<p class=»ue-c-article__paragraph»>Una semana después del gran apagón, la gestión del mismo ha sido tan eficaz que el 91% de los españoles cree que se puede repetir. Este es el nivel de confianza que han infundido nuestras autoridades ante uno de esos asuntos llamados a remover la opinión ciudadana sobre las cosas de nuestros días. Si es así, lo veremos en las siguientes semanas. Por de pronto, EL MUNDO y Sigma Dos han mostrado este Puente de Mayo el punto de partida en cuatro regiones cuando se cumplen dos años de las elecciones autonómicas. El ecuador de las legislaturas, en término politiquero. Y hay conclusiones.</p>
El PSOE es un partido que ha dejado de ganar elecciones. Hasta donde va bien, como Navarra, el éxito es ser segundo
Una semana después del gran apagón, la gestión del mismo ha sido tan eficaz que el 91% de los españoles cree que se puede repetir. Este es el nivel de confianza que han infundido nuestras autoridades ante uno de esos asuntos llamados a remover la opinión ciudadana sobre las cosas de nuestros días. Si es así, lo veremos en las siguientes semanas. Por de pronto, EL MUNDO y Sigma Dos han mostrado este Puente de Mayo el punto de partida en cuatro regiones cuando se cumplen dos años de las elecciones autonómicas. El ecuador de las legislaturas, en término politiquero. Y hay conclusiones.
La primera es que los ministros-candidatos lo llevan regular. Los cuatro paladines enviados por Pedro Sánchez a derrotar a socialistas indóciles y recuperar territorios caídos viven más en un páramo que en la gloria de sus conquistas. Lo primero, terminar con los sospechosos, lo han hecho con eficacia, que para eso el ejército sanchista es disciplinado y antepone con diligencia el poder a los escrúpulos de un Lambán o un Lobato. Pero lo segundo lo llevan al tran tran, entre el mitin sin fin de la Montero sin Presupuestos y el vituperio diario de Óscar López contra Ayuso. Ni ellos en Andalucía y Madrid, ni Alegría en Aragón, ni siquiera Morant en la Valencia de la post-dana, consiguen arañar siquiera al PP gobernante. En la plaza madrileña, López le arrebata a Ayuso la exacta cantidad de cero votos.
El fondo del cuadro es el que se practica ya a nivel nacional: el PSOE es un partido que ha dejado de ganar elecciones. Hace un lustro vencía en Aragón, Valencia, Baleares, Castilla y León y hasta Madrid, y por supuesto lo hacía en Andalucía. Ahora, en el año 7 después del Gobierno Sánchez, roza la utopía que lo haga en alguna de ellas. Ni siquiera donde le va bien, como en Navarra, se debe olvidar que el éxito consiste en haber consolidado la segunda plaza y que los de enfrente no sumen mayoría. El éxito real de este PSOE está en un solo sitio, Cataluña, y la factura para lograrlo no ha sido pequeña.
Es sintomático el caso de Pilar Alegría. El PSOE aragonés de Lambán era algo identificable y coherente. Votable, más allá de lealtades ideológicas. Perdió en 2023 y Sánchez encargó a Alegría demolerlo y ponerlo a su servicio. Se desconoce cuánto tiempo le dedica a ello quien hace de portavoz del sanchismo, que no debe ser tarea fácil, y uno se imagina más a un Santos Cerdán haciendo sus cosas a orillas del Ebro. El balance, por ahora, es un castañazo demoscópico.
En el variopinto grupo de socios de Sánchez, el PNV no se desembaraza del papel de actor secundario. Allí donde se mire hay un Bildu ganando votos y un PNV perdiéndolos. En Navarra, la coalición que lidera, Geroa Bai, fue la segunda fuerza hace una década y presidió la comunidad hasta 2019. Hoy sería el irrelevante quinto partido. Hay elecciones aquí en 2027 y en el País Vasco en 2028, y los nacionalistas vascos se han encomendado para resistir a la persona que llevó a Sánchez al poder y que ha hecho de gran tejedor de su frente popular, Aitor Esteban. Toda una apuesta, sin duda.
Otros socios tienen su propia cuesta arriba. La de Más Madrid debe ser atribuida a méritos propios: no es fácil ser errejonista en estos tiempos. Teruel Existe, clave también en ungir a Sánchez, está como si su momento hubiera pasado. Y Podemos sigue a la baja (sí, más) en todos lados, salvo milagro en Castilla y León.
En cuanto a Vox, ha alcanzado como un punto óptimo de cocción en torno al 12-13% de los votos. No sube de ahí donde progresa (Aragón), pero tampoco baja de esa barrera donde retrocede (Castilla y León). Parece dar igual si es comunidad donde fue fugaz miembro del Gobierno o no y el candidato que presente. Arrebata votos al PP, pero los pierde en medida parecida con fair play, y sigue arrugado ante Ayuso. Su influencia se mantendrá si los candidatos populares no llegan a la mayoría absoluta. A día de hoy, esta es la batalla de verdad en la mayoría de las comunidades autónomas.
España