<p>La guerra entre la <strong>RAE </strong>y el <strong>Instituto Cervantes</strong> ya es total y abierta. El cruce de declaraciones entre sus directores, <strong>Santiago Muñoz Machado </strong>y <strong>Luis García Montero</strong>, <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2025/10/09/68e7ace6e85ece895a8b45be.html» target=»_blank»>iniciado por este último a finales de la pasada semana</a>, ha sacado a la luz un conflicto personal que viene produciéndose soterradamente desde hace años. Pero bajo esa disputa hay algo más: <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/2025/10/15/68eea590fdddff81618b45a7.html» target=»_blank»><strong>una cuestión política que implica al Gobierno</strong></a><strong> y al prestigio que la Academia tiene en América Latina</strong>.</p>
La guerra entre los directores del Instituto Cervantes y de la RAE tiene mucho de conflicto personal, pero bajo la superficie aflora una cuestión política que implica al Ministerio de Exteriores y al Gobierno y al prestigio que la Academia tiene en América Latina
La guerra entre la RAE y el Instituto Cervantes ya es total y abierta. El cruce de declaraciones entre sus directores, Santiago Muñoz Machado y Luis García Montero, iniciado por este último a finales de la pasada semana, ha sacado a la luz un conflicto personal que viene produciéndose soterradamente desde hace años. Pero bajo esa disputa hay algo más: una cuestión política que implica al Gobierno y al prestigio que la Academia tiene en América Latina.
El académico Arturo Pérez-Reverte ha señalado a través de sus redes sociales que, tras este choque, está la intención del Gobierno por «colonizar el ámbito natural de la RAE», maniobrando para que un perfil más afín al Ejecutivo se ponga al frente del organismo, y «controlar también la Academia, si se le permite hacerlo». Otro académico, en conversación con EL MUNDO, replica el término «control» por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, que dirige José Manuel Albares y de quien depende el Cervantes. Esta fuente califica a García Montero como «un peón» en esa batalla y apunta a que la intención del Gobierno no es tanto colocar a un afín, sino «un perfil blando» que se pliegue a ciertas cuestiones. Un tercero, también consultado por este diario, no menciona a Moncloa, pero apunta que «la clave está en mirar hacia América Latina».
Porque, al otro lado del Atlántico, la RAE es una institución de máximo prestigio y quien dirige la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Los actos que organiza la Academia movilizan al mundo de las letras hispanas. Y ese poder de arrastre no lo tiene el Cervantes en esos países -sí, en los países que no hablan español, señalan fuentes cercanas al Instituto-. «Ya lo dijo Lázaro Carreter, la Academia es el Vaticano y el Cervantes es el propagandista de la fe», señalan fuentes conocedoras del conflicto. «El Cervantes ya bastante trabajo tiene para extenderse por el mundo. Pero hay gente que no trabaja y se dedica a la conspiración. Si no se hablan idiomas es más fácil moverse por Hispanoamérica que por el resto del mundo», indican esas mismas fuentes, que añaden que no debería haber «confrontación» entre «los difusores del español en el mundo».
Los lazos españoles con Sudamérica han sido constantes históricamente, aunque en los últimos tiempos ha habido también desencuentros con algunos de sus gobiernos. En España, el voto latino también es relevante y , en estos momentos, se decanta más hacia los partidos del centroderecha. El PP, sobre todo en la Comunidad de Madrid, se ha lanzado a crear un caladero de voto entre quienes cruzan el Atlántico. Y Vox también ha buscado abrirse paso en ese mismo camino. Los lazos de la izquierda con el continente también han estado presentes, sobre todo en la figura de José Luis Rodríguez Zapatero y en partidos a la izquierda del PSOE con gobiernos afines al otro lado del Atlántico.
El momento elegido para el ataque de García Montero, que acusó a su homólogo en la RAE de ser «un experto en llevar negocios para las empresas multimillonarias» en un desayuno informativo el pasado viernes, no parece casualidad. «Estaba acostumbrado a hablar con Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, Darío Villanueva… grandes filólogos y grandes hombres de la cultura», añadió. Lo hizo dos días antes de que diera comienzo el décimo Congreso de la Lengua Española en Arequipa. Así lo describe un académico a este diario: «Es una forma de erosionar a la Academia».
En la misma alocución, García Montero denunció también la «cerrazón» de la RAE respecto a las lenguas cooficiales de España. «Nos sentimos parte de una comunidad -somos el 9%- que, para proyectar el español internacionalmente, debe reconocer que formamos parte de una comunidad y que nadie tiene derecho a hacer el centro ni decirle a los demás cómo tienen que hablar, sino a mantener la unidad dentro del respeto de cada cual a hablar el español», dijo. Por eso, aseguró, el Instituto Cervantes colabora «mucho con los servicios diplomáticos, las embajadas, las instituciones latinoamericanas y las instituciones que tienen que ver con las otras lenguas del Estado».
Pérez-Reverte, en su publicación en X, señala precisamente que el Gobierno quiere «meter mano» a través del Cervantes en el «prestigio diplomático» de la RAE en Sudamérica. Y una tercer fuente alude a que el Cervantes está buscando «su hueco» en la foto y «ponerse al nivel de la RAE», porque desde el Instituto dependiente del Ministerio de Exteriores se aporta también financiación en la organización de este tipo de actos.
El pleno de la Real Academia Española reaccionó a las declaraciones de García Montero manifestando su «absoluta repulsa» ante unas declaraciones que consideró «una agresión» hacia su director. Las acusaciones, tildadas de «incomprensibles, desafortunadas e inoportunas», llegaron, para la RAE, antes de «una ocasión fundamental para la cultura y la lengua españolas, que reúne representaciones de todas las naciones hispanohablantes, y que el director del Instituto Cervantes ha enturbiado con sus declaraciones».
Además, a finales del próximo año, se empieza a dibujar ya el relevo de Muñoz Machado al frente de la Academia. Uno de los nombres que han ido apareciendo, aunque todas las fuentes consultadas niegan que se esté moviendo ya esta cuestión, es el de Juan Luis Cebrián, ex director ejecutivo de Prisa y muy crítico con el Gobierno de Pedro Sánchez. No en vano, es autor del libro El efecto Sánchez: Ética y política en la era de la posverdad.
«Eso, por el momento, no está encima de la mesa», asegura uno de los académicos a los que ha tenido acceso este periódico. Otro incide en la idea de que el Gobierno, a través del Cervantes, quiere influir para que se elija un «perfil blando» que se acerque a sus postulados.
El lunes por la mañana en Perú (noche en España), los dos directores compartieron un escenario junto al alcalde de Arequipa y otras autoridades locales, ante los medios llegados para cubrir el Congreso. No se refirieron en sus discursos a la polémica, aunque tampoco charlaron ni se fotografiaron juntos. Fue más tarde, al atender a los medios de comunicación, cuando se refirieron al enfrentamiento.
«Por lo que a mí me toca, estoy interesado en colaborar con las administraciones de Perú. Las diferencias, que son muchas, las podemos dialogar después en España», dijo García Montero. Siguió Muñoz Machado: «Esa cuestión no está ajustada a este programa. No tiene nada que ver, son accidentes periféricos, no me referiré a ellas ni ahora ni a lo largo del congreso».
La insistencia de los periodistas acabó con las evasivas: «Estamos muy comprometidos con el esfuerzo que ha hecho Perú y sus instituciones. Y yo lo que quiero es que el congreso salga bien. Ya habrá tiempo de hablar no solo sobre el director de la Real Academia, sino sobre el sucesor que se está preparando y que tiene mucho que ver con el comunicado que la RAE hizo el otro día», apuntó directamente el director del Cervantes, a lo que su homólogo en la RAE contestó con un lacónico: «Ni idea».
La mala relación personal que mantienen los directores del Cervantes y la RAE es voz pópuli desde hace años. Una persona que estuvo presente recuerda que ya en 2019, en el Congreso de la Lengua que se celebró en Córdoba (Argentina), se produjo «un fuerte desencuentro» entre ambos que no salió a la luz pública. Con menor intensidad se repitió en Cádiz en 2023, agregan esas fuentes. Y ahora ya ha acabado de estallar.
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