<p>El Gobierno de <strong>Pedro Sánchez</strong> lanzó en secreto un órdago a <strong>Ursula von der Leyen</strong> a cuenta de Gaza. Y lo ganó. Ocurrió en 2024. A finales de enero, el Gobierno de Israel acusó a UNRWA -la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina- de estar infiltrada por miembros de Hamas, y llegó a sostener que algunos de sus empleados participaron en los atentados del 7 de octubre de 2023. Algo que se demostró falso. Entonces, la UE congeló parte de la financiación de la agencia, a lo que Sánchez se opuso de manera categórica.</p>
Preguntadas por esta operación secreta, fuentes gubernamentales aseguran que «menos mal» que España «y otros» les doblaron la mano a los países de la UE que querían cerrar el grifo a UNRWA
El Gobierno de Pedro Sánchez lanzó en secreto un órdago a Ursula von der Leyen a cuenta de Gaza. Y lo ganó. Ocurrió en 2024. A finales de enero, el Gobierno de Israel acusó a UNRWA -la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina- de estar infiltrada por miembros de Hamas, y llegó a sostener que algunos de sus empleados participaron en los atentados del 7 de octubre de 2023. Algo que se demostró falso. Entonces, la UE congeló parte de la financiación de la agencia, a lo que Sánchez se opuso de manera categórica.
Tal fue la oposición española, que una delegación de La Moncloa se plantó en Bruselas y le transmitió a la presidenta de la Comisión Europea y a su todopoderoso jefe de Gabinete, Bjoern Seibert, que «si bloqueaba la ayuda a UNRWA, España bloquearía otras decisiones y medidas en el Consejo Europeo y del Parlamento Europeo». Un pulso sin medias tintas, según ha confirmado EL MUNDO en fuentes comunitarias.
Frente a la tendencia natural de la política exterior española -siempre con Alemania, nunca contra Francia-, el Gobierno rompía la baraja y lanzaba un órdago. Desde entonces, Sánchez priorizó la defensa de los gazatíes frente a la masacre israelí como eje de su política exterior. Ahora, preguntadas por esta operación secreta, fuentes gubernamentales aseguran que «menos mal» que España «y otros» les doblaron la mano a los países de la UE que querían cerrar el grifo a UNRWA y tomar partido por el postulado israelí.
Hay que recordar que UNRWA da soporte a 5,9 millones de refugiados palestinos y que de su ayuda de emergencia depende nada menos que el 80% de la población gazatí.
La secuencia de los hechos fue la siguiente. En enero de 2024, tres meses después del ataque de Hamas, Israel implicó a la agencia de la ONU en el ataque terrorista del 7 de octubre. La acusación, sin pruebas, hizo que 11 estados miembros (Austria, Alemania, Estonia, Finlandia, Francia, Italia, Lituania, Letonia, Países Bajos, Rumanía y Suecia) y otros contribuyentes relevantes de UNRWA (EEUU, Canadá o Reino Unido) congelaran sus aportaciones.
Esa presión llevó a la Comisión Europea (espoleada por el comisario húngaro Olivér Várhelyi, sobre todo) a congelar de facto sus aportaciones durante un mes y a anunciar que estaba considerando seriamente cancelar los 82 millones comprometidos para 2024. El Ejecutivo de España se movilizó para intentar frenar esta decisión. Primero comunicó oficialmente que mantendría e incrementaría el apoyo financiero a UNRWA. Después, el 3 de febrero, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, se reunió con Várhelyi (entonces comisario de Ampliación y Vecindad y ahora, de Sanidad) y le pidió «que el flujo de recursos a la agencia se reanudase».
Dos semanas después, el 14 de febrero, Sánchez le envió una carta a Von der Leyen subrayando que «se debe mantener el apoyo de la UE a la UNRWA» porque ya entonces no había «ninguna posibilidad de lograr el urgente incremento masivo y sostenido» de ayuda humanitaria sin que la agencia «desempeñe un papel central».
Esa petición formal la reiteró el embajador español ante la UE, Marcos Alonso, en el Consejo de Asuntos Exteriores celebrado cinco días después. Y en Consejo Europeo de marzo, Sánchez volvió a exigir que se siguiera financiando adecuadamente a la agencia. Aun así, Várhelyi y otros comisarios, presionados por Israel y por algunos estados de la UE, siguieron negando los fondos suficientes para que UNRWA socorriera a los palestinos.
Y ahí es cuando llegó el órdago de Sánchez a Von der Leyen. El director de Gabinete del presidente, Diego Rubio, le trasladó «directamente» a la cúpula de la Comisión Europea que si bloqueaba la ayuda a UNRWA, España contraatacaría con un bloqueo a las grandes decisiones del Consejo Europeo, órgano político principal de la UE. En la mayor parte de los casos, éste adopta legislación junto con la Eurocámara, a la que también intentaría bloquear España. Y hay decisiones que el Consejo toma por unanimidad, por lo que la amenaza de España era real. La apuesta era a cara o cruz. Todo o nada.
Esa presión, que no se había conocido hasta hoy, surtió efecto. El órdago salió bien y, finalmente, la Comisión retomó los desembolsos a finales de marzo, en tres tramos. «Creemos que les salvamos el pellejo también a ellos. ¿Cómo habría envejecido la decisión de bloquear de forma indefinida los pagos a la agencia? Ellos serían corresponsables indirectos. En su momento se cabrearon con nosotros, pero les hicimos un favor enorme», aseguran fuentes gubernamentales.
La Casa Real y La Moncloa hablaron sobre decir en la ONU la palabra «genocidio»…
El discurso del Felipe VI ante la Asamblea de la ONU tuvo una gran resonancia, no sólo en España. El Monarca habló de «masacre» e instó a «no mirar hacia otro lado», condenando los «actos aberrantes» cometidos por Israel, «que repugnan a la conciencia humana». El jefe de Estado no usó la palabra «genocidio», pero, según ha sabido EL MUNDO, el término concreto fue algo que se debatió en las conversaciones entre la Casa Real y Moncloa. Finalmente, el discurso del Rey transitó por la máxima contundencia sin llegar a pronunciar la palabra de marras.
… y el PP encuentra en el discurso de Felipe VI su mejor argumentario
La contundencia de Felipe VI en la Asamblea General de Naciones Unidas gustó, y mucho, en el PP. Durante el cónclave de Feijóo y sus barones en Murcia se habló de este tema, y concluyeron que el discurso del Rey se había situado en el punto justo. Tanto, que lo hicieron suyo por completo, como si fuera un argumentario. «No podemos guardar silencio ante tantas muertes entre la población civil, ante la hambruna y ante el desplazamiento forzoso de cientos de miles de personas», dijo. «Son actos aberrantes» que «avergüenzan a la comunidad internacional», añadió.
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