<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>Cabify</strong> nace en 2011 a lomos del mismo grito tecnológico que ha invitado a miles de emprendedores a probar suerte en el mercado a partir de ciertas innovaciones. A diferencia de tantas otras, la compañía de movilidad urbana presidida por <strong>Juan de Antonio,</strong> lejos de sucumbir, se ha ganado sus galones. En 2023 facturó a nivel global 867 millones de euros con un beneficio bruto de 107 millones,<strong> Dealroom</strong> le adjudica una valoración de mercado de 1.350 millones, cuenta con una plantilla de 1.200 profesionales, opera en 40 ciudades de seis países, ha pescado de los fondos de inversión 580 millones y mantiene su sede y su principal equipo de ingenieros en Madrid.<br>Hubo un tiempo en que<strong> Glovo </strong>y Cabify cohabitaron como unicornios referenciales del ecosistema español. Más allá del sector que abordan, la disparidad entre ambas firmas radica en la actitud mostrada hacia el regulador. Si hasta hace bien poco Glovo ignoró las disposiciones de la<strong> Ley Rider</strong> (2021), Cabify, con alguna que otra multa, ha preferido atenerse a las reglas.<br>Explica la compañía que «los transportistas registrados en la plataforma de Cabify pertenecen tanto al sector VTC (vehículos de transporte con conductor) como del taxi y son en su mayoría empresas titulares de las licencias que permiten desempeñar el servicio de transporte. Cabify celebra con dichos transportistas contratos mercantiles de prestación de servicios como con cualquier otro proveedor, haciendo especial hincapié en la obligación de que estas empresas cumplan con la normativa laboral, fiscal, administrativa y mercantil que les resulte de aplicación. De hecho, como parte del proceso de registro y mantenimiento en la plataforma de Cabify de estos proveedores, la compañía solicita evidencia de que sus conductores están dados de alta en la Seguridad Social».<br>La esfera de las VTC no es demasiado sosegada. En diciembre del año pasado, hace poco más de un mes, una sentencia del<strong> Tribunal Constitucional</strong> desbloqueaba el conflicto que enfrentó durante años a Cabify con <strong>Grupo Auro,</strong> en su día principal proveedor de coches y licencias de la madrileña, dando la razón a esta última en su empeño por operar también con <strong>Uber</strong> y <strong>Bolt.</strong> Para pertrecharse frente al contratiempo, Cabify cuenta con<strong> Vecttor, </strong>cuya flota responde precisamente a los dos principios sagrados que han permitido al unicornio consolidar su nicho: vehículos premium y conductores formados.<br>El tercer elemento, destaca<strong> Alberto González, </strong>director general de Cabify España, es la descarbonización. «Gracias al análisis de datos y a la inteligencia artificial, cada año somos capaces de reducir el volumen de trayectos sin pasajeros y propiciamos que los desplazamientos de nuestros conductores colaboradores o taxistas sean más eficientes. Además, en ciudades como Madrid el 100% de la flota de Vecttor ya cuenta con etiquetas Eco o Cero. En Barcelona, el 82,5% de la flota conectada a nuestra plataforma cumple con estos estándares, un dato 14 veces superior al promedio de su parque móvil». En 2023, Cabify estima que redujo las emisiones medias por kilómetro recorrido un 6% en España. A nivel global (el país de origen más Chile, Argentina, Perú, Colombia y Uruguay) se ahorraron 6.200 toneladas de CO2.</p>
La compañía valorada en casi 1.400 millones, ha preferido entenderse con el regulador y atacar un mercado que le permite diferenciarse sin caer una expansión desmedida.
Cabify nace en 2011 a lomos del mismo grito tecnológico que ha invitado a miles de emprendedores a probar suerte en el mercado a partir de ciertas innovaciones. A diferencia de tantas otras, la compañía de movilidad urbana presidida por Juan de Antonio, lejos de sucumbir, se ha ganado sus galones. En 2023 facturó a nivel global 867 millones de euros con un beneficio bruto de 107 millones, Dealroom le adjudica una valoración de mercado de 1.350 millones, cuenta con una plantilla de 1.200 profesionales, opera en 40 ciudades de seis países, ha pescado de los fondos de inversión 580 millones y mantiene su sede y su principal equipo de ingenieros en Madrid.
Hubo un tiempo en que Glovo y Cabify cohabitaron como unicornios referenciales del ecosistema español. Más allá del sector que abordan, la disparidad entre ambas firmas radica en la actitud mostrada hacia el regulador. Si hasta hace bien poco Glovo ignoró las disposiciones de la Ley Rider (2021), Cabify, con alguna que otra multa, ha preferido atenerse a las reglas.
Explica la compañía que «los transportistas registrados en la plataforma de Cabify pertenecen tanto al sector VTC (vehículos de transporte con conductor) como del taxi y son en su mayoría empresas titulares de las licencias que permiten desempeñar el servicio de transporte. Cabify celebra con dichos transportistas contratos mercantiles de prestación de servicios como con cualquier otro proveedor, haciendo especial hincapié en la obligación de que estas empresas cumplan con la normativa laboral, fiscal, administrativa y mercantil que les resulte de aplicación. De hecho, como parte del proceso de registro y mantenimiento en la plataforma de Cabify de estos proveedores, la compañía solicita evidencia de que sus conductores están dados de alta en la Seguridad Social».
La esfera de las VTC no es demasiado sosegada. En diciembre del año pasado, hace poco más de un mes, una sentencia del Tribunal Constitucional desbloqueaba el conflicto que enfrentó durante años a Cabify con Grupo Auro, en su día principal proveedor de coches y licencias de la madrileña, dando la razón a esta última en su empeño por operar también con Uber y Bolt. Para pertrecharse frente al contratiempo, Cabify cuenta con Vecttor, cuya flota responde precisamente a los dos principios sagrados que han permitido al unicornio consolidar su nicho: vehículos premium y conductores formados.
El tercer elemento, destaca Alberto González, director general de Cabify España, es la descarbonización. «Gracias al análisis de datos y a la inteligencia artificial, cada año somos capaces de reducir el volumen de trayectos sin pasajeros y propiciamos que los desplazamientos de nuestros conductores colaboradores o taxistas sean más eficientes. Además, en ciudades como Madrid el 100% de la flota de Vecttor ya cuenta con etiquetas Eco o Cero. En Barcelona, el 82,5% de la flota conectada a nuestra plataforma cumple con estos estándares, un dato 14 veces superior al promedio de su parque móvil». En 2023, Cabify estima que redujo las emisiones medias por kilómetro recorrido un 6% en España. A nivel global (el país de origen más Chile, Argentina, Perú, Colombia y Uruguay) se ahorraron 6.200 toneladas de CO2.
Un cuarto factor moldeará el futuro de la compañía, apunta De Antonio. «En la próxima década, viviremos un momento único en el que los jóvenes que alcanzarán la mayoría de edad ya han nacido conviviendo con servicios como el nuestro, y vemos que sus patrones de consumo serán diferentes. El rol de Cabify pasa por que una familia no necesite varios coches particulares para sus desplazamientos urbanos, sino que esos coches en propiedad se combinen con servicios de movilidad compartidos, permitiendo dedicar ese espacio urbano a otras actividades».
Enrique Dans, profesor de Sistemas y Tecnologías de la Información en IE Business School, alaba el gusto del equipo fundador, «empeñado desde el comienzo en supeditar la facturación y el crecimiento a una forma de hacer las cosas». En España, por ejemplo, el plan de electrificación total de la flota movilizará 80 millones. Dans también subraya que Cabify ha procurado alejarse de sus rivales a través de un conductor más profesional y mediante una app que «está al loro de las singularidades culturales» de cada país donde funciona. El siguiente desafío en la carrera del posicionamiento llegará, vaticina, con el vehículo autónomo. «Toda la experiencia acumulada en la gestión de operaciones» permitirá jugar esta partida en óptimas condiciones.
De vuelta a la pacificación, Cabify siempre ha tenido en cuenta que «en España el regulador tiene mucho peso. Tienes que sentarte a hablar y convencerle de que tu modelo de negocio debe beneficiarse de una excepción y de lo contrario se te echará encima. La empresa ha asumido esa misión, permitiendo que rivales como Uber se beneficien de la lucha, y lo ha hecho porque sabía que la aprobación de las autoridades era fundamental para calcular muy bien su proyecto a medio y largo plazo», reflexiona Alejandro San Nicolás, profesor del máster en Dirección y Gestión Financiera de la Universidad Internacional de Valencia.
De la piel de la compañía pueden retirarse hasta tres capas, desgrana Benito Rodríguez, consultor de estrategia y analista de negocio. Está la capa de los clientes premium que viajan en coches de gama alta, está la capa del servicio prestado a las plantillas de gigantes como Telefónica, BBVA y Nestlé, «con soluciones específicas de pago flexible y transporte adaptado a las necesidades de cada corporación», y está, por último, la capa de la logística con reparto de última milla. Como capa menor extra, la app de Cabify permite alquilar motos eléctricas en ciertas ciudades españolas.
Respecto al futuro que aguarda a la firma, Rodríguez lanza el siguiente pronóstico: «Lo que sucede casi siempre con este tipo de propuestas es que, si deciden mantener el nicho, seguirán creciendo y conservando su independencia, pero si optan por diversificar en un intento de abarcar el mercado de masas, podrían acabar bajo el paraguas de una multinacional con mayor potencia de fuego».
Algunas sombras. El trabajo bien hecho no garantiza un cielo despejado, y menos en el exigente tablero de la tecno-economía. Pablo F. Iglesias, analista de negocios digitales y fundador de la consultora CyberBrainers, advierte que «Cabify aún se enfrenta a desafíos en términos de rentabilidad. Como el resto de competidores, ha dependido significativamente de inversiones externas para financiar su expansión y operaciones. En 2021, la empresa gastó alrededor de 150 millones en reclutar y capacitar conductores, una cifra que representó el 60% de sus costes operativos totales».
Actualidad Económica