<p>Los vecinos de<strong> Changsha</strong>, a orillas del río Xiang, dicen que esta ciudad hay que vivirla desde las 18.00 de la tarde hasta las 6.00 de la mañana, cuando el último neón se apaga. La capital de la provincia de Henan palpita entre el humo de los puestos de comida nocturna y el bullicio de los bares. En sus calles conviven los ecos de un pasado revolucionario -aquí nació y estudió <strong>Mao Zedong</strong>, fundador de la República Popular China- con la fiebre consumista de <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/09/14/68c3d8f2fc6c8393638b458e.html»>jóvenes</a> de todo el país que peregrinan hasta un lugar considerado <strong>el paraíso del entretenimiento de la Generación Z</strong>.</p>
El Gobierno del gigante asiático quiere replicar el modelo de Changsha, la cuna de Mao y nuevo paraíso de los jóvenes, para paliar el ‘modo ahorro’ de la Generación Z
Los vecinos de Changsha, a orillas del río Xiang, dicen que esta ciudad hay que vivirla desde las 18.00 de la tarde hasta las 6.00 de la mañana, cuando el último neón se apaga. La capital de la provincia de Henan palpita entre el humo de los puestos de comida nocturna y el bullicio de los bares. En sus calles conviven los ecos de un pasado revolucionario -aquí nació y estudió Mao Zedong, fundador de la República Popular China- con la fiebre consumista de jóvenes de todo el país que peregrinan hasta un lugar considerado el paraíso del entretenimiento de la Generación Z.
Pasada la medianoche de un jueves, la céntrica zona de Wuyi Square está a rebosar de mercadillos dominados por el olor del popular tofu apestoso, terrazas abarrotadas, largas colas en restaurantes famosos por servir cabeza de pescado al vapor con chiles fermentados, karaokes con la música a todo volumen e influencers que retransmiten en vivo desde cualquier rincón pintoresco que encuentran.
Changsha mantiene la vibración de la ciudad rebelde que fue a principios del siglo pasado; un hervidero de huelgas, movimientos estudiantiles e intelectuales que participarían en la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh) y que luego serían purgados por Mao tras intentar aspirar a una China demasiado moderna.
Su posición geográfica, en un cruce de rutas comerciales y fluviales del centro de China, convirtió esta ciudad en un punto estratégico importante durante las guerras civiles y la resistencia contra la invasión japonesa, lo que llevó a las autoridades locales a incendiar su propia ciudad porque preferían verla destruida que en manos de los japoneses. Changsha se reconstruyó con rapidez y, en la década de 1990, en plena transición reformista y aperturista del país, fue el epicentro de los mayores fenómenos del entretenimiento chino con programas de televisión que lanzaron a la fama a generaciones de bandas de música, celebrities y presentadores.
Ahora, en un momento en el que el débil consumo pesa cada vez más sobre la segunda economía más grande del mundo, que además lidia con una competencia excesiva en el mercado interno, la crisis crónica del sector inmobiliario y la incertidumbre por la guerra comercial del presidente estadounidense Donald Trump, Changsha se levanta como un próspero modelo de economía nocturna que el Gobierno está impulsando por todo el país.
Desde Pekín entienden que, a los más jóvenes, una generación desanimada porque las expectativas laborales que tenían no se están cumpliendo (la tasa de desempleo juvenil en agosto aumentó al 18,9%, el nivel más alto desde junio de 2023, cuando alcanzó un máximo histórico del 21,3%), les incentiva la vida nocturna para gastar.
Este año, el Consejo de Estado publicó un documento que aboga por la expansión de las actividades culinarias, culturales y turísticas nocturnas. Según un informe del Ministerio de Comercio, el 60% del gasto de consumo se produce actualmente durante la noche. El gasto turístico nocturno per cápita triplica con creces el consumo diurno.
Varias grandes ciudades de todo el país se han comprometido a hacer crecer su economía nocturna (de 18.00 a 6.00 horas) tomando como ejemplo el barullo de Changsha. En Pekín, restaurantes, museos y tiendas ofrecen cupones de descuento después de media tarde, mientras que Shanghai ha vuelto a permitir el resurgir de los puestos callejeros que se habían prohibido hace algunos años por dar, según los políticos locales, una «mala imagen» de la capital financiera del país. En esta mega urbe, las autoridades locales han lanzado nuevas ordenanzas para que, en las zonas más turísticas, algunas tiendas, museos o centros comerciales estén abiertos hasta las 2.00 de la madrugada.
Los consumidores chinos siguen en modo ahorro, y eso está lastrando el crecimiento económico del gigante asiático. En la primera semana de octubre, durante el largo feriado de ocho días que han celebrado en China -con la coincidencia del Día Nacional y el Festival del Medio Otoño-, el gasto promedio de los turistas chinos cayó a un mínimo de tres años a pesar de que se registró un récord de 2.432 millones de viajes de pasajeros, un aumento interanual del 6,2%.
China intensificó sus estímulos a finales de 2024 y ha mantenido este año programas específicos de intercambio de productos para impulsar las ventas minoristas. Pero encontrar la receta para darle la vuelta a la tendencia del débil consumo será uno de los puntos clave en el cónclave que los líderes chinos celebrarán el próximo 20 de octubre en Pekín para discutir el próximo plan quinquenal, el proyecto que establece los objetivos económicos, políticos y sociales. Un modelo que China adoptó de la Unión Soviética, donde los dos primeros planes desencadenaron una ola de industrialización que los mandamases chinos emularon con éxito.
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