Un número ha marcado este lunes la primera visita a Líbano del enviado de la Casa Blanca, Amos Hochstein, desde el inicio hace casi un mes de la ofensiva israelí, que ha dejado cerca de 2.000 muertos, desplazado a más de un millón de personas y descabezado a Hezbolá. Es el 1701, la incumplida resolución de la ONU que puso fin en 2006 a la guerra entre Israel y la milicia Hezbolá y reforzó la misión de los cascos azules en el sur de Líbano, sobre la que gira el debate político estos días a uno y otro lado de la divisoria. El primer ministro libanés, Nayib Mikati, y el presidente del Parlamento, Nabih Berry (que negocia en nombre de Hezbolá), se vienen comprometiendo a implementar la parte que toca a su país, a cambio de un alto el fuego inmediato. Es decir, a garantizar que no haya presencia ni armas de Hezbolá al sur del río Litani (todo lo contrario de lo que viene sucediendo) y a desplegar allí 15.000 soldados para ayudar a garantizarlo. La aplicación plena de la resolución obligaría, por su parte, a Israel a poner fin a sus vulneraciones diarias desde hace años del espacio aéreo libanés (y ahora también terrestres, con la invasión que inició hace tres semanas) y a negociar los diferendos pendientes sobre la frontera.
Netanyahu exige dos elementos que chocan con la resolución de la ONU que puso fin a la guerra de 2006: que su ejército participe en la “aplicación activa” y libertad de acción en el espacio aéreo de Líbano
Un número ha marcado este lunes la primera visita a Líbano del enviado de la Casa Blanca, Amos Hochstein, desde el inicio hace casi un mes de la ofensiva israelí, que ha dejado cerca de 2.000 muertos, desplazado a más de un millón de personas y descabezado a Hezbolá. Es el 1701, la incumplida resolución de la ONU que puso fin en 2006 a la guerra entre Israel y la milicia Hezbolá y reforzó la misión de los cascos azules en el sur de Líbano, sobre la que gira el debate político estos días a uno y otro lado de la divisoria. El primer ministro libanés, Nayib Mikati, y el presidente del Parlamento, Nabih Berry (que negocia en nombre de Hezbolá), se vienen comprometiendo a implementar la parte que toca a su país, a cambio de un alto el fuego inmediato. Es decir, a garantizar que no haya presencia ni armas de Hezbolá al sur del río Litani (todo lo contrario de lo que viene sucediendo) y a desplegar allí 15.000 soldados para ayudar a garantizarlo. La aplicación plena de la resolución obligaría, por su parte, a Israel a poner fin a sus vulneraciones diarias desde hace años del espacio aéreo libanés (y ahora también terrestres, con la invasión que inició hace tres semanas) y a negociar los diferendos pendientes sobre la frontera.
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Al Ejecutivo de Benjamín Netanyahu, sin embargo, ya no le bastaría con el cumplimiento de la resolución 1701, espoleado por su sucesión de golpes a Hezbolá (“Beirut está en llamas”, se jactaba este lunes en la red social X su ministro de Exteriores, Israel Katz, con la foto del impacto de una bomba sobre un edificio de la ciudad); decidido a cambiar la ecuación regional con Irán, el patrón de Hezbolá; y frustrado tras ver durante años cómo el partido-milicia se reforzaba ante la inacción del ejército libanés y la incapacidad de la misión de la ONU. Ahora tiene dos demandas que contradicen abiertamente la resolución, según el documento que Ron Dermer, mano derecha de Netanyahu, trasladó el pasado jueves a Washington y del que da cuenta el medio estadounidense Axios. Una es conceder al ejército israelí la potestad de participar en la “aplicación activa” de la 1701, para asegurarse de que Hezbolá no se rearma ni reagrupa cerca de la frontera entre ambos países. La otra, contar con libertad de acción en el espacio aéreo libanés.
El enviado especial de Estados Unidos a Líbano, Amos Hochstein, este lunes en su visita a Beirut para entrevistarse con distintas autoridades del país. WAEL HAMZEH (EFE)
Este lunes, tras mantener una reunión “muy constructiva” en Beirut con Berry, el enviado estadounidense ha insistido en que no ha venido a “cambiar” la resolución en vigor de la ONU, porque “es lo que es”, sino a plantear qué se le puede “sumar” para garantizar su implementación “justa, precisa y transparente”. “La 1701 logró poner fin a la guerra [de 2006], pero tenemos que ser honestos: nadie ha hecho nada para ponerla en práctica. La falta de implementación durante estos años ha contribuido al conflicto en el que estamos hoy. Eso debe cambiar, porque que ambas partes simplemente se comprometan con la 1701 no es suficiente”, ha asegurado.
“Solución definitiva”
El objetivo, ha añadido, es “acabar con este conflicto lo antes posible” y “encontrar una solución definitiva” porque los países que apoyen la reconstrucción, tras la guerra, y el reforzamiento de las Fuerzas Armadas libanesas (que, ha dicho, serían una “pieza fundamental” en la posguerra) necesitan la certeza de que “esto no va a ir a otra ronda de conflicto en un mes, un año o dos años”. Hochstein también se ha posicionado en contra de la postura de Hezbolá de vincular un alto el fuego en Líbano a uno en Gaza, que trata de resucitar en paralelo tras la muerte del líder de Hamás, Yahia Sinwar, el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, en la gira regional que inicia este lunes en Israel. “Vincular el futuro de Líbano a otros conflictos en la región” no va en el interés de los libaneses, ha señalado.
Berry es el “hermano mayor”, como lo llamó en su discurso el número dos de Hezbolá, Naim Qasem, al desvelar que está representando en el diálogo sus posiciones, pese a pertenecer a otra formación chií, Amal. Este lunes se ha aferrado a la aplicación plena de la resolución, por uno y otro lado. “Nuestra posición es la resolución 1701. Nada ha cambiado y el enemigo no puede obligarnos a aceptar por la fuerza de las armas”, ha declarado. El primer ministro Mikati también ha definido la 1701 como insustituible, pero ha abierto la puerta a “nuevos acuerdos” para ponerla en práctica.
En este contexto, Israel ha normalizado los ataques a la misión de la ONU en Líbano (Unifil), integrada por soldados de medio centenar de países y cuyo mandato renueva cada año el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este domingo, la misión denunció que un bulldozer del ejército israelí “demolió deliberadamente” una torre de observación y la valla del perímetro de una de sus posiciones, en Marwahin, en el sur de Líbano. El comunicado recurre hasta en dos ocasiones a la fórmula “una vez más” para recordar que los ataques contra posiciones de los cascos azules en el país suponen una “violación flagrante del derecho internacional y de la resolución 1701″.
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