Zohran Mamdani —un licenciado en Estudios Africanos que nació en Kampala, la capital de Uganda hace apenas 34 años— será el próximo alcalde de Nueva York. Lo hará ganando más del 50% de los votos, todo un hito. Y no son pocos los hitos de la alcaldía neoyorquina que representará: será el primer musulmán, el primer socialista y el más joven en ocupar el cargo en más de un siglo. Pero, a pesar de estas primeras veces, Mamdani también encarna cierta continuidad con un rasgo poco comentado del Partido Demócrata de los últimos años. Y es que, al igual que Barack Obama, Kamala Harris y Pete Buttigieg, Mamdani es hijo de inmigrantes socialistas.
El discurso del futuro alcalde de Nueva York, hijo de inmigrantes socialistas, debe mucho a la influencia política y la labor intelectual de sus padres, igual que ocurrió en el pasado con otros líderes demócratas
Zohran Mamdani —un licenciado en Estudios Africanos que nació en Kampala, la capital de Uganda hace apenas 34 años— será el próximo alcalde de Nueva York. Lo hará ganando más del 50% de los votos, todo un hito. Y no son pocos los hitos de la alcaldía neoyorquina que representará: será el primer musulmán, el primer socialista y el más joven en ocupar el cargo en más de un siglo. Pero, a pesar de estas primeras veces, Mamdani también encarna cierta continuidad con un rasgo poco comentado del Partido Demócrata de los últimos años. Y es que, al igual que Barack Obama, Kamala Harris y Pete Buttigieg, Mamdani es hijo de inmigrantes socialistas.
El socialismo de estos padres se forjó durante las décadas revolucionarias de los sesenta y setenta. Durante los años sesenta, el padre de Obama fue alto cargo en el Ministerio de Economía de Kenia, haciendo el papel de autocrítico socialista en el proyecto económico abanderado por el carismático prócer de la Kenia independiente, Tom Mboya. Por la misma época, pero en pleno movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, los padres de Harris se conocieron en un mitin de la Afro-American Association. Los dos se doctoraron: su madre en Endocrinología, canalizando su fervor político hacia el avance del estudio del cáncer de mama; su padre, en Economía, investigando hasta qué punto la política anticolonial de su país natal, Jamaica, se podía aplicar a su país adoptivo, los Estados Unidos.
En cuanto al padre de Buttigieg, él llegó a ser el filólogo de referencia de la obra de Antonio Gramsci. Todavía en 2018, cuando lo conocí por primera y última vez, su constelación de referencias para entender la política actual seguía siendo la de la Italia de Pasolini, el autonomismo y las manifestaciones en las fábricas Fiat.
Los padres de Mamdani comparten una trayectoria política parecida. Su padre, ugandés como él, llegó a Estados Unidos en 1963 con una beca para estudiantes del este de África. Ya como estudiante, participó en viajes del norte al sur organizados por el Comité Coordinador Estudiantil No Violento. Luego canalizó ese activismo en una carrera académica centrada en el análisis del colonialismo, el poscolonialismo y las minorías en África.
La conciencia política de su madre, nacida en la India, se moldeó en el teatro callejero de Delhi. Al llegar también a Estados Unidos como estudiante, se convirtió en cineasta, dirigiendo películas que desafiaban sigilosamente los prejuicios de Hollywood: guiones rodados en barrios populares extranjeros, romcoms situados en momentos políticos históricos, repartos sin actores blancos.
A diferencia de los otros demócratas con padres socialistas, Mamdani no ha intentado distanciarse del legado de los suyos. Cada movimiento de ficha suyo alude a una política familiar. Su activismo contra el asedio de Gaza —cuya importancia para su carrera política se ha comparado con lo que fue la oposición a la Guerra de Irak para la de Obama— llega de la mano de la crítica anticolonial de su padre. Sus propuestas para el cuidado infantil gratuito, el congelamiento de alquileres o los supermercados municipales se hacen eco de las muchas tensiones domésticas sobre dinero que aparecen en Salaam Bombay!, Mississippi Masala, La boda del Monzón y otras películas de su madre.
A los detractores, todo esto les sonará como una novela de Houellebecq: un joven político musulmán carismático, un caballo de Troya que engaña a votantes bienpensantes, una sociedad involuntariamente encaminada hacia la decadencia. Pero, en realidad, lo que anuncia es el intento de crear una nueva coalición que aglutina a jóvenes, inmigrantes, trabajadores, deudores, musulmanes, estudiantes, inquilinos y padres: una coalición arcoíris que no deja atrás a nadie. Salvo a los billonarios.
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