias para evitar que los españoles se quieran marchar de sus barrios de siempre. Para ello, las ciudades, encabezadas por sus gobernantes tienen que «intentar respetar las tradiciones de las ciudades lo máximo posible, aunque dar vuelta atrás a esto es muy difícil».
La pregunta que queda es si Valle-Inclán, que desarrolló el esperpento con la Madrid de los años 20, redefiniría las ciudades de hoy con los precios de vivienda más caros de la historia y una identidad, forjada durante siglos, traspapelada, en las que «nadie sabe muy bien quién es quién».
Para la elaboración de esta pieza se ha realizado un análisis comparativo entre la evolución demográfica de la población de nacionalidad española y total, la concentración de pisos turísticos y el aumento del precio de la vivienda en todos los distritos de las 50 capitales de provincia y las 2 ciudades autónomas.
Los datos de poblacionales han sido extraídos del INE, al igual que los datos de viviendas turísticas y los polígonos de los mapas. Los datos del precio de la vivienda provienen del portal Idealista. Para el análisis de datos se ha tomado el periodo de 10 años que comprende el 2014 y el 2024. Una vez extraídos los datos por las secciones censales de las ciudades, se han agregado por distritos y renombrado por las fuentes oficiales. Aquellos distritos que no tienen nombre se debe a que no se ha encontrado una denominación oficial y se ha dejado con la identificación que marca el INE.
El gráfico de barras hace referencia a la población total de la ciudad. Por ello, el cálculo da un resultado que en 32 de las 52 ciudades se pierde población de nacionalidad española. Por otra parte, en otro enfoque analítico diferente se calcula que en 49 de las 52 ciudades se pierde población en el centro geográfico de la urbe, haya ésta ascendido o descendido en población española.
– Datos: Nicolás Ardila y Fernando Anido
– Desarrollo del mapa: Fernando Anido
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