<p>El <a href=»https://www.elmundo.es/e/co/congreso-de-los-diputados.html»>Congreso de los Diputados</a> sigue esperando la presentación de un proyecto de Presupuestos para 2026 y antes de ello, la remisión a la Cámara de la senda de estabilidad conocida como techo de gasto. Ninguna de las dos cosas llegará a tiempo para evitar el próximo 1 de enero una nueva prórroga de las cifras del Estado y así el país entrará en un tercer año de legislatura sin cuentas públicas.</p>
Los grupos parlamentarios de la oposición creen que el Gobierno está diseñando un «relato preelectoral»
El Congreso de los Diputados sigue esperando la presentación de un proyecto de Presupuestos para 2026 y antes de ello, la remisión a la Cámara de la senda de estabilidad conocida como techo de gasto. Ninguna de las dos cosas llegará a tiempo para evitar el próximo 1 de enero una nueva prórroga de las cifras del Estado y así el país entrará en un tercer año de legislatura sin cuentas públicas.
Pese a los anuncios reiterados en los últimos días por parte de la ministra de Hacienda insistiendo en que el proceso echará definitivamente a andar en los próximos días, los grupos parlamentarios mantienen el escepticismo porque no ven «mimbres» para que el proyecto salga adelante.
Más aún, se extiende el convencimiento de que en el caso de que el Gobierno cumpla, esta vez sí, su palabra, y presente las cuentas como exige la Constitución, la decisión formará parte de una estrategia, de la «creación de un relato con tintes preelectorales» porque, y en esto coincide buena parte del Hemiciclo, las posibilidades de que el proyecto presupuestario sea aprobado por el Congreso son muy escasas cuando no nulas.
De hecho, antes incluso de que el Ejecutivo dé siquiera los anunciados primeros pasos, Podemos, un grupo con cuatro escaños imprescindibles para que las iniciativas gubernamentales vean la luz, ya ha anticipado su rechazo rotundo a cualquier diseño de cuentas públicas que no revierta el aumento del gasto militar acordado ya por el Consejo de Ministros sin pasar por el Parlamento –10.000 millones– para llegar hasta el 2,1% del PIB, lo que implica un gasto en defensa de aproximadamente 30.000 millones al año.
La exigencia de marcha atrás respecto a lo ya pactado con la Alianza es inasumible para el presidente del Gobierno so pena de ver hundido irremediablemente su prestigio como aliado serio ante los socios. Sólo el mensaje de que el Ejecutivo español no puede aprobar el Presupuesto del Estado porque un grupo minoritario rechaza el gasto militar basta para poner en evidencia la debilidad de la posición internacional de Pedro Sánchez. De hecho, el propio ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha insistido en que el gobierno cumplirá sus compromisos en un intento de afianzar la palabra dada por el presidente a los aliados y alejar las sospechas de fragilidad.
La demanda de Podemos lleva aparejada además la petición de que dichos fondos se destinen a gasto social y principalmente a paliar el problema de la falta de vivienda y sus elevadísimos precios.
La portavoz de los morados en el Congreso, Ione Belarra, ya ha estrenado un eslogan para resumir su filosofía: «Una persona, una casa». Con ello aboga por la intervención del mercado inmobiliario a fin de que únicamente pueda adquirirse una vivienda para residir.
A diferencia de otras ocasiones en las que Podemos ha acabado cediendo aceptando alguna moneda de cambio por parte del Ejecutivo, esta vez la línea roja es muy nítida y profundiza en una de las banderas que la formación morada ondea con firmeza, más aún si se olfatea una posibilidad de adelanto electoral: el antimilitarismo, con todo lo que ello conlleva de oposición no sólo al gasto en Defensa y en armamento sino también a cualquier tipo de intervención, incluso no ofensiva, en los conflictos. Es el caso, por ejemplo, de la agresión rusa a Ucrania, detonante en buena medida del incremento del gasto acordado por la Alianza Atlántica.
El listón de los morados en este caso es muy alto llegando a plantear incluso la salida de España de la OTAN. En opinión de la líder de Podemos, «el Gobierno traerá unos Presupuestos para hacer campaña electoral y perderlos».
En realidad, la sospecha de Belarra, que coincide en esto con otros grupos, es que el Ejecutivo, en caso de remitir el proyecto de cuentas al Congreso, y a sabiendas de que no podrá aprobarlo, lo que busca es el momento idóneo para convocar anticipadamente elecciones culpando a la oposición, en la que ahora se incluyen los morados, del fracaso de unas cuentas públicas que, a buen seguro, se presentarían como expansivas y con fuerte carga social.
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