La Unión Europea no ha abandonado aún la esperanza de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconsidere el arancel del 30% a productos europeos a partir del 1 de agosto. Pero mientras el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, ya tiene el aval de los Estados miembros para seguir negociando, la UE se prepara para lo peor. Bruselas presentó este lunes a los ministros de Exteriores y de Comercio un segundo paquete de contramedidas por 72.000 millones de euros por si las negociaciones fracasan, que propone gravámenes que podrían llegar a ser recíprocos para los productos incluidos en una lista de 202 páginas a la que EL PAÍS ha tenido acceso. Esa relación apunta a sectores claves para las exportaciones estadounidenses como la industria aeronáutica y automovilística, el agroalimentario y los productos químicos.
Bruselas planea imponer gravámenes por valor de 72.000 millones de euros si Washington no da marcha atrás a su tasa del 30%
La Unión Europea no ha abandonado aún la esperanza de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconsidere el arancel del 30% a productos europeos a partir del 1 de agosto. Pero mientras el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, ya tiene el aval de los Estados miembros para seguir negociando, la UE se prepara para lo peor. Bruselas presentó este lunes a los ministros de Exteriores y de Comercio un segundo paquete de contramedidas por 72.000 millones de euros por si las negociaciones fracasan, que propone gravámenes que podrían llegar a ser recíprocos para los productos incluidos en una lista de 202 páginas a la que EL PAÍS ha tenido acceso. Esa relación apunta a sectores claves para las exportaciones estadounidenses como la industria aeronáutica y automovilística, el agroalimentario y los productos químicos.
“Las categorías clave de productos son aeronaves, automóviles y repuestos para automóviles, productos de maquinaria, productos químicos y plásticos, dispositivos y equipos médicos, equipos eléctricos y otros productos industriales y agrícolas”, resume el texto de Bruselas, que precisa que esas importaciones se han elegido según tres criterios. El primero es la “necesidad de reequilibrar las condiciones” comerciales “a la luz de los aranceles estadounidenses que afectan a las exportaciones de la UE a los Estados Unidos”. Los otros dos son la disponibilidad de “fuentes alternativas de suministro” y los productos en los que el “riesgo de deslocalización es alto”.
El elenco de importaciones estadounidenses que deberán pagar un recargo aún sin precisar pero que podría incluso ser recíproco, si la Administración de Trump no da marcha atrás, se declina en dos grandes capítulos, ambos claves. Para empezar, el relativo a la industria agroalimentaria. Esa lista incluye frutas, verduras, alimentos preparados, semillas, tabaco, café, pescado, productos manufacturados de origen animal como el cuero e incluso animales vivos, sobre todo de granja, como aves y ovejas. También animales exóticos, como los loros, e incluso propone gravar la exportación de ballenas, delfines y camellos.
Ese capítulo de mercancías recoge una emblemática: el whisky (bourbon), el vino, la importación de vides y de bebidas espirituosas. El bourbon se incluyó y después se descartó, por presiones de Italia y Francia -Trump había amenazado con gravar el vino europeo con una tasa del 50%- en una primera lista de importaciones estadounidenses, que los Veintisiete propusieron someter a gravámenes del 25% por valor de unos 20.000 millones de euros, una cifra similar a la que impuso EE UU a los productos europeos de acero y aluminio, sometidos ahora a un arancel del 50%.
Bruselas suspendió la aplicación de esa primera lista hasta el 1 de agosto para dar una oportunidad a las negociaciones con Washington. En la segunda relación a la que ha tenido acceso este diario, se incluye finalmente el bourbon.
Ese primer paquete suspendido de productos por gravar recogía los aranceles diseñados para la primera guerra comercial con Estados Unidos, desatada por Trump durante su primer mandato, con escaladas en 2018 y 2020 y estaba diseñado para presionar a Washington. De ahí que Bruselas eligiese —y esté planteando de nuevo ahora—, entre otros, productos que tienen su origen en Estados como Alabama, Georgia, Virginia o Luisiana, que claramente votaron por los republicanos en las últimas elecciones, y también productos agrícolas, un sector que tiene un gran impacto de movilización política en el electorado republicano.
Industria
El segundo capítulo de la lista de productos de la Dirección General de Comercio de la Comisión se refiere al sector de la industria estadounidense. Para empezar, los aviones, lo que golpea al gigante aeronáutico estadounidense, Boeing, pero también a otros sectores de nuevo clave para la Administración de Trump y su electorado; el del automóvil. El documento incluye no solo aranceles a la importación de vehículos, sino de motores y de sus piezas de recambio. También de maquinaria y piezas industriales, agrícolas y de construcción como grúas, tractores, y vehículos forestales.
El acero, el aluminio y otros productos metálicos y químicos; la importación de piezas industriales de todo tipo, de hornos y otros electrodomésticos, de relojes, de cristal, de papel, incluido el de higiénico y el de cocina, los productos de belleza, el equipamiento médico y materiales de construcción como la piedra y el mármol también están incluidos.
El documento, fechado este lunes, también plantea algunas excepciones relativas a productos procedentes de Estados Unidos para los que es difícil encontrar una alternativa. Por ejemplo, las importaciones de material militar y de petróleo crudo.
La lista de productos estadounidenses propuestos por la Comisión para imponerles gravámenes deberá ser aprobada por los Estados miembros antes de poder ser aplicada. Sin embargo, ese paso se da prácticamente por hecho, dado que solo una mayoría cualificada inversa podría revocarla. Esa mayoría requeriría que votaran en contra de la contra la propuesta de la Comisión un 55% de Estados que representen al menos un 65% de la población de los Veintisiete, un quorum difícil de alcanzar.
Si esa segunda réplica finalmente se aprobara, se sumaría a la que está suspendida, que equivale a unos 20.000 millones. Es decir, la respuesta de la UE, por el momento, sería algo superior a los 90.000 millones. Eso afectaría a algo menos de un tercio de las importaciones europeas desde Estados Unidos, lo que implica que la réplica de los Veintisiete quedaría muy lejos del golpe de Washington, que alcanza al 70% de las exportaciones de la UE hacia el otro lado del Atlántico.
La UE y EE UU son los mayores socios comerciales del mundo, con un comercio transatlántico de bienes y servicios por valor de 1,6 billones de euros registrado en 2023. Los flujos de inversión bilaterales entre ambos superan los 5 billones de euros, según datos de la Comisión Europea.
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