<p class=»ue-c-article__paragraph»>La decisión fue apresurada, pero meditada. Precipitada en el tiempo, pero razonada y asesorada. <strong>Juan García-Gallardo </strong>anunció este lunes su dimisión de todos los cargos que ejercía en Vox -presidente del partido en Castilla y León, portavoz en las Cortes regionales y miembro de la dirección nacional de la formación-, un escenario que hace solo tres días era inimaginable para los de <a href=»https://www.elmundo.es/e/sa/santiago-abascal.html»>Santiago Abascal </a>y que ahora revuelve las tripas de Vox entre acusaciones de injerencias y «discrepancias» con la cúpula.</p>
Reabre un agujero en la derecha y abandona sus cargos tras negarse a expulsar a dos diputados que pedían primarias
La decisión fue apresurada, pero meditada. Precipitada en el tiempo, pero razonada y asesorada. Juan García-Gallardo anunció este lunes su dimisión de todos los cargos que ejercía en Vox -presidente del partido en Castilla y León, portavoz en las Cortes regionales y miembro de la dirección nacional de la formación-, un escenario que hace solo tres días era inimaginable para los de Santiago Abascal y que ahora revuelve las tripas de Vox entre acusaciones de injerencias y «discrepancias» con la cúpula.
Apenas 72 horas han bastado para dinamitar uno de los liderazgos regionales más afines a la dirección nacional de Vox, dejando fuera del partido a quien se había convertido en nombre propio de la formación. García-Gallardo se va, como antes hicieron otros pesos pesados del partido, con reproches a la cúpula de Abascal por impedir la «pluralidad de liderazgos y carismas» y por «ocupar cada vez más espacios en detrimento de los demás». También falta, dice, «ética».
Su dimisión empezó a gestarse el pasado viernes, cuando Vox anunció la expulsión de dos procuradores castellanoleoneses que, en las últimas semanas, habían cargado contra el partido demandando mayor democracia interna y el regreso al grupo europeo de Giorgia Meloni -ahora los de Abascal pertenecen al de Viktor Orban-. Aquella decisión, que Vox dijo que se tomó en el seno del Consejo de Dirección del Grupo Parlamentario en Castilla y León -órgano al que pertenecía García-Gallardo-, venía avalada por una directriz que el vicepresidente nacional del partido, Ignacio Garriga, le había trasladado esa misma mañana al castellanoleonés.
El número dos de Abascal transmitió a García-Gallardo que debía expulsar a los dos procuradores críticos y le recordó que, como portavoz del grupo parlamentario, debía rubricar esa decisión. Según varias fuentes conocedoras de esa conversación, Gallardo no se opuso frontalmente en un principio, pero ante su falta de respuesta, por la tarde se produjo una segunda conversación tensa, «entre gritos y amenazas», según afines a Gallardo. Garriga le dejó claro que o firmaba la expulsión de los dos díscolos o le reemplazarían como portavoz de Vox. Eso fue el detonante definitivo del portazo. En las horas que siguieron a esta advertencia, la dirección del partido no tuvo noticias de su líder en la región.
A lo largo del fin de semana, García-Gallardo estuvo meditando cómo afrontar la crisis. No era hasta ayer lunes cuando tenía que formalizar la expulsión de los procuradores -registrándola en un escrito dirigido a la Mesa de las Cortes- y ese margen de tiempo le permitió reconsiderar su posicionamiento. Para ello recurrió a quienes un día formaron parte del Comité Ejecutivo Nacional de Vox -el órgano de dirección del partido- y hoy están fuera, tal y como confirman a EL MUNDO estas personas que asesoraron a García-Gallardo hasta última hora del domingo.
Estas fuentes, que reconocen llevar «meses hablando» con el ya ex líder de Vox en Castilla y León, apuntan que la decisión de dimitir de sus cargos no solo se debe a discrepancias respecto a la expulsión de los dos parlamentarios críticos, sino también a una «acumulación de motivos».
Desde la dirección nacional del partido explican la dimisión de García-Gallardo como la consecuencia de una crisis interna en Castilla y León que se venía incubando desde antes que Vox rompiera su pacto con el PP el pasado julio, pero que se agravó tras salir del gobierno autonómico. Según varias fuentes, al ex vicepresidente de la Junta le costó asumir su nuevo papel de ser «sólo» líder parlamentario y sus «calentones incontrolables» y formas «bruscas» con sus compañeros. Un clima irrespirable.
La mayoría de los diputados autonómicos se fueron distanciando de Gallardo, mientras que este llegó a plantear al secretario general de Vox, Ignacio Garriga, el rediseño del grupo y promocionar a sus dos únicos valedores: Ana Rosa Hernando y Javier Teira, los procuradores a los que ahora se expulsa. La dirección nacional se negó a abrir una crisis interna en el grupo regional, tal como pedía García-Gallardo, y le invitó a que esperara a la configuración de la lista electoral a la Junta de 2026 para introducir los cambios. Una decisión que no apaciguó el enfrentamiento. «Garriga intentó aplicar la misma doctrina de contención y diálogo que puso fin a la crisis en Baleares», aseguran fuentes de la dirección del partido, que acusan a Teira y Hernando, los dos fieles que tenía García-Gallardo, de iniciar una campaña de desprestigio contra Vox a través de declaraciones públicas y en las redes sociales. Una «operación de socavamiento del partido», a juicio de la cúpula de Abascal, que el ex líder en Castilla y León «se negó a condenar», precipitando así su salida.
A las 10.15 horas de ayer estaba previsto que el ya ex portavoz atendiera a los medios tras registrar el escrito que comunicaba a la Mesa de las Cortes la expulsión de los dos parlamentarios. Sin embargo, minutos antes, Vox desconvocó la comparecencia sin explicar el motivo. García-Gallardo había decidido no firmar ese documento y, por tanto, dimitía de sus cargos al no aceptar las directrices de la cúpula nacional. Comunicó a Madrid su decisión poco antes de hacerla pública en redes sociales. Fuentes de la dirección nacional apuntan que no les dio mayor motivo que los que recoge en ese escrito.
Así, la «dirección del partido» vuelve a estar detrás de la renuncia de uno de los pesos pesados de Vox. En julio de 2024, García-Gallardo acató la primera gran directriz que se le impuso desde la sede de la calle Bambú: salir del gobierno autonómico del que era vicepresidente. Lo hizo, recordó ayer, por «honor» y porque comulgaba con aquella decisión. Sin embargo, ante esta segunda orden llegada desde Madrid, apeló a ese mismo «honor» y «principios» para justificar los porqués de su dimisión.
España