<p>España vivió el pasado lunes su particular <i>Regreso al Futuro</i> energético. En un momento en el que la composición del mix replicaba prácticamente el que prevé el Plan diseñado por <a href=»https://www.elmundo.es/e/te/teresa-ribera.html» target=»_blank»>Teresa Ribera</a> para 2030, todo saltó por los aires. Independientemente de cuál sea la causa concreta, la foto del apagón o cero absoluto es delicada para el Ejecutivo, pues evidencia que <strong>el modelo ha ido por delante de los criterios de seguridad.</strong></p>
La foto del apagón replica el plan diseñado por la ex vicepresidenta y actual comisaria para 2030, donde las renovables operan sin apoyo nuclear. El modelo va por delante de la seguridad
España vivió el pasado lunes su particular Regreso al Futuro energético. En un momento en el que la composición del mix replicaba prácticamente el que prevé el Plan diseñado por Teresa Ribera para 2030, todo saltó por los aires. Independientemente de cuál sea la causa concreta, la foto del apagón o cero absoluto es delicada para el Ejecutivo, pues evidencia que el modelo ha ido por delante de los criterios de seguridad.
Gracias a decenas de expertos independientes, hemos aprendido mucho de energía esta semana. Por ejemplo, que las fuentes que alimentan el sistema se dividen entre firmes y no firmes, o síncronas y asíncronas. La diferencia es que las primeras operan con «grandes máquinas» o turbinas que, en el momento de ser desconectadas, siguen dando estabilidad a la línea durante unos segundos o milisegundos cruciales para que el sistema se amortigüe. Si hay un desequilibrio, sus rotores mantienen la velocidad de giro y generan «inercia».
Joaquín Coronado Galdós, la voz más pedagógica de la energía en España, ha contado que esto obedece a la primera ley de Newton: un cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento a menos que una fuerza actúe sobre él. Estas fuentes son la hidroeléctrica, el gas, la nuclear y el carbón. Salvo la primera, todas las que el Ejecutivo se quiere cargar. Las fuentes no firmes o asíncronas son de origen renovable, es decir, solar, termosolar y eólica. No tienen turbinas, sino que están conectadas por inversores. Cuando se desactivan, dejan de dar estabilidad a la red de manera inmediata.
También hemos aprendido que la red tiene que mantenerse en todo momento en 50 hercios de frecuencia (entre 49,9 y 52) y que todo lo que se mueve de ahí, hace saltar las conexiones. Mantener estable este equilibrio es la tarea de los técnicos de Red Eléctrica, que deben acompasar con precisión milimétrica la oferta y la demanda entre energías firmes y no firmes para que nada falle. Si hay exceso de oferta renovable, como sucedió el pasado lunes, y la demanda no puede atenderla, Red Eléctrica tiene que dar entrada a fuentes firmes para que la tensión no supere los 52 hercios. Es su colchón natural.
Por último sabemos que el mix energético español está dominado por fuentes asíncronas debido a la enorme dominancia de las energías renovables. Éstas aportan independencia y competitividad al sistema, al ser producidas en España y ser más baratas, pero le restan fiabilidad y resiliencia pues necesitan en el respaldo de la hidroeléctrica (si hay), el gas (ciclos combinados) o la energía nuclear.
Aunque el Gobierno ha establecido un falso dilema entre renovables y nucleares, el fiasco del lunes apunta a lo contrario: para apostar por las renovables tiene que haber fuentes no renovables -con inercia- muy fiables. Su compatibilidad es imprescindible.
El lunes se produjo una sobreabundancia de oferta renovable y sólo el 16% de la energía del sistema era firme. El apagón liquidó el 60% de la energía, dijo el presidente Sánchez. «La literatura del sector dice que entre el 20 y el 30% tiene que ser síncrona», ha explicado Nemesio Fernández Cuesta, ex secretario de Estado de Energía y quizá el mayor experto nacional en la materia. «No hay que culpar a las renovables, pero hay que establecer unos equilibrios diarios en los que se garantice la calidad del suministro». El Gobierno dice que en otras ocasiones ha habido más presencia renovable. Pero que no haya pasado antes no significa que el modelo no se haya movido en el alambre.
Según Red Eléctrica, diez minutos antes del apagón la nuclear aportaba 3,6 gigavatios de un total de 25. Menos de la mitad de las centrales estaba conectada. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la biblia de la energía que Teresa Ribera ha diseñado para hacer desaparecer la nuclear de España, prevé que esta fuente sólo pueda aportar 3,1 gigavatios en 2030. «Si querían una prueba de lo que puede pasar, ya la tienen», afirma un experto.
El apagón español supone un sofoco internacional para el Gobierno, ya que se llevó por delante la red portuguesa y parte de la francesa. Aunque la restauración fue rápida, gracias al suministro marroquí, todos los países se preguntaron a sí mismos si sus redes estaban lo suficientemente compensadas. «Llamada de alerta», lo tildó el Financial Times. En realidad, el toque de atención se venía produciendo desde hace semanas y había dado graves advertencias en la mañana de autos. Aún sí, ni el más refractario del mix energético pensaba que la caída pudiese afectar a todo el sistema.
En España, el Gobierno ha preferido ocultar el debate al verse retratado, en primer lugar, por la figura de Beatriz Corredor, la presidenta de Redeia (matriz de Red Eléctrica), cuyo único mérito es su proximidad a Sánchez y con un conocimiento en la materia inversamente proporcional a su salario de 560.000 euros. El papel principal de Corredor en su mandato -recién renovado- ha sido reforzar el ideario de Teresa Ribera en todas sus intervenciones. También quitar hierro a las señales de alarma que los técnicos incluían en sus informes.
La solución del Ejecutivo ha sido establecer un marco comunicativo a través de los medios afectos y sublimar los hechos. El marco se ha sustanciado en arrojar las sospechas sobre «las eléctricas». Pese a que fue él quien nombró a Corredor, que el 20% del accionariado es del Estado y que es éste quién regula al milímetro su funcionamiento, Sánchez incluyó a Red Eléctrica entre «los operadores privados».
La pátina conspiranoica quedó representada en Televisión Española. No en sus servicios informativos, donde, por ejemplo, la periodista Marta Solano, del Canal 24 Horas, ha realizado entrevistas muy didácticas, sino en las últimas incorporaciones externas de los programas matinales de periodistas más próximos a La Moncloa. En Mañaneros se sugirió que las grandes eléctricas españolas se podrían haber desconectado el sistema porque la electricidad valía cero. En lugar de argumentar su teoría, el afamado presentador colgó unos gráficos con los beneficios de las principales empresas del sector.
El relato tiene un recorrido complicado, ya que el suministro se programa a las 13.00 horas del día anterior. No se va improvisando. Pero el marco del Gobierno ya estaba totalmente apuntalado: no hay que mirar a si hay que apuntalar la fiabilidad de las renovables con energías firmes, sino a la codicia de las eléctricas para buscar las causas.
Por el camino, el Ejecutivo anunció el envío de funcionarios de Interior y de Defensa a las empresas. Se desconoce el paraguas legal empleado para una operación de estas características, más allá de intimidar a las compañías registradas y extender la pátina de sospecha sobre ellas.
El argumento oficial es que necesitan descartar si ha habido un ciberataque. Bien está cerciorarse sobre eso aunque todas las grandes compañías tengan equipos de seguridad que lo habrían detectado. El resultado es que, sea cual sea la causa, se desvía el foco sobre lo que tenía que haberla mitigado: las energías firmes. Si el futuro es renovable, éstas deben asegurar el suministro, porque sólo con ideología no funcionan los trenes ni los electrodomésticos.
Actualidad Económica