<p>La pelea judicial entre<a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/07/22/687fa51be9cf4a49148b45a5.html»> Juana Rivas</a> y Francesco Arcuri vivió <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/07/21/687e69c121efa023028b45a6.html»>ayer el enésimo vuelco tras ocho años de litigios judiciales</a> de todo tipo y después de que el hijo menor, Daniel, fuera retenido por su madre en Granada durante siete meses a pesar de que la Justicia italiana reclamaba que debía volver con su padre.</p>
Se retrasa la entrega del menor al viernes debido a las «dificultades de ejecución»
La pelea judicial entre Juana Rivas y Francesco Arcuri vivió ayer el enésimo vuelco tras ocho años de litigios judiciales de todo tipo y después de que el hijo menor, Daniel, fuera retenido por su madre en Granada durante siete meses a pesar de que la Justicia italiana reclamaba que debía volver con su padre.
Aunque había lugar -el Punto de Encuentro Familiar- y hora -de 10.00 a 11.00- para que la custodia del niño pasara ordenadamente de la madre al padre, que la ostenta legalmente, después de que incluso el Tribunal Constitucional negara a última hora el enésimo recurso de Rivas, y tras casi cuatro horas de espera para Arcuri, que entró al lugar sonriente, diciendo «sólo quiero abrazar a mi hijo», el trámite no pudo completarse: Daniel, apoyado en todo momento por su hermano, a quien aunque según Italia participa de las «manipulaciones» al menor nadie consiguió separar de él, se resistió a irse con su progenitor.
Mientras las psicólogas del centro realizaban su trabajo para reconstruir los vínculos entre padre e hijo, según testigos presenciales consultados por EL MUNDO, Gabriel Arcuri repitió constantemente las consignas que el entorno de Juana Rivas lleva propalando meses, descartadas por las sentencias civiles italianas, por lo cual España deja que el niño vuelva a la localidad italiana de Cerdeña: «No quiero irme a Italia porque mi padre me va a matar», recitó Daniel, incluso al entrar en el centro, ante decenas de cámaras y flashes, y después de que varias personas congregadas en apoyo de Rivas le gritaran: «¡Dilo, dilo, di lo que tengas que decir!».
El papel de Gabriel, de 19 años y quien según los psicólogos italianos se ha situado en la versión de la madre -la mujer «maltratada» a la que él «debe salvar»- y vive con ella en Granada, fue clave en la resistencia del menor a irse con su padre.
Según fuentes presenciales, el joven se negó a abandonar las instalaciones del lugar a pesar de que así se lo ordenó la juez, y estuvo constantemente junto a su hermano, repitiendo las denuncias que Rivas, Francisca Granados y su entorno han sostenido durante años. Todas esas denuncias han sido descartadas por los tribunales italianos excepto cuatro, que se juzgarán en septiembre próximo y que no obstante también fueron descartadas por la última sentencia civil, de 18 de febrero pasado, y por Fiscalía de Menores en enero.
Ayer, la operativa de entrega de la custodia del menor al padre obligaba a que quienes llegaban con él procedentes del entorno de la madre se retiraran, para que Arcuri pudiera acercarse al chico, a quien Italia ha diagnosticado daños neurológicos por las disociaciones planteadas por su madre. Sin embargo, eso nunca ocurrió. Gabriel Arcuri, quien según las sentencias italianas y lo declarado por el propio Daniel en Italia siempre ha participado de las «manipulaciones» de su madre, nunca llegó a abandonar el lugar y siempre permaneció junto a su hermano.
Incluso cuando agentes de Policía presentes en el centro consiguieron que saliera de la habitación, el joven terminó regresando, e irrumpiendo cuando las psicólogas trabajaban para que Daniel aceptara los acercamientos de su padre, que llegó a abrazarle, y que le mostraba vídeos de su vida en Cerdeña, con la que no ha podido tener ningún contacto en los últimos siete meses: no ha hablado ni un segundo con ninguno de sus amigos desde que llegó a España.
Lo hizo con orden del juez italiano de hablar cada día con su padre para evitar la «alienación» que los jueces de Cagliari siempre han visto en Rivas. Tampoco llegó a hablar con él ni un segundo en 215 días.
Este martes, dentro del Punto de Encuentro Familiar, en determinado momento los dos hermanos llegaron a gritar para intentar entorpecer la entrega, que ha sido señalada de nuevo por la juez de Instrucción 3 de Granada, Cristina Luis, para este viernes 25 de julio. La idea es realizarlo en un lugar neutral, en que no haya decenas de cámaras, activistas y curiosos, y que sólo formen parte del contingente las personas imprescindibles, y en el orden a que la ley obliga.
La mañana fue, en definitiva, dramática. En lugar de realizar una entrada al lugar quirúrgica, sin exponer a los menores, Rivas y ambos dos, además de Granados y uno de los abogados, realizaron un paseíllo de 150 metros rodeados de cámaras. Rivas recorrió los últimos 50 metros caminando de espaldas, llorando abrazada a Francisca Granados, directora del Centro de la Mujer de Maracena y gran ideóloga de cada acción de la madre, en vez de prestar atención a su hijo pequeño, que caminaba a su lado, junto a su hermano Gabriel.
Apenas 45 minutos después Rivas abandonó el lugar en ambulancia, tras sufrir un «ataque de ansiedad». También el menor, en determinado momento de la larga mañana de ayer, hizo amago de sufrir una crisis de ansiedad, que fue fácilmente sofocada por las psicólogas del centro.
El niño se resistía activamente a ver a su padre, quien aguardaba paciente en una sala, esperando. Y, a su lado, su hermano, repetía los agravios que, según Italia, Rivas ha contagiado a su hijo mayor, y ahora parece que al pequeño. Después de tres horas de tira y afloja, la jueza Cristina Luis señaló que , «vistas las circunstancias» y en orden a «las dificultades de la ejecución de la entrega», se aplazaba el trance al viernes, para el cumplimiento «activo» de la entrega de Daniel a Francesco Arcuri.
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