<p>Debilitar tanto como sea posible al Estado en Cataluña, mientras el independentismo se robustece y se prepara para proponer otro envite a la unidad Estatal a partir de 2031, una vez recuperada una base social favorable a la secesión. Estos son los puntos cardinales de la nueva hoja de ruta de ERC, que está renovando su ideario tras la reelección de <strong>Oriol Junqueras </strong>como presidente del partido y después de haber sido apeada del Govern de la Generalitat en favor del PSC.</p>
Como paso previo a un nuevo referéndum secesionista para el que todavía evita fijar fecha
Debilitar tanto como sea posible al Estado en Cataluña, mientras el independentismo se robustece y se prepara para proponer otro envite a la unidad Estatal a partir de 2031, una vez recuperada una base social favorable a la secesión. Estos son los puntos cardinales de la nueva hoja de ruta de ERC, que está renovando su ideario tras la reelección de Oriol Junqueras como presidente del partido y después de haber sido apeada del Govern de la Generalitat en favor del PSC.
La nueva ponencia estratégica de los republicanos -aún sujeta a enmiendas de la militancia- propone la «construcción de un escenario para 2031 que haga posible consolidar una mayoría social y política favorable a la República Catalana y al ejercicio efectivo del derecho a la autodeterminación».
«Trabajaremos para el referéndum inevitable, para un nuevo 1 de octubre que nos lleve a la proclamación de la República Catalana, que es nuestro objetivo irrenunciable», defiende ERC, sin atreverse a poner fecha a esa nueva votación independentista, que continuará siendo su vía prioritaria para alcanzar la secesión, a pesar de que evita enterrar la unilateralidad. «No podemos descartar, de antemano, ninguna vía democrática», sostienen los republicanos en el texto, en alusión velada a ese escenario.
Mientras espolea la reactivación del independentismo durante las dos próximas legislaturas, pretende ERC «el desmantelamiento de las estructuras que el Estado mantiene en nuestra casa». «Si bien el independentismo ha sido tradicionalmente consciente de la necesidad de construir estructuras institucionales propias que permitan al país gobernarse con más soberanía, también tiene que tener presente la importancia de reducir el poder y la influencia que las instituciones del Estado ejercen sobre los diferentes ámbitos de la vida comunitaria de la ciudadanía de Cataluña», alega ERC en su ponencia, que añade: «El objetivo no es sólo fortalecer las instituciones nacionales, sino también limitar la capacidad de incidencia del Estado».
Aboga la formación liderada por Junqueras por «aprovechar cualquier espacio de influencia para reducir el control del Estado sobre sectores estratégicos»; y lo hace tras pactar con el PSOE y el PSC un concierto económico para Cataluña que Gobierno y Generalitat se preparan para empezar a diseñar este mismo febrero. El próximo día 24 se reunirá en Barcelona la comisión Bilateral Estado-Generalitat, foro en el que se comenzará a negociar la llamada «financiación singular». ERC ya advirtió ayer al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, «exigencia y ambición» para esas citas.
El pasado domingo, en una entrevista concedida a EL MUNDO, ya señaló la secretaria general de los republicanos, Elisenda Alamany, que «evidentemente» la estrategia pasa por «ir conquistando soberanías» con el objetivo de llegar «más fuertes para hacer un desafío que consista en decidir si este país es libre del Estado español».
Alamay no escatimó autocrítica, al reconocer que, «posiblemente», Cataluña está «peor que antes del procés» y que sería «marciano» pensar que «se puede volver a 2017 como si nada hubiera pasado». Y la ponencia de ERC incide en la misma lectura al reconocer que «ocho años después del 1 de octubre el independentismo no ha sido capaz de hacer un diagnóstico común de qué fallo y se encuentra fragmentado, sin rumbo, sin estrategia compartida y desmovilizado». Pero también recuerda que, por aritmética parlamentaria, las fuerzas secesionistas tienen «una evidente palanca de influencia en los Gobiernos del Estado y de Cataluña». La palanca que ERC pretende utilizar para el «desmantelamiento» del Estado a través de la cesión de competencias clave como la recaudación y la gestión tributaria.
España