<p class=»ue-c-article__paragraph»>A quienes nos educamos en el ciclismo de los 80 nos fascinaba <strong>Marino Lejarreta.</strong><i>El junco de Bérriz</i> era un escalador talentoso que se defendía bien en todos los terrenos, algo muy anómalo antes de la llegada de<strong> Pedro Delgado. </strong>Lejarreta, además, tenía una peculiaridad. En las etapas llanas, esas que acaban al sprint, pasaba gran parte del recorrido en la cola del pelotón. En el ciclismo de hoy sería impensable que alguien que aspire al podio, como él, siguiese esa estrategia. Sin embargo, Lejarreta siempre decía que él estaba «cómodo».<br>La comodidad se entendía por la minimización del riesgo de golpes o caídas que se producían en la parte delantera del pelotón. Pero también era una forma de ahorrar esfuerzos. En las carreras de tantas horas es muy importante ir a cubierto de la fricción del viento que es una fuente enorme por el desgaste de la resistencia. Las tecnologías de hoy permiten calcular, por ejemplo, que el corredor que lanza el sprint va consumiendo entre un 30 y un 40% más de energía que el que va en décimo lugar. Para un ciclista fuerte como Lejarreta, ir en último lugar era lo más parecido a pedalear en una cinta transportadora. Guardaba su fuerza para momentos decisivos. Es una simple cuestión de eficiencia.<br>El efecto Lejarreta explica muy bien lo que ha pasado esta semana con el lanzamiento de la china <strong>DeepSeek. Olivier Blanchar,</strong> ex economista jefe del<strong> FMI, </strong>y <strong>Ángel Ubide, </strong>vicepresidente del hedge Fund <strong>Citadel, </strong>lo explicaron hace unos meses en <strong>Grand Continent:</strong> «No hay empresas tecnológicas líderes en la Unión. Pero ¿significa esto que la «lenta agonía» (…)? La respuesta es: no necesariamente. Muchos países se desarrollan a un ritmo similar al de EEUU sin estar a la vanguardia de la innovación tecnológica. Como un ciclista que, en una escapada, se pone detrás del líder para protegerse del viento y se conforma con ser el segundo, los países no necesitan necesariamente innovar para prosperar; pueden copiar y aplicar las innovaciones de otros».<br>A partir de los chips de <strong>Nvidia,</strong> DeepSeek ha lanzado al mercado un modelo de lenguaje peor que <strong>ChatGPT, </strong>pero más barato en la producción, el consumo de energía y la comercialización. Puede ser suficiente para muchas empresas que no podían acceder a la IA generativa por su elevado coste. DeepSeek ha casado mejor la oferta con la demanda. Y todo por organizar a un pelotón de jóvenes talentosos que iban tapados detrás el líder en un entorno favorable para la innovación. Gran lección para Europa. </p>
A quienes nos educamos en el ciclismo de los 80 nos fascinaba Marino Lejarreta.El junco de Bérriz era un escalador talent
A quienes nos educamos en el ciclismo de los 80 nos fascinaba Marino Lejarreta.El junco de Bérriz era un escalador talentoso que se defendía bien en todos los terrenos, algo muy anómalo antes de la llegada de Pedro Delgado. Lejarreta, además, tenía una peculiaridad. En las etapas llanas, esas que acaban al sprint, pasaba gran parte del recorrido en la cola del pelotón. En el ciclismo de hoy sería impensable que alguien que aspire al podio, como él, siguiese esa estrategia. Sin embargo, Lejarreta siempre decía que él estaba «cómodo».
La comodidad se entendía por la minimización del riesgo de golpes o caídas que se producían en la parte delantera del pelotón. Pero también era una forma de ahorrar esfuerzos. En las carreras de tantas horas es muy importante ir a cubierto de la fricción del viento que es una fuente enorme por el desgaste de la resistencia. Las tecnologías de hoy permiten calcular, por ejemplo, que el corredor que lanza el sprint va consumiendo entre un 30 y un 40% más de energía que el que va en décimo lugar. Para un ciclista fuerte como Lejarreta, ir en último lugar era lo más parecido a pedalear en una cinta transportadora. Guardaba su fuerza para momentos decisivos. Es una simple cuestión de eficiencia.
El efecto Lejarreta explica muy bien lo que ha pasado esta semana con el lanzamiento de la china DeepSeek. Olivier Blanchar, ex economista jefe del FMI, y Ángel Ubide, vicepresidente del hedge Fund Citadel, lo explicaron hace unos meses en Grand Continent: «No hay empresas tecnológicas líderes en la Unión. Pero ¿significa esto que la «lenta agonía» (…)? La respuesta es: no necesariamente. Muchos países se desarrollan a un ritmo similar al de EEUU sin estar a la vanguardia de la innovación tecnológica. Como un ciclista que, en una escapada, se pone detrás del líder para protegerse del viento y se conforma con ser el segundo, los países no necesitan necesariamente innovar para prosperar; pueden copiar y aplicar las innovaciones de otros».
A partir de los chips de Nvidia, DeepSeek ha lanzado al mercado un modelo de lenguaje peor que ChatGPT, pero más barato en la producción, el consumo de energía y la comercialización. Puede ser suficiente para muchas empresas que no podían acceder a la IA generativa por su elevado coste. DeepSeek ha casado mejor la oferta con la demanda. Y todo por organizar a un pelotón de jóvenes talentosos que iban tapados detrás el líder en un entorno favorable para la innovación. Gran lección para Europa.
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