<p>»La tendencia de nuestros partidos aliados en todo el mundo nos favorece, hemos sabido conectar con las preocupaciones de la gente en temas fundamentales en esta época como la inmigración, y estamos donde estamos a pesar de que los medios nos demonizan y La Moncloa no tiene otro discurso que el miedo. Han puesto el foco político sobre nosotros». La dirección de Vox cree que su progresión «irá a más». Aunque las fuentes consultadas señalan que el 20% que les otorga el sondeo de <strong>Iván Redondo</strong> para Antena 3, y que tanta polvareda ha provocado, quizá sea algo exagerado. Aunque sus propias proyecciones indican que sí pueden llegar a superar el 20% del voto.</p>
Vox cree que se seguirá beneficiando del fenómeno mundial que ha puesto a Trump en la Casa Blanca y no actúa en clave de la reconstrucción de la unidad del centroderecha. Al contrario que el PP
«La tendencia de nuestros partidos aliados en todo el mundo nos favorece, hemos sabido conectar con las preocupaciones de la gente en temas fundamentales en esta época como la inmigración, y estamos donde estamos a pesar de que los medios nos demonizan y La Moncloa no tiene otro discurso que el miedo. Han puesto el foco político sobre nosotros». La dirección de Vox cree que su progresión «irá a más». Aunque las fuentes consultadas señalan que el 20% que les otorga el sondeo de Iván Redondo para Antena 3, y que tanta polvareda ha provocado, quizá sea algo exagerado. Aunque sus propias proyecciones indican que sí pueden llegar a superar el 20% del voto.
El partido Vox, que después de perder 19 escaños en las elecciones del año 23 parecía desfondado y apuntaba a que tendría un futuro semejante al de Ciudadanos y Podemos, ha remontado gracias al movimiento populista que recorre en mundo -en las antípodas ideológicas de la izquierda del 15-M- y que ha situado a su líder universal, Donald Trump, en el trono del Despacho Oval. El éxito del acuerdo de paz en Oriente Próximo impulsado por el presidente norteamericano también beneficiará a Vox, según las fuentes consultadas.
Trump ha acabado con el Partido Republicano; Meloni y Le Pen han hecho lo propio con los partidos de derechas tradicionales de Italia y Francia; Farage y el activista ultracatólico Tommy Robinson -que reunió a 150.000 personas para rezar el Padre Nuestro frente a Westminster- han anulado a los conservadores británicos; Orbán, el primer ministro húngaro, lidera parte de este movimiento europeo. Y en España, donde PSOE-PP sobrevivieron, mal que bien, al empuje de Podemos y Ciudadanos hace 10 años, la escalada de Vox en los sondeos amenaza la estrategia y el futuro del Gobierno que el PP ya está preparando, en la creencia absoluta y sin matices de que Pedro Sánchez «no puede aguantar más».
La distancia que separa al PP de Vox es mucha, a pesar de que han gobernado juntos en algunas comunidades. La principal es de fondo. Alberto Núñez Feijóo y los suyos siguen fantaseando con la idea de volver a reunir a los votantes del centroderecha en torno a sus siglas. Mientas que Santiago Abascal está en otra cosa. «Lo hemos dicho siempre, PSOE y PP tienen más que ver entre ellos que Vox y PP. Sería coherente que PSOE y PP lleguen a un acuerdo para gobernar. El PP se ha quedado en los 90, habla como si nosotros tuviéramos que apoyarle obligatoriamente. La unificación de la que hablan del centroderecha a nosotros no nos concierne. Es cosa del PP. Y las maniobras de querer comerse a nuestro electorado fichando a quienes abandonan Vox, como Iván Espinosa, están llamadas al fracaso», indican fuentes de Vox.
Los sondeos que después del verano apuntan a un incremento de intención de voto de Vox han sorprendido al PP. En la clausura del XXI Congreso del PP celebrado en julio pasado, Feijóo comprometió un Gobierno en solitario, lo que fue interpretado como una negativa a pactar con Vox. Al día siguiente el nuevo secretario general, Miguel Tellado, aclaró que si Vox condicionaba la posible investidura de Feijóo a un Gobierno de coalición, el PP apostaría por la repetición electoral.
Todos esos planes se están yendo al traste. La fortaleza electoral de Vox sorprende, agita e inquieta al PP. Particularmente en las comunidades que tienen elecciones dentro de unos meses: Castilla y León en marzo y Andalucía en junio, si no se adelantan. «Detectamos una derechización de los votantes en los últimos meses, no recordamos algo parecido en tan poco tiempo. Todo el partido está pendiente de lo que cada día hace o dice Vox. Nos condiciona. Y así es muy difícil tener una estrategia propia y autónoma», señalan dirigentes del PP.
La dirección nacional, convencida de que Sánchez está acabado -en lo que Vox no coincide-, resta importancia a los sondeos publicados y sigue pensando que puede recuperar los votos a base de plantear propuestas restrictivas en materia de inmigración. «Pero si es lo mismo que presentaron en 2006. El PP está desnortado por la sencilla razón de que tienen 17 estrategias simultáneas. En cada comunidad dicen una cosa. La gente no sabe a qué atenerse con Feijóo», aseguran en Vox.
Hay debate en lo que se refiere a las relaciones y la interactuación de ambos partidos. En el PP está abierta la disyuntiva entre confrontar o colaborar. En Vox lo tienen claro, apuestan por la competencia de propuestas y de ideas. «Nunca la intención de voto del centroderecha ha estado tan alta, podemos llegar en la representación hasta los 100 escaños. La demonización de Vox es un error por parte del PP. Debemos competir en materia de ideas y propuestas, eso sería bueno para los dos, y abarcaríamos a más electorado».
La Ley del Aborto fue una cuestión controvertida en el pasado para el PP. Pablo Casado, el líder anterior a Feijóo, comenzó proponiendo su reforma y abandonó el intento porque la inmensa mayoría del partido estaba conforme con la regulación actual. Alberto Núñez Feijóo siempre lo tuvo claro, la sentencia del TC favorable a la ley de Zapatero le proporcionó el argumento para sostener su posición de asumir la actual regulación. Pero el PP madrileño es un poderoso reducto de resistencia frente a las tesis del PP nacional. El alcalde de Madrid empezó por aceptar una propuesta de Vox sobre un inexistente síndrome postaborto y la presidenta madrileña siguió por negarse a cumplir la obligación de un registro de médicos objetores de conciencia. Díaz Ayuso siempre se manifestó como una mujer tolerante en materia de costumbres y moralidad. Ahora preside el PPmadrileño, que se está alejando cada día más de las tesis del PPen el resto de España.
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