<p>El mundo sigue inmerso en un periodo histórico, marcado no sólo por una nueva revolución tecnológica y un cambio sin precedentes de la demografía global, sino también por las incógnitas que abre la desconfiguración del orden mundial surgido tras la II Guerra Mundial. Es decir, profundas transformaciones socioeconómicas y geopolíticas que por el momento no han penalizado el dinamismo de la economía mundial, pero que reflejan los grandes retos que afrontan las democracias liberales.</p>
El Viejo Continente atraviesa un momento crítico, además de en lo socioeconómico, en la seguridad y soberanía de sus fronteras.
El mundo sigue inmerso en un periodo histórico, marcado no sólo por una nueva revolución tecnológica y un cambio sin precedentes de la demografía global, sino también por las incógnitas que abre la desconfiguración del orden mundial surgido tras la II Guerra Mundial. Es decir, profundas transformaciones socioeconómicas y geopolíticas que por el momento no han penalizado el dinamismo de la economía mundial, pero que reflejan los grandes retos que afrontan las democracias liberales.
De esta forma, a pesar de la incertidumbre generada por el giro de la política comercial de la Administración Trump, las tensiones arancelarias entre EEUU y China, o las dudas generadas por la Casa Blanca en torno al futuro de la OTAN, de sus relaciones con sus socios tradicionales y de su apoyo a Ucrania, entre otros elementos, el dinamismo de la actividad a nivel global fue superior al esperado en el primer semestre de este año.
Entre los factores que contribuyeron a mantener el ritmo de crecimiento de la economía mundial en los seis primeros meses de 2025 destacaron principalmente:
1) El impulso de la inversión privada en EEUU y Japón en ámbitos relacionados con la IA.
2) Los estímulos fiscales introducidos nuevamente por el Gobierno chino para reducir las consecuencias de la prolongada crisis inmobiliaria, de la atonía del consumo de los hogares, y de la filosofía MAGA sobre su sector exterior.
3) La reforma tributaria desplegada por el primer ministro Modi con el objetivo de reducir la presión fiscal sobre los consumidores indios e incentivar la demanda interna.
4) El repunte de la producción industrial y del comercio mundial ante la estrategia de las empresas de anticipar el suministro de insumos y productos, buscando reducir el impacto inicial de los aranceles anunciados por el presidente Trump, el pasado 2 de abril, en el denominado Liberation day of America.
5) La relajación de las condiciones de financiación por parte del BCE, en una coyuntura en la que también ha destacado la resiliencia de la actividad en España y los primeros indicios de recuperación económica de Alemania, superando así la recesión que ha sufrido la primera potencia europea en los dos últimos años.
El buen comportamiento de la actividad en la primera parte del año explica la revisión al alza de las perspectivas de crecimiento globales a un 3,2% anual, destacando en la última actualización de la OCDE el avance previsto del PIB del conjunto de la Eurozona a un 1,2% anual en 2025. El repunte del ritmo de crecimiento económico del bloque monetario este año contrasta con la significativa desaceleración del incremento anual de la producción en EEUU a un 1,8%. Una proyección que constata el impacto de la filosofía MAGA en el dinamismo de la primera potencia mundial, en un contexto en el que también China afronta las consecuencias socioeconómicas de sus propios desequilibrios internos, de las implicaciones de la mayor ola de proteccionismo comercial de EEUU desde la década de 1930, o de la creciente preocupación de los países del G7 sobre el liderazgo tecnológico de China y la decisión de Xi Jinping de apoyarse en otras autocracias para crear un nuevo orden mundial en el que no parecen tener cabida las democracias liberales.
Por ello en clave europea, más allá de las previsiones económicas dibujadas por los principales organismos internacionales, el futuro del modelo socioeconómico configurado tras la II Guerra Mundial y, especialmente, apuntalado con el proceso de integración que ha representado la UE, dependerá más que nunca de la determinación y la valentía de sus líderes políticos.
El Viejo Continente atraviesa un momento crítico no sólo desde una perspectiva socioeconómica, sino también sobre la seguridad y la soberanía de sus fronteras. Los crecientes ataques híbridos presuntamente de Rusia, a medida que intensifican su ofensiva militar en Ucrania, tienen como objetivo testar el grado de cohesión y capacidad de actuación de la OTAN, y medir hasta qué punto es real el repliegue de la Administración Trump en la defensa de Europa. Una estrategia que se ha intensificado tras reforzar su alianza con China, Irán y Corea del Norte, y lanzar el presidente Xi Jinping un claro mensaje sobre el futuro de la gobernanza mundial.
Junto al mayor reto sobre la estabilidad y la soberanía que atraviesa el continente europeo desde la II Guerra Mundial, también preocupa la evolución de la crisis política y presupuestaria de Francia y la dificultad de Alemania para relanzar su crecimiento económico. En una coyuntura en la que a pesar de que España parece haberse erigido en una excepción macroeconómica, la parálisis y polarización política tampoco es la mejor base para trazar una estrategia consensuada ante los desafíos que afronta nuestro país a corto y medio plazo.
En este sentido, la Comisión Europea ha señalado que el principal reto fiscal de España es el aumento del gasto en pensiones, que, si bien se mantiene actualmente en línea al promedio de la UE de un 13,0% del PIB, previsiblemente aumentará su peso por encima del resto de los Estados miembros en las próximas décadas. Entre los factores demográficos que explican estas circunstancias, y sus consecuencias sobre el déficit estructural y la sostenibilidad de la deuda pública, destaca que nuestro país presenta una fase de envejecimiento retrasada respecto a las principales economías europeas. Así, el desplome de la natalidad en nuestro país se produjo casi una década y media más tarde, y la generación del baby boom español ha comenzado a jubilarse mientras que el proceso casi se ha completado en países como Alemania, Francia o Italia.
Todo ello en un entorno en el que España, al igual que el resto de las principales economías de la UE, tendrá que dar respuesta a corto plazo en clave europea a las consecuencias sobre la actividad de la filosofía MAGA y los giros de guión del presidente Trump, y a las consecuencias de la política económica y del futuro plan quinquenal de China.
Así, la industria europea y otras ramas de actividad no sólo están sufriendo las consecuencias del nuevo marco arancelario establecido por la Administración Trump 2.0 a comienzos del mes de agosto y de la apreciación del euro, que podría acentuarse si se produce una acelerada relajación de las condiciones de financiación en EEUU y nuevas injerencias sobre la independencia de la Fed, sino también a la estrategia geoeconómica, que sin tanto ruido, sigue desplegando China.
La filosofía MAGA efectivamente está reconfigurando el comercio mundial, pero también China está contribuyendo a ello con su mercantilismo 3.0, acelerando su liderazgo tecnológico y con el denominado proceso de involución. Es decir, la potencia asiática está exportando su exceso de sobrecapacidad industrial al resto del mundo, e intentando compensar la caída de sus ventas a EEUU acelerando su penetración en otros mercados como la UE o los países ASEAN.
Por tanto, podríamos decir que Europa afronta el momento socioeconómico y geopolítico más complejo desde la II Guerra Mundial.
*Alicia Coronil es economista jefe de Singular Bank y asesora del Círculo de Empresarios.
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