<p class=»ue-c-article__paragraph»>Fueron días de insomnio. Ojeras. Tensión. Dolor de cuerpo por los nervios. «¡Pffff! ha sido muy duro», reconocen miembros del Gobierno y del PSOE cuando se les pregunta por el final del curso político. Hubo muchos que reconocen que dudaron sobre cómo lograrían salir del atolladero o de cuál sería la respuesta de sus socios, si les dejarían caer o les pondrían contra las cuerdas. El <i><strong>caso Cerdán</strong></i> convirtió el mes de junio en un infierno para los socialistas. Y no sólo. «Desde el apagón [sucedió el 28 de abril] ha sido todo muy duro», reconocen en el Ejecutivo. «El PP se puso como meta tumbar al Gobierno antes del verano», diagnostican, de ahí que hay alivio por «llegar vivos» al parón vacacional. Un reposo donde, además de descansar, se prepara un «apretón de la agenda social» y en materia de regeneración como vuelta al trabajo y palanca para tratar de retomar la iniciativa porque el ecuador de la legislatura sitúa a todos en modo precampaña. Todo, con permiso de la UCO, como apostillan muchos socialistas.</p>
Desde el núcleo duro de Sánchez confiesan que el informe de la UCO sobre Cerdán hizo que se tambalease todo, pero afirman que el presidente se siente «fuerte» y «con las pilas cargadas»
Fueron días de insomnio. Ojeras. Tensión. Dolor de cuerpo por los nervios. «¡Pffff! ha sido muy duro», reconocen miembros del Gobierno y del PSOE cuando se les pregunta por el final del curso político. Hubo muchos que reconocen que dudaron sobre cómo lograrían salir del atolladero o de cuál sería la respuesta de sus socios, si les dejarían caer o les pondrían contra las cuerdas. El caso Cerdán convirtió el mes de junio en un infierno para los socialistas. Y no sólo. «Desde el apagón [sucedió el 28 de abril] ha sido todo muy duro», reconocen en el Ejecutivo. «El PP se puso como meta tumbar al Gobierno antes del verano», diagnostican, de ahí que hay alivio por «llegar vivos» al parón vacacional. Un reposo donde, además de descansar, se prepara un «apretón de la agenda social» y en materia de regeneración como vuelta al trabajo y palanca para tratar de retomar la iniciativa porque el ecuador de la legislatura sitúa a todos en modo precampaña. Todo, con permiso de la UCO, como apostillan muchos socialistas.
«Lo de Santos fue muy duro. Era un caso real que nos hizo mucho daño. Permitía atacarnos en un pilar nuestro que era la lucha contra la corrupción», diagnostican miembros del Gobierno. «Nos puso en una situación muy comprometida, en lo político y en lo humano», añaden, recordando que es un asunto que a nivel personal afectó mucho a Pedro Sánchez, que confió en la palabra del que era su lugarteniente hasta el último momento. Pasado algo más de un mes, el presidente del Gobierno, más delgado y con los rasgos muy marcados, dice sentirse «fuerte» y «con las pilas cargadas», después de haber barajado todos los escenarios, también el de su dimisión.
El informe de la UCO que retrataba una presunta trama corrupta en el seno del Gobierno y el PSOE fue un golpe duro que a punto estuvo de hacer caer todo. Porque lo de José Luis Ábalos fue una primera bofetada, pero de la que lograron mantenerse de pie y que creían amortizada. Lo de Cerdán hizo tambalearse todo. «Nuestro propio agobio, la presión de los socios y el trabajo del PP por crear un clima de inestabilidad generó dudas», dicen desde el núcleo duro de Sánchez.
La nueva oportunidad -«Está usted en prórroga», le dijo Junts-, con condicionantes y a la espera de la UCO, dada por los socios, la buena marcha de la economía y el estallido del caso Montoro han concedido una oportunidad al Gobierno para sacudirse la presión. Salir a la superficie y respirar. Aunque hay ministros que reconocen su «preocupación» por «la imagen que se da» con los dos principales partidos salpicados por casos de corrupción. «Esperamos que la gente no generalice», es su deseo, aunque, por ejemplo, las encuestas, todas, sí muestran un castigo al PSOE, que se hace más evidente y preocupante en el caso del voto femenino. «Si fuera por las encuestas no sería presidente del Gobierno. Y ya le digo yo que cuando haya elecciones las mujeres mayoritariamente volverán a votar al PSOE», respondió Sánchez esta semana durante la gira que protagonizó por Latinoamérica.
El jefe del Ejecutivo, en conversación con los periodistas que lo acompañaron por Chile, Uruguay y Paraguay, resumió así el estado del Gobierno: «Julio ha sido mejor que junio». Así analizan en La Moncloa la situación: «Había un clima de ciclo terminado, de barro, pero llegamos a verano con la sensación de que no nos han podido derrotar y que la legislatura está igual de difícil que estaba». Esta semana, en el Congreso, con la importante derrota del decreto antiapagones, se evidenció la debilidad permanente en la que vive la coalición.
Dentro del Gobierno ya se ha naturalizado esa incertidumbre de no saber hasta el último minuto si sus iniciativas saldrán adelante. Sánchez prefiere quedarse con el dato de que el Ejecutivo saca adelante el 86% de sus leyes, cuando en la legislatura pasada era el 89%. Pero, claro, entre las que no figuran en ese porcentaje de optimismo están los Presupuestos. La Moncloa ha sido incapaz de aprobar unas Cuentas Públicas esta legislatura. «Nos hace daño no tener», asumen en el Ejecutivo, que, sin embargo, también los ven como una bala en la recámara para «retratar» a sus socios. Primero porque consideran que mientras haya una negociación presupuestaria queda bloqueado el mensaje de convocar elecciones. Y, segundo, porque si bien está el daño de no ser capaces de tener Presupuestos, se encargarían de señalar a los culpables de que no haya y exponer lo que se ha ofrecido y no han querido aceptar ya sean en la legislatura o en una hipotética campaña. Hacienda ha empezado los trabajos internos, pero no ha contactado con los grupos.
Lo que sí están decididos a hacer en La Moncloa es intensificar la agenda social, dar un «apretón» a la vuelta del verano. Creen que es la manera de aglutinar a sus socios y de distanciarse del PP. «Están planteando una tesitura de ellos o nosotros. Pues vamos a hacer ver a los ciudadanos que mejor nosotros que ellos. Habrá una carga social importante». Está por ver si los permisos retribuidos por cuidados se aprueban este martes o se dejan para finales de agosto. Fuentes gubernamentales no lo tenían claro a finales de semana y apuntaban que aún quedaban informes pendientes para tomar la decisión.
Los socios, empezando por Sumar, piden un «giro social». Pero en La Moncloa rechazan que deban acometer un giro de 180 grados, como les piden, porque, esgrimen, eso «sería hacer lo contrario de lo que llevamos siete años haciendo», defendiendo su proyecto político. De hecho, Sánchez fía a esta agenda social y a la buena marcha de la economía el recuperar la credibilidad y el respaldo de los ciudadanos.
A la tarea se van a poner porque estamos en el ecuador de la legislatura y, eso, reconocen en el Ejecutivo, es un punto de inflexión. «Entramos en una etapa en la que los socios buscarán distanciarse, despegarse, para dar motivos de que se les vote a ellos y no a nosotros». En esa tesitura, esperan exigencias, presión… pero no creen que nadie quiere ser el culpable de apretar el botón de elecciones, al menos de forma inmediata. «El ecuador de la legislatura nos sitúa todos en modo precampaña». Y ellos tienen el BOE frente a sus socios y la oposición.
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