<p>El anuncio del presidente de Estados Unidos, <strong>Donald Trump</strong>, de imponer <strong>una subida generalizada al 25%</strong> («¡Divertíos!») a los productos que su país importe, sin concretar de momentos los sectores afectados, ha puesto en el ojo del huracán a la industria agroalimentaria española. La medida, que en principio se aplicará <strong>a partir del 2 de abril</strong>, podría poner en riesgo entre <strong>3.500 y 3.800 millones de euros anuales </strong>en el conjunto de las exportaciones españolas, según los datos de comercio exterior ofrecidos por el <strong>Ministerio de Economía, Comercio y Empresa</strong>. Como ocurrió en el primer mandato de Trump, las principales víctimas, con mucha diferencia, serían el <strong>aceite de oliva</strong> (que podría perder 1.036 millones de euros), <strong>el vino</strong> (335 millones) y la <strong>aceituna de mesa</strong> (200 millones), según las primeras estimaciones.</p>
La medida pone en riesgo entre 3.500 y 3.800 millones de euros anuales en el conjunto de exportaciones españolas
El anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer una subida generalizada al 25% («¡Divertíos!») a los productos que su país importe, sin concretar de momentos los sectores afectados, ha puesto en el ojo del huracán a la industria agroalimentaria española. La medida, que en principio se aplicará a partir del 2 de abril, podría poner en riesgo entre 3.500 y 3.800 millones de euros anuales en el conjunto de las exportaciones españolas, según los datos de comercio exterior ofrecidos por el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa. Como ocurrió en el primer mandato de Trump, las principales víctimas, con mucha diferencia, serían el aceite de oliva (que podría perder 1.036 millones de euros), el vino (335 millones) y la aceituna de mesa (200 millones), según las primeras estimaciones.
Líder de producción mundial, con unas ventas que llegan a 150 países y que engloba a 31 denominaciones de origen protegidas, el aceite de oliva español ha comenzado a recuperar el pulso esta campaña después de al menos tres años consecutivos de una bajísima productividad debido a las pésimas condiciones meteorológicas que provocaron una subida histórica de precios para el consumidor. Sin embargo, la llegada de las lluvias en los últimos meses ha disparado la producción a aproximadamente 1,5 millones de toneladas.
Sin embargo, el anuncio de Trump ha vuelto a sembrar de inestabilidad a un sector que avistaba ya la plena recuperación para toda su cadena de valor: agricultores, envasadores, exportadores y consumidores. Hay que tener en cuenta que las ventas de aceite de oliva en suelo estadounidense representan más de una cuarta parte del total de exportaciones agroalimentarias, tras haber alcanzado 1.013 millones de euros en el último ejercicio, correspondientes a las aproximadamente 180.000 toneladas de aceite que se exportan cada año a al país norteamericano: «No hay mercados alternativos que no hayamos explorado ya en los últimos años y que puedan tener una parecida dimensión», reconoce Rafael Pico, director adjunto de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (ASOLIVA): «Es un destino «insustituible». EE.UU. abarca el 50% del consumo mundial fuera de la UE.
Así, este experto detalla que el país norteamericano representa «el gran mercado que crece sin parar». Sus ciudadanos consumen cada vez más aceite «y están dispuesto a pagar por ello», lo que ha motivado el sector haya realizado en los últimos años «grandes inversiones con el objetivo de abrir múltiples canales de distribución y posicionarnos cada vez más en este país». De ahí que sea «muy difícil de evaluar las pérdidas globales porque no sólo hay que evaluar las cantidades de aceite que se podrían dejar de vender», advierte sino todo lo trabajado hasta la fecha. En concreto, las inversiones nacionales en empresas estadounidenses del sector han superado en 823 millones a las norteamericanas en España en el 2023, últimos datos conocidos.
Trump no ha especificado los productos, pero el sector del aceite alberga pocas dudas de que le vaya a afectar, como ocurrió en la primera legislatura del presidente norteamericano. Pico matiza que si se aplica a todos los países este mismo porcentaje de arancel («tiene una fijación con el 25%) no supondría una distorsión en el mercado internacional porque también repercutiría a otros países como Túnez, Marruecos, Argentina o Chile, entre otros: «Encarecía el mercado y el precio de compra para los consumidores estadounidenses, pero todos estaríamos en las mismas condiciones si realmente no existe distinción de aranceles según el origen». La sospecha, en cambio, en que Trump realice excepciones y no imponga idénticas cuotas, privilegiando así a determinados países y castigando, por ejemplo, a la Unión Europea: «Esa medida sí nos haría perder competitividad». De hecho, Estados Unidos representa el segundo destino de la exportación agroalimentaria de la Unión Europea (UE), que está valorada en unos 27.200 millones de euros. A nivel global, la UE ha registrado un superávit en la balanza comercial agroalimentaria con EEUU de 15.421 millones de euros en 2023.
De las 180.000 toneladas de aceite español que se envía Estados Unidos, «la mitad de esa producción se envía envasado con marca española y el otro 50% se realiza a granel, es decir, que luego en el destino tienen la posibilidad de venderlo como si fuera autóctono con marca propia», analiza este experto. Antes del anuncio, Trump había pedido un informe a su Departamento de Comercio sobre la balanza que tiene Estados Unidos en el sector agroalimentario con la Unión Europea, por lo que el anuncio «no nos ha cogido por sorpresa», señala el representante de la patronal del aceite español, que matiza: «Ya nos buscamos la vida la otra vez, pero aquellas restricciones sólo duraron tres años», recuerda.
La intención del presidente norteamericano es proteger a los agricultores de su país, aunque la producción de aceite, focalizada en Texas y otra pequeña proporción en California, que llega únicamente a una cantidad total de 430.000 hectáreas, de los que sólo 12.000 toneladas están dedicadas al aceite de oliva y el resto a aceite vegetal y grasas para la producción de la canola o el aguacate, a un precio sensiblemente inferior. «El primero que va a perder es el consumidor de aceite norteamericano, que va a pagar más», destaca Pico, escaso consuelo para el sector agroalimentario español que, después de grandes esfuerzos, ocupa una posición estratégica en la balanza comercial con Estados Unidos, habiéndose convertido en un claro referente al exportar productos de calidad y muy valorados. Todo está ahora en juego.
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