<p>Igual que los libros Vuilard, Echenoz, Laurent Bintet y Scurati, <i>Mesopotamia </i>(Tusquets) es una texto de <strong>apariencia fría y minimalista pero radical en su propósito</strong>, porque trata de llegar al núcleo de una vida que, desde lo particular, explica el siglo XX . Su autor, <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/05/26/5b097e28268e3ef04e8b4707.html»>Olivier Guez ya exploró el género del <i>quest </i>en <i>La desaparición de Joseph Mengele </i>(2018)</a>, dedicado al médico de los campos de exterminio. En Mesopotamia su protagonista es Gertrude Bell, la mujer que dirigió la implantación del Imperio Británico en Oriente Próximo y que diseñó para la historia un país eternamente atormentado llamado Irak.</p>
Olivier Guer, el autor de la vida novelada de Joseph Mengele, escribe ‘Mesopotamia’, la biografía de Gertud Bell que explica el desastre imperialista en Oriente Próximo y la inestabilidad de la región.
Igual que los libros Vuilard, Echenoz, Laurent Bintet y Scurati, Mesopotamia (Tusquets) es una texto de apariencia fría y minimalista pero radical en su propósito, porque trata de llegar al núcleo de una vida que, desde lo particular, explica el siglo XX . Su autor, Olivier Guez ya exploró el género del quest en La desaparición de Joseph Mengele (2018), dedicado al médico de los campos de exterminio. En Mesopotamia su protagonista es Gertrude Bell, la mujer que dirigió la implantación del Imperio Británico en Oriente Próximo y que diseñó para la historia un país eternamente atormentado llamado Irak.
«La vida de Bell fue tan extraordinaria que tenía que estar en el centro del libro», cuenta Guez. «Lo tiene todo: una gran familia riquísima que se arruinó, una niña huérfana, que estudió en Oxford, dio la vuelta al mundo, fue una gran alpinista y arqueóloga, viajó al desierto, se enamoró y fue muy desgraciada. A su alrededor hay personajes increíbles, desde Lawrence de Arabia a Churchill. Todo es novelesco en Bell, pero tenía que ser preciso porque lo importante es que su vida permite contar la creación del Oriente Próximo moderno y, por lo tanto, nuestra modernidad. Oriente Próximo es el ombligo del mundo contemporáneo».
¿Qué debemos saber sobre Gertrud Bell? Que fue inconformista y retadora ante el mundo, pero que fue también una mujer conservadora que creyó en el imperio, y rechazó a las sufragistas. Que sirvió a una causa que hoy parece el origen de todos los males, pero que lo hizo sin cinismo, con un interés veradero por el mundo. «Su pasión absoluta por la civilización árabe fue absoluta. Bueno, el Islam no le interesaba, tampoco a Lawrence, pero el mundo beduino y de los nómadas le fascinaba.Y, a la vez, consideraba sin cinismo que el Imperio Británico debía llevar la región a la modernidad».
Así que fue una arabista como las que retrató críticamente Edward Said, pero no sólo fue eso: «Bell no era creyente, pero en ella estaba la idea de la resurrección, Había algo místico en el proyecto de hacer renacer a Mesopotamia. Bell se sentía imbuidas por la misión trascendente de regenerar la cuna de la humanidad. De hecho, su drama es que estuvo tan imbuida en esa misión que dejó de hacer pie en la realidad».
¿Y lo del orientalismo? «Me interesaba jugar con los códigos del orientalismo», responde Guer. «En el libro encontramos muchos olores, muchas descripciones, muchos sabores, muchos ropajes… Por lo tanto, están todos los tópicos que encontramos en la pintura orientalista o en la literatura orientalistaal al estilo del Viaje de de Oriente de Flaubert. Respeto la libertad del lector. A unos puede chirriar y a otros no, pero no está de más recordar que el discurso del orientalismo apareció en un momento concreto, muy posterior. Edward Said lo acuñó hace 45 años, en 1978, más años. También había una agenda política y creo que hay que tener un poco de distancia frente a esta historia del orientalismo. El orientalismo, de hecho, en el fondo, es una mirada del extranjero sobre otra civilización que, normalmente, es la de una persona que cree pertenecer a un mundo superior, es decir, que mira el mundo desde el balcón. En el XIX y principios del XX, los europeos miraron el mundo árabe o el mundo musulmán desd esa actitud. No es algo insólito.Si busca las crónicas de viajeros árabes que visitaban Europa en la Edad Media verá la misma mirada orientalista, de cierta benevolencia en la superioridad».
Última pregunta. Trabajar con las relaciones entre árabes y europeos en 1920, ¿lleva a pensar que el conflicto entre ambos mundos es inevitable? «Tiendo a contestar que ni una cosa ni la otra. Hay una constante histórica de oposición entre el mundo cristiano y el musulmán y otra de coexistencia. Es un movimiento pendular. Creo que, como en muchas otras civilizaciones, hay aun un deseo de revancha no satisfecha frente a Europa y a Occidente en general. Los chinos y los rusos también participan de ese sentimiento, también ante la dominación intelectual y cultural. Es real pero no excluye que exista cierta colaboración. Ver las cosas sólo con optimismo sería estúpido, verlas con pesimismo no tendría ningún sentido».
Gertur Bell murió huérfana del Imperio y de Mesopotamia, arruinada y solitaria en una Inglaterra en la que no encajaba.
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