<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>Alemania </strong>está sufriendo ya el impacto de la<strong> guerra arancelaria </strong>desatada por el presidente estadounidense Donald Trump en una de sus industrias más potentes, la <strong>automovilística</strong>, lo que ha empañado la euforia que existía en el país tras el anuncio del plan fiscal expansivo de inversión en infraestructuras, por 500.000 millones, con el que el Gobierno de Friedrich Merz quiere reflotar la que antaño era la locomotora de Europa. </p>
Volkswagen presentó este viernes sus resultados y admitió que ha ganado 1.300 millones menos por los aranceles. La industria española ya nota la caída de la demanda: las exportaciones de componentes de vehículos han caído un 12,2% interanual hasta mayo
Alemania está sufriendo ya el impacto de la guerra arancelaria desatada por el presidente estadounidense Donald Trump en una de sus industrias más potentes, la automovilística, lo que ha empañado la euforia que existía en el país tras el anuncio del plan fiscal expansivo de inversión en infraestructuras, por 500.000 millones, con el que el Gobierno de Friedrich Merz quiere reflotar la que antaño era la locomotora de Europa.
El 2 de agosto se cumplirán cuatro meses desde que entró en vigor el arancel específico del 25% a todos los coches importados por Estados Unidos, una medida que ya está haciendo mella en las ventas de algunos países al exterior. Es el caso de Alemania, que vendió en marzo un 30% más de vehículos a EEUU ante la inminente entrada en vigor de las tarifas, pero cuyas ventas se desplomaron después un 13% interanual en abril y un 25% en mayo por el efecto de las mismas, según los datos de la Asociación Alemana de la Industria Automotriz (VDA, por sus siglas en alemán).
Hay que tener en cuenta que aplicar un arancel supone que cualquier comprador estadounidense que quiera tener un coche alemán, por ejemplo, tendrá que pagar un 25% más por él. La estrategia de Trump asume que, al ser más caro, esto le llevará a optar por otras marcas, preferiblemente las locales que mantienen su precio, lo que beneficiará a la industria doméstica. El problema está en que obvia que si sube la demanda de los coches estadounidenses y cae la de los extranjeros, la ley de la oferta y la demanda dice que el precio de los primeros también subirá.
El gigante del motor alemán Volkswagen ha sido uno de los primeros en resentirse por la aplicación de los aranceles. Según anunció este viernes, sus resultados hasta junio se han hundido un 36,6% en comparación con el mismo periodo del año anterior, lo que supone que ha ganado 4.005 millones de euros en un contexto que la firma califica como «extremadamente desafiante». En estos resultados fueron determinantes los aranceles de Trump, que le han costado ya a la compañía 1.300 millones de euros.
El grupo, al que pertenecen marcas como VW, Audi, Porsche, Seat y Cupra, ha registrado un resultado operativo de 6.707 millones, un 32,8% más bajo en comparación interanual, por lo que la rentabilidad operativa sobre las ventas bajó hasta el 4,2%, frente el 6,3% del primer semestre.
En Bolsa, no obstante, estos resultados no se tradujeron ayer en una caída de las valoraciones. Volkswagen ganó un 4,5%, en línea con las subidas que experimentaron otras compañías del sector como Porsche, que avanzó un 3,7%; BMW, que repuntó un 2,8%, o Mercedes-Benz, que se revalorizó un 2,6%. El sector ya había experimentado avances esta semana tras la consecución del acuerdo comercial entre EEUU y Japón, que parecía infundir confianza en torno al de la UE.
Aunque el enfriamiento del comercio internacional por las políticas de la Administración estadounidense es la razón principal de los peores resultados de Volkswagen, la firma también ha visto cómo se resienten las ventas de sus marcas más caras, Porsche y Audi, en un entorno de debilidad económica, desconfianza por parte de los hogares y subidas de precios acumuladas en los últimos años.
Este mismo viernes, el Instituto de Investigación Económica de Alemania (Ifo, conocido por su número de integrantes como «los cinco sabios»), publicó su índice de confianza actualizado a julio, que ha sido decepcionante para lo que esperaba el mercado. En concreto, se situó en 88,6 puntos, por encima del nivel de junio (88,4) pero por debajo de lo que esperaba el consenso (89).
«Las empresas se mostraron ligeramente más satisfechas con la actividad actual. Sin embargo, sus expectativas se mantuvieron prácticamente sin cambios. La recuperación de la economía alemana sigue siendo lenta», lamentó Clemens Fuest, presidente del Instituto.
En el sector manufacturero la confianza empresarial mejoró porque las empresas consideraron que su situación actual es mejor y también lo son sus expectativas, pero la entrada de pedidos es débil y la utilización de capacidades subió sólo al 77,2% desde el 77%.
«Las perspectivas a corto plazo para la economía alemana seguirán viéndose muy afectadas por las tensiones comerciales en curso, los posibles aranceles estadounidenses y el euro más fuerte. Sigue siendo notable que las empresas alemanas parecen ignorar casi por completo estos riesgos. Este regreso del optimismo también podría recibir una ducha fría la próxima semana cuando se publique la primera estimación del crecimiento del PIB del segundo trimestre. No obstante, las perspectivas a largo plazo siguen mejorando. Se sigue deliberando sobre si el dinero podrá comprar crecimiento, pero el índice Ifo de hoy muestra una vez más que al menos puede comprar optimismo», señala Carsten Brzeski, responsable global de Macroeconomía de ING.
El PIB alemán se expandió un 0,4% intertrimestral en el primer trimestre; la consultora británica Capital Economics estima que en el segundo tan sólo avanzará una décima y que se estancará en el tercero. «Solo el próximo año anticipamos una recuperación más significativa gracias al próximo estímulo fiscal», admiten.
Las dificultades que atraviesa el sector automovilístico alemán, con un menor dinamismo de sus ventas en el exterior, se traduce también en una menor demanda de componentes procedentes de otros países, como es el caso de España.
Los últimos datos de comercio exterior, actualizados a cierre de mayo, demuestran que las exportaciones del sector autómovil español han caído un 10,5% en lo que va de año, de ahí que su peso sobre el total se haya reducido del 14,5% al 12,9%. Las ventas de automóviles y motos al exterior han retrocedido un 9,9% interanual, mientras que las de componentes se han hundido un 12,2%.
Alemania ha comprado un 3,6% menos a España en los primeros cinco meses del año, una de las caídas de ventas más pronunciadas en la UE junto con la de Francia (-8,4%), que atraviesa importantes dificultades presupuestarias y no tiene el margen fiscal de Alemania para poder impulsar su economía.
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