El 16 de junio de 2009, la alianza de los BRIC ―conformado entonces por Brasil, Rusia, India y China― tomó la palabra por primera vez en el escenario geopolítico global. El grupo se había reunido en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en una cumbre que desafiaba el dólar ante los fuertes reclamos del naciente bloque de cambiar la manera en que se gobierna el mundo. Tenían con qué exigirlo: en los cuatro países vivía alrededor del 40% de la población del planeta y producían juntos el 15% del PIB mundial.
El grupo, que suma casi la mitad de la población mundial y el 40% del PIB, se reúne en Rusia en plena pugna con Occidente y con la vista puesta en su ampliación
El 16 de junio de 2009, la alianza de los BRIC ―conformado entonces por Brasil, Rusia, India y China― tomó la palabra por primera vez en el escenario geopolítico global. El grupo se había reunido en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en una cumbre que desafiaba el dólar ante los fuertes reclamos del naciente bloque de cambiar la manera en que se gobierna el mundo. Tenían con qué exigirlo: en los cuatro países vivía alrededor del 40% de la población del planeta y producían juntos el 15% del PIB mundial.
La economía apenas se recuperaba de la crisis financiera de 2008. Una crisis en la que ―según la recién nacida alianza― los países pobres habían sido los más afectados. Bajo esta premisa, los líderes del nuevo bloque demandaban reformas en las instituciones financieras globales, así como en el sistema de Naciones Unidas, tanto para “reflejar los cambios de la economía mundial” como para “poder afrontar con mayor eficacia los desafíos globales”. “Las economías emergentes y en desarrollo deben tener una mayor voz”, aseguraba en ese momento la declaración conjunta del bloque.
Esta semana, Rusia es de nuevo la anfitriona de la cumbre anual del grupo. Las condiciones en las que se desarrolla el encuentro, sin embargo, son diferentes a las de 2009. No solo por las guerras de Rusia en Ucrania y de Israel en Gaza y Líbano, sino por el peso que ha adquirido el bloque en los 15 últimos años. El BRICS+ ―el nombre ha cambiado dos veces, primero en 2011, cuando se unió Sudáfrica (la S); desde enero de este año se incorporó el + para incluir a los nuevos integrantes del grupo: Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, y Etiopía― representa ya el 37% del PIB global y en sus países miembros viven 3.609 millones de personas, casi la mitad de la población del mundo. El G7 ―el club de los países ricos: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, cuya cumbre tuvo lugar en junio― apenas alberga 780 millones de personas y tiene una participación del 30% en el PIB global.
Estas cinco claves incluyen algunos datos para comprender BRICS+, el ascendente bloque geopolítico del Sur Global que celebra su XVI cumbre desde este martes hasta el jueves en la ciudad rusa de Kazán.
¿Qué es el BRICS+ y qué países lo conforman?
El BRICS+ es una alianza geopolítica ―más similar a un foro de debate que a una organización en sí misma― conformada por una decena de países: Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica (que ingresó en 2011), Egipto, Irán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, invitados a unirse en la cumbre del año pasado, a los que hay sumar a Arabia Saudí, que también fue convidada y que, según el asesor presidencial del Kremlin Yuri Ushakov es parte del bloque. Sin embargo, el reino árabe no se ha unido formalmente al grupo.
Argentina fue invitada a la alianza durante el mandato de Alberto Fernández (2019–2023), quien destacaba que el bloque suponía el 30% de las exportaciones del país. No obstante, tras la llegada del ultraderechista Javier Milei, Buenos Aires decidió no sumarse al grupo. “La impronta en materia de política exterior del Gobierno que presido desde hace pocos días difiere en muchos aspectos de la del Gobierno precedente”, aseguró Milei a los líderes de los BRICS+ una semana después de asumir el cargo.
Esta alianza de las principales economías del Sur Global ―países que sufrieron en algún momento procesos de colonización y que se sienten ninguneados en la distribución de recursos y en la toma de decisiones― está interesada en ampliarse. El presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró el pasado viernes que “las puertas están abiertas”, al tiempo que resaltó que hasta 30 países han manifestado su interés en sumarse. Entre ellos, Turquía, miembro de la OTAN y eterno candidato a la UE; Indonesia, la economía más grande del sudeste asiático; Nigeria, el segundo país más rico de África, o naciones que hoy por hoy están excluidas del comercio global por las sanciones estadounidenses, como Cuba o Venezuela.
¿Cuáles son sus objetivos y qué peso tienen en la economía mundial?
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil ―el país que asumirá la presidencia del bloque en 2025― asegura que el principal objetivo de la alianza es “modificar el sistema de gobernanza global”. Esto se traduce en reformas como la del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ―con claro dominio de potencias occidentales y que ellos proponen ampliar― o en la construcción de alternativas al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para “fomentar las economías emergentes”. El BRICS+ también pretende que sus miembros actúen en bloque dentro de los organismos a los que pertenecen, como el G20.
El club está unido en torno a un propósito común: armar un frente que pueda ser un contrapeso al poder de Occidente, tradicionalmente representado por el G7 y las instituciones nacidas de Bretton Woods. En el resto, son menos los puntos de encuentro y más los de división. De puertas para afuera, hay países con una postura más antioccidental ―como Rusia e Irán― y otros que, si bien apuestan por un mundo multipolar, no son tan agresivos, como es el caso de Brasil y la India. De puertas para adentro, conflictos territoriales como los de China y la India o la postura respecto de las guerras de Rusia y de Israel han evidenciado las divisiones internas del grupo. Con todo, como destaca el centro de estudios neoyorquino Council on Foreign Relations, las sanciones occidentales “están, de hecho, acercando al BRICS”.
Los países BRICS+ tienen el 44% de las reservas mundiales de petróleo, sobre todo por Arabia Saudí; concentran el 38% de la producción industrial global. Juntos controlan alrededor del 20% del comercio internacional. Y son origen de casi la mitad del arroz y del trigo del planeta. En contraste, el G7 posee apenas el 4% de las reservas de petróleo y el 30,5% de la producción industrial.
Los presidentes de China, Xi Jinping (2d); Rusia, Vladímir Putin (i), Sudáfrica, Jacob Zuma (d), y Brasil, Dilma Rousseff (c), y el primer ministro de India, Narendra Modi, posan durante la inauguración de la VI Cumbre del BRICS el 15 de julio de 2014, en Fortaleza (Brasil).
Jarbas Oliveira (EPA/EFE)
¿Qué ha hecho el grupo hasta ahora?
Lo más relevante es el avance hacia la creación de dos instituciones: el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), una institución financiera que preside la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que se define como el primer banco para las economías emergentes y con la que quieren hacer sombra al Banco Mundial. Ha aprobado, desde 2016, cerca de 32.800 millones de dólares para la financiación de 96 proyectos. De otro lado, el Fondo de Reserva Contingente (CRA, por sus siglas en inglés), una alternativa al FMI que busca ayudar ―con un fondo de 100.000 millones de dólares― a los países BRICS+ que tengan problemas de liquidez en la moneda estadounidense, aun en clara posición de dominio en la esfera internacional.
Con todo, el economista Thomas Piketty aseguraba en Le Monde que, aunque el Nuevo Banco de Desarrollo “sigue siendo modesto, podría competir en el futuro” con el FMI y con el Banco Mundial “si no reforman profundamente sus sistemas de derechos de voto para dar más espacio a los países del sur”.
¿Qué es la desdolarización y cuál es el papel del bloque en ese proceso?
El dólar estadounidense es la principal moneda que los países y las empresas de todo el mundo utilizan en las transacciones internacionales. Este dominio se traduce en una dependencia global a la política monetaria de la Reserva Federal de EE UU, lo que permite a su Gobierno adoptar sanciones financieras contra países como Rusia o Irán. Además, el dólar es la divisa en la que cotiza el petróleo, la mayor materia prima y el principal producto de exportación de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí e Irán, entre otros.
El grupo ha promovido el uso de monedas nacionales para el comercio global, así como el uso de sistemas de pago alternativos. A ese respecto, Putin insistió el pasado viernes en que sus miembros “estaban trabajando en un sistema de mensajería financiera similar al SWIFT [una suerte de Gmail o el WhatsApp de la banca mundial] inmune a las sanciones occidentales”, así como en el uso de “monedas digitales nacionales” para financiar proyectos de inversión. Esta arquitectura paralela es fundamental para la propia Rusia, uno de los países más afectados por las sanciones estadounidenses y europeas.
Los expertos coinciden en que no es probable que la alianza desarrolle una moneda alternativa al dólar. El exministro del Tesoro del Reino Unido, Jim O’Neill, ha resaltado que “si continúan limitándose a quejarse del dólar y a reflexionar en abstracto sobre una moneda compartida de los BRICS, es poco probable que logren mucho”. Asimismo, el exdirector ejecutivo del FMI, Paulo Nogueira Batista, ha afirmado que una desdolarización enfrenta dificultades políticas como la resistencia de EE UU a renunciar al “privilegio exorbitante de que su moneda nacional, emitida y gestionada según los intereses nacionales (…) sirviera como la principal moneda mundial”.
Un hombre camina en la Expo de Kazán el día antes de la Cumbre del BRICS+ en Kazán, este lunes.Alexander Zemlianichenko (AP)
¿Qué expectativas hay para la cumbre?
El principal tema de la cumbre será la creación de la categoría de “países socios”, una modalidad diferente a la de “miembros”. Una vez aprobada, “se podrá hacer un anuncio de los países que serán invitados a hacer parte de dicha categoría”, como ha resaltado el Ministerio de Exteriores de Brasil. La expansión de los miembros del grupo, como ha resaltado Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, “tiene el potencial de aumentar el peso político y económico de los BRICS”, pero puede “ralentizar el avance de la toma de decisiones” en un bloque en el que las decisiones se toman por consenso.
Esta es la primera cumbre del BRICS+ tras la invasión rusa de Ucrania a la que Putin asistirá presencialmente: en 2022 y 2023 intervino por videollamada. En la primera, porque tuvo un formato virtual. Y, en la segunda, que tuvo lugar en Johannesburgo, por la orden de arresto en su contra dictada por la Corte Penal Internacional. De acuerdo con el Kremlin, a la cumbre de Kazán asistirán las delegaciones de 33 países y el secretario general de la ONU, António Guterres.
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