<p class=»ue-c-article__paragraph»>Desilusionado. Después de mis artículos alabando a Trump, me encuentro con una exhibición <strong>impúdica y canallesca de su grosería</strong>.</p>
Desilusionado. Después de mis artículos alabando a Trump, me encuentro con una exhibición impúdica y canallesca de su grosería.
Desilusionado. Después de mis artículos alabando a Trump, me encuentro con una exhibición impúdica y canallesca de su grosería.
No sé cómo fueron sus padres. Tampoco sé a qué colegio fue. Al colegio del Salvador de Zaragoza, seguro que no.
En el IESE, en la última clase del máster, yo recomendaba vivamente a los alumnos la humildad, el no pensar que por ser másteres eran el Master del Universo, y, en consecuencia, despreciar a los que no tenían la suerte que tenían ellos.
José Joaquín, un hombre de gran valía, humana y profesional, criticaba mis artículos y siempre acababa recomendándome la humildad y citando a Santa Teresa, que repetía que la humildad es andar en la verdad. Por tanto, cuando uno no es humilde, no es verdadero. Y si, además, se cree que es muy listo, hay que recordarle que no.
Me caía bien Trump. Me caía bien Vance, su vicepresidente. Pero después de ver el espectáculo que dieron los dos en la desgraciada recepción (¿?) a Zelenski, han dejado de caerme bien y me caen mal.
Subproducto del espectáculo, Europa. La de siempre. La que soñaron aquellos Políticos con mayúscula y que ahora está llevada (no sé a dónde; ellos tampoco lo saben) por políticos con minúscula.
Con la invasión rusa de Ucrania y las próximas ambiciones de Putin, que irán creciendo a medida que los europeos nos vayamos olvidando de los grandes objetivos, sustituyéndolos por unos objetivillos aplaudidos entusiásticamente por los que cobran el sueldo del partido correspondiente, iremos avanzando hacia la Europa soñada, que es posible que tenga dos velocidades: una, la formada por los que sí, que se lo han creído, con cesión de soberanía, por supuesto; y dos, en la que están los que no se lo acaban de creer, y que también han cedido su soberanía, por lo menos un trozo.
Y así iremos avanzando por miedo, otra manera de dirigir, porque realmente, Trump y Putin son malos enemigos.
No he hablado de Elon Musk, un extraño personaje que me parece que no es prohumildad, pero que tiene mucho dinero y va a los consejos de ministros con la primera gorra que encuentra al salir de casa. Tiene un hijo con un nombre raro que juega a pegar tiros en el despacho oval.
Europa. Si todo esto sirve para que nos tomemos en serio los Estados Unidos de Europa, haremos un homenaje a Zelenski por aguantar estoicamente las andanadas de Trump.
Tomárnoslo en serio exigirá en algunos casos prescindir de personas; en otros casos, prescindir de ministerios; en otros casos, no tener que pagar a algún partido para mantenernos en el poder…
Trabajo difícil y desagradable. Siempre queda la posibilidad de contratar a Musk, el de la gorra y el niño de nombre extraño, que los fines de semana puede darse una vuelta por Europa y pegar unos cuantos tajos de cosas que sobren.
P.D.
Lo de educar a Trump y a su vicepresidente es un trabajo mucho más difícil, para el que no creo que Musk esté preparado.
Actualidad Económica