<p>De la concesión del <strong>Premio Nobel de Literatura</strong> al húngaro László Krasznahorkai me entero en el Patio de Floridablanca del Congreso de los Diputados y lo celebro solo, mi estado civil habitual de los jueves. La aparente soledad del Congreso también es la mía. Antes me han llamado la atención amablemente dos ujieres por deambular por palacio un día sin actividad parlamentaria. Desconozco las normas de la Casa y se me nota. Entré de <i>polizón</i> y de <i>polizón</i> me quedo. Tengo la mañana por delante, busco en internet cosas Krasznahorkai y las encuentro. Va esta: <strong>»Los políticos son los seres más dañinos que hay»</strong>. Sé que el desencanto es otra forma de ficción. De las más tajantes y verdaderas.</p>
La agitación en el Congreso genera otra semana de ruido de sables y el húngaro Krasznahorkai, feroz contra los políticos europeos, gana el Nobel
De la concesión del Premio Nobel de Literatura al húngaro László Krasznahorkai me entero en el Patio de Floridablanca del Congreso de los Diputados y lo celebro solo, mi estado civil habitual de los jueves. La aparente soledad del Congreso también es la mía. Antes me han llamado la atención amablemente dos ujieres por deambular por palacio un día sin actividad parlamentaria. Desconozco las normas de la Casa y se me nota. Entré de polizón y de polizón me quedo. Tengo la mañana por delante, busco en internet cosas Krasznahorkai y las encuentro. Va esta: «Los políticos son los seres más dañinos que hay». Sé que el desencanto es otra forma de ficción. De las más tajantes y verdaderas.
Pienso en lo que fue el miércoles esta sede parlamentaria. Las risas desde las bancadas. Las ovaciones. El ruido seco de las mandíbulas batiendo. El «Ánimo Alberto» de Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijóo. También esto otro en dirección contraria, de Feijóo a Sánchez: «El presidente ha vivido de la prostitución». Después los titulares y después la nada. Sánchez es el primer presidente en ejercicio obligado a comparecer en una de las dos cámaras que componen las Cortes Generales para dar explicaciones por corrupción. No es poco. Y aun así sospecho que el miércoles favoreció al líder del PSOE por las votaciones salvadas templando mucho el metal de los apaños de coalición, como en los bazares persas. Hubo una especial crispación de la que aún se recuerdan coletazos por las bromas de los trabajadores. En la calle, sin embargo, cuando se habla de política (o de los políticos) asoma demasiadas veces la resignación sólida del que contempla la ley de la gravedad desde abajo.
Van dos caminando y uno cita a Gabriel Rufián cuando pasan por mi lado. Estoy con el oído alerta en uno de los pasillos y con los ojos hago pasadas por un paisaje al óleo, Molinos de Valdepeñas, del pintor manchego Gregorio Prieto. Disimulo como puedo. Mentar la cabra de la Legión por el gasto que genera el animal, como hizo el portavoz de ERC, es un praliné muy de su estilo eficaz para hacerse sitio en las crónicas. Casi siempre le sale bien porque basta un chascarrillo inesperado, como si tal cosa, para distinguirse en la mañana hipopótama del Congreso. Rufián sabe, como usted o como yo, que la apasionada soflama de la cabra no va a ninguna parte. Tras la formidable presión de los miércoles de pleno se experimenta mejor el reposo de los jueves vacíos. Efectivamente, no va a ninguna parte.
España está fea. La España que se negocia y se trastea aquí dentro. La oposición del PP flojea. Algunos parecen salir al escaño con los triglicéridos descompensados (demasiada grasa en las células) y la mordida descoyuntada. Elías Bendodo desaprovechó otra oportunidad. Disfraza de artillería una brisilla de sables. Es un problema de logística interpelativa. Algo grave está pasando detrás de las cortinas de Moncloa, pero saben disimular mejor el hueso pelado. Sánchez ondeó el asunto del derecho al aborto y ahí los de Feijóo hacen aguas. Por eso hoy se distancia de la vía húngara de Isabel Díaz Ayuso, siempre dos zancadas por delante de su patrón. Sánchez sacó también a paseo el fallo en los diagnósticos preventivos de la sanidad pública en Andalucía para las pruebas oncológicas de más de un millar de mujeres. Y no faltó el real decreto ley para hacer un embargo al gobierno de Netanyahu anulando la venta de armas a Israel (ya veremos) por el genocidio en Gaza. El PP votará en contra. Feijóo quedó algo abandonado en el escaño con una cantimplora y un revólver, como los heridos en los westerns. Sánchez conoce mejor los resortes del parlamentarismo, maneja el cinismo con maña y la cólera no le oscurece porque la disimula arrojándose a la zarza ardiente. Recuerda a algunos predecesores, sin presupuestos pero con alegría.
El pasado se nos enreda con el presente y a ese cortocircuito lo llamamos Historia. Los jueves de Congreso son días en los que todo ocurrió ya. Es bueno venir sin expectativa cuando el sopor invade. El húngaro Kasznahorkai lo tiene claro: «Necesitamos profetas falsos que nos mientan». Ahí están ellos.
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