<p>La historia del cine está plagada de gatos. Como las redes, pero más. Los hay que llegaron desde más allá de las estrellas como <i>El gato que vino del espacio;</i> rijosos y algo cabrones como <i>El gato Fritz</i>; cínicos e insondables como el de Cheshire en <i>Alicia en el país de las maravillas</i>; descomunales como el de <i>Mi vecino Totoro</i>, o, mucho menos exótico, perezosamente encantadores como el de <i>Desayuno con diamantes.</i> Y luego está el de <i><strong>Flow, un mundo que salvar,</strong></i> del director <strong>Gints Zilbalodis</strong>, que entre sus muchas cualidades destaca la de ser el felino del año y, con toda probabilidad, el primer gato letón (de ahí procede su creador) en ser candidato a los Oscar. De momento, y tras su paso por el Festival de Cannes con todos los honores, ya es el gato europeo del año. Siempre en lo que al cine se refiere. Para él fue el premio a la mejor película de animación de los Premios del Cine Europeo celebrados en la localidad suiza de Lucerna y pocos son los que dudan que esta temporada ni Disney ni Pixar ni nada más que el gato de <i>Flow</i>.</p>
Tras ganar en los Premios del Cine Europeo, el director Gints Zilbalodis entra en todas las quinielas para derrotar a gigantes como Pixar, Disney o Dreamworks
La historia del cine está plagada de gatos. Como las redes, pero más. Los hay que llegaron desde más allá de las estrellas como El gato que vino del espacio; rijosos y algo cabrones como El gato Fritz; cínicos e insondables como el de Cheshire en Alicia en el país de las maravillas; descomunales como el de Mi vecino Totoro, o, mucho menos exótico, perezosamente encantadores como el de Desayuno con diamantes. Y luego está el de Flow, un mundo que salvar, del director Gints Zilbalodis, que entre sus muchas cualidades destaca la de ser el felino del año y, con toda probabilidad, el primer gato letón (de ahí procede su creador) en ser candidato a los Oscar. De momento, y tras su paso por el Festival de Cannes con todos los honores, ya es el gato europeo del año. Siempre en lo que al cine se refiere. Para él fue el premio a la mejor película de animación de los Premios del Cine Europeo celebrados en la localidad suiza de Lucerna y pocos son los que dudan que esta temporada ni Disney ni Pixar ni nada más que el gato de Flow.
«Es un poco abrumador. El trabajo de un animador es estar cinco años trabajando casi en soledad en un proyecto en el que eres capaz de controlarlo todo hasta el más mínimo detalle. Y, de repente, te ves arrastrado por un raro mecanismo, el de los premios, en el que no controlas nada en absoluto. Simplemente te tienes que dejar llevar», comenta Zilbalodis a la vez entusiasmado y completamente despistado. Se diría que como un gato cerca del agua.
Cuenta que, precisamente, fue eso, la extraña y conflictiva relación entre los felinos y el líquido elemento, lo que le llevó a realizar un cortometraje en 2012 de siete minutos del que Flow se podría considerar ampliación y hasta éxtasis. La película, entre la realidad y el sueño, narra la historia de un gato atrapado en un mundo que se inunda; un mundo perfectamente reconocible y cercano, y a la vez amenazador y extraño. El nivel del agua sube y todos los seres vivos, desde perros a lemures pasando por capibaras y grullas gigantes ven su vida y ecosistema amenazados. Pero no es tanto una película de catástrofes como de misterios; no se trata solo de salvarse sino de entender y, más importante, entenderse. De la mano de un trazo tan delicado como preciso, Flow propone un viaje deslumbrante hasta lo más profundo. «Mi inspiración no proviene tanto del cine de animación como de gente tan diversa como Alfonso Cuarón, Kurosawa, Paul Thomas Anderson o Sergio Leone», dice no queda si para despistar o para arrojar pistas. Sea como sea, funciona en los dos sentidos.
Desde su estreno en la sección Un certain regard de Cannes la película no ha hecho más que coleccionar halagos, menciones y estatuillas. Antes del galardón en los Premios del Cine Europeo logró el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sevilla. «Tenía cierto miedo. No sabía cómo podía sentar en España una visión de una inundación casi poética tras la catástrofe de Valencia. Pero imagino que lo que se valoró fueron otros elementos. No quiero resultar demasiado obvio o naif, pero la película cuenta simplemente cómo un grupo de personajes supera una catástrofe. No se trata solo de reconocer que hay esperanza después de la devastación. La idea es que solo trabajando juntos, siendo capaces de dejar a un lado las diferencias, se logra salir adelante. No sé. Imagino que es esto», dice, se toma un segundo y sigue: «En cualquier caso, lo importante es ver cómo el gato supera unos miedos, pero sigue sufriendo otros. No importa lo que hagamos, no podemos reinventarnos, pero sí mejorar gracias al apoyo de los demás». Queda claro.
Sin palabras, con un depurado trabajo de sonido que mezcla los maullidos con unos efectos cerca de la simple y mejor música, Flow es ya la gran sorpresa del año y quién sabe si el primer Oscar letón de la historia.
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