<p>Tras un parón de un año y medio, el calendario electoral se reanudará dentro de siete semanas con tres citas autonómicas consecutivas: en <strong>Extremadura</strong>, con <a href=»https://www.elmundo.es/espana/extremadura/2025/10/28/68ffc373e85ece55048b4573.html»>el adelanto</a> convocado para el 21 de diciembre, y en <strong>Castilla y León</strong>, el 15 de marzo, y <strong>Andalucía</strong>, en una fecha por concretar en el primer semestre de 2026, por el final de sus respectivas legislaturas. Todas son comunidades autónomas gobernadas actualmente por el <a href=»https://www.elmundo.es/e/pp/pp-partido-popular.html»>PP</a> y el <a href=»https://www.elmundo.es/e/ps/psoe-partido-socialista-obrero-espanol.html»>PSOE</a> sólo tiene expectativas realistas de que pueda haber vuelco político precisamente en la única de ellas que no ha sido uno de sus feudos tradicionales.</p>
Las tres CCAA tienen presidentes del PP y los socialistas confían en que haya vuelco en la única que no ha sido uno de sus feudos tradicionales
Tras un parón de un año y medio, el calendario electoral se reanudará dentro de siete semanas con tres citas autonómicas consecutivas: en Extremadura, con el adelanto convocado para el 21 de diciembre, y en Castilla y León, el 15 de marzo, y Andalucía, en una fecha por concretar en el primer semestre de 2026, por el final de sus respectivas legislaturas. Todas son comunidades autónomas gobernadas actualmente por el PP y el PSOE sólo tiene expectativas realistas de que pueda haber vuelco político precisamente en la única de ellas que no ha sido uno de sus feudos tradicionales.
En Castilla y León los populares llevan al frente de la Junta 38 años ininterrumpidos. El «desgaste» de una gestión tan prolongada, unido a la «tragedia» de los incendios que este verano han arrasado 150.000 hectáreas en esta comunidad y el «debilitamiento y desequilibrio de la sanidad pública, con elevadas listas de espera y escasez de profesionales», son las principales bazas que va a tratar de esgrimir Carlos Martínez, el candidato socialista que por primera vez intentará arrebatar la presidencia a Alfonso Fernández Mañueco.
Las fuentes del PSOE autonómico consultadas por este periódico apuntan a que esta vez tienen «opciones reales» de gobernar en la autonomía más extensa de España después del triunfo de las elecciones de 2019 -aunque el pacto de PP y Ciudadanos dejara a Luis Tudanca sin investidura- y de que en 2022 se quedaran a menos de 17.000 votos de la lista encabezada por Mañueco. Para que este escenario político fuera matemáticamente viable, lo primero que tendría que suceder es que PP y Vox no sumaran mayoría absoluta.
«Es posible», afirma con rotundidad un dirigente socialista dando a entender que su convicción se basa en encuestas internas que no confirma que exista. El siguiente paso, explica, sería que el resto de fuerzas del arco parlamentario, «aunque sean de derechas», facilitaran la investidura de Martínez, algo que ve factible incluso en el caso de formaciones como Por Ávila, que es una escisión del PP, para poner fin a casi cuatro décadas de «poder malentendido» por parte del partido hegemónico en Castilla y León.
Para ello, la estrategia del PSOE está enfocada a intentar captar al ciudadano situado ideológicamente en el centro que esté desencantado con la gestión del actual dirigente autonómico, una táctica aplicada por el propio Pedro Sánchez durante un acto el domingo de la semana pasada en León. «Cualquier persona, da igual lo que vote, sabe que hay cambiar a Mañueco. ¿Votando a Vox? Claro que no, si le va a apoyar…», advirtió el presidente del Gobierno tratando de frenar así un eventual trasvase del PP al partido de Santiago Abascal.
Otro sector socialista en Castilla y León piensa, en cambio, que hay «pocas opciones de ganar las elecciones y menos de gobernar». Entre los motivos apuntan que Martínez es «poco conocido» fuera de Soria, ciudad de la que es alcalde desde 2007, y aspirante a la presidencia de una comunidad «muy complicada» por su extensión -similar a Portugal-. Además, hay quien considera que está «muy monitorizado» por Ferraz, que mantiene en su núcleo cercano a personas que fueron «hombres fuertes» de Santos Cerdán -encarcelado por su presunta implicación en el caso Koldo-, como el diputado por Ávila Manuel Arribas y que no ha mostrado «ninguna sensibilidad» por el movimiento leonesista que reclama que el antiguo Reino de León se escinda y pase a ser la 18ª autonomía española.
En el PSOE de Extremadura, a su vez, dan por hecha la victoria de María Guardiola en las elecciones anticipadas del 21 de diciembre. A pesar de que el candidato socialista, Miguel Ángel Gallardo, ha sido ratificado por dos ocasiones en un proceso de primarias en sustitución de Guillermo Fernández Vara, el caso del hermanísimo le está pasando una enorme factura al ex presidente de la Diputación de Badajoz. El candidato socialista extremeño acudirá a la cita electoral bajo el estigma de estar procesado por prevaricación y tráfico de influencias a la espera de la citación oficial para el inicio del juicio, que se desarrollará seguramente en el primer semestre de 2026, tras la celebración de las elecciones.
El desgaste no sólo lo ha padecido Gallardo en el periodo de instrucción del caso de la presunta colocación a dedo de David Sánchez Pérez-Castejón sino también por el aforamiento exprés que obligó en 28 horas a dimitir a cinco compañeros de partido (una diputada y cuatro que optaban a serlo) para conseguir ser diputado regional y evitar así que la investigación la siguiera llevando la juez Beatriz Biedma. La maniobra fue declarada no sólo por la magistrada, también por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, como «fraude de Ley» y su reputación quedó seriamente dañada.
Así las cosas, Ferraz ha aceptado «a regañadientes», según un dirigente del PSOE extremeño, la candidatura de Gallardo, que nada más conocer que Guardiola apretaba el botón del adelanto electoral reunió ipso facto a la dirección regional y al comité regional para proclamar su candidatura y evitar cualquier tipo de movimiento de Madrid para buscarle un sustituto (se ha llegado a hablar del ministro extremeño Carlos Cuerpo). El que los plazos para presentar la candidatura sean tan próximos (el 19 de noviembre se deben de publicar en el DOE) ha jugado en favor de Gallardo, por lo que Ferraz, finalmente, ha evitado cualquier guerra interna, que hubiera quebrado aún más las posibilidades de ganar en Extremadura. Además, ahora se trata de «cerrar filas, luchar por las siglas, y dejar las divisiones entre la provincia de Badajoz -donde se apoya a Gallardo- y Cáceres, que no lo votó en las primarias)», destaca dicho dirigente.
A lo sumo, los socialistas extremeños aspiran (aunque no lo digan en público) a que Guardiola no consiga la mayoría absoluta, dependa aún más de Vox que hace dos años (al partido de Abascal todas las encuestas le dan una importante subida) y de la batalla que se desate en el centro-derecha (en la campaña y, sobre todo, a partir del día después de las elecciones) pueda tener alguna posibilidad el PSOE, que sigue confiando en sus todavía importantes resortes en Extremadura (ha gobernado durante tres décadas) para conseguir un resultado digno y sin un hundimiento histórico. Se trata de aguantar como sea y esperar acontecimientos.
En la misma línea, no es ningún secreto que el objetivo del PSOE en Andalucía es romper la mayoría absoluta que le permite a Juanma Moreno no sólo gobernar con holgura, sino también presumir de haberle puesto freno a la ultraderecha en la comunidad. Si el PP andaluz baja de los 55 escaños y María Jesús Montero consigue superar, aunque sea por la mínima, el listón (paupérrimo) de Juan Espadas en las elecciones de 2022 (30 diputados), sería ya un triunfo para el PSOE andaluz, el partido que llegó a ser hegemónico en Andalucía y gobernó la Junta durante casi 40 años.
La última encuesta de la Fundación Centra (el CIS andaluz), publicada el pasado 20 de octubre, dio oxígeno a los socialistas en ese sentido. El barómetro situaba al PP como la fuerza más votada, con el 40,7% de los apoyos y entre 54 y 56 diputados, frente a los 58 que tiene actualmente. Es decir, la mayoría absoluta (55 escaños) está en el alero. Las entrevistas se realizaron cuando aún no había estallado la crisis de los cribados. Es decir, la lógica permitiría concluir que hoy el desgaste del gobierno andaluz sería mayor. En cualquier caso, según ese mismo sondeo, el PSOE seguiría en mínimos históricos, con entre 26 y 29 escaños, por debajo todavía de los resultados catastróficos de 2022.
Quien sí parece recuperar algo de fuelle en las encuestas es la izquierda a la izquierda del PSOE (Por Andalucía y Adelante Andalucía), que podrían conseguir hasta cuatro escaños (actualmente suman siete) siempre que no se consume la ruptura con Podemos que, hoy por hoy, parece inevitable y que podría significar una mayor atomización del voto (con hasta tres papeletas diferentes) y el consiguiente peor aprovechamiento de los restos.
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