<p>Con la firma de nuevos acuerdos comerciales entre Estados Unidos y el Reino Unido, China, Japón y la Unión Europea, los mercados financieros consideran cerrada la guerra comercial que fue fuente de volatilidad en la primera parte del año.</p>
Si se mantiene el ciclo económico los beneficios corporativos seguirán siendo un respaldo para la renta variable.
Con la firma de nuevos acuerdos comerciales entre Estados Unidos y el Reino Unido, China, Japón y la Unión Europea, los mercados financieros consideran cerrada la guerra comercial que fue fuente de volatilidad en la primera parte del año.
Las incertidumbres de los últimos meses se reflejan ahora en una desaceleración del mercado laboral estadounidense, mientras que el impacto sobre la inflación ha sido menor de lo previsto. Esta combinación llevó a la Reserva Federal a considerar que ha llegado el momento de volver a recortar los tipos de interés, tal como insinuó Jerome Powell en su discurso en el simposio de Jackson Hole.
En conjunto, seguimos viendo como escenario central la continuación del ciclo económico impulsado por Estados Unidos.
En este contexto, mantenemos una visión positiva sobre los mercados de renta variable y de crédito. En ambos casos, las valoraciones son ajustadas y la volatilidad se mantiene en niveles muy bajos, lo que implica riesgo de correcciones temporales; sin embargo, mientras el ciclo global continúe, el crecimiento de los beneficios seguirá siendo un sólido respaldo para la renta variable, y la solidez de los balances corporativos ofrece apoyo a los mercados de crédito.
El efecto secundario de una Reserva Federal que retoma las bajadas de tipos podría ser un dólar más débil. Por ello, mantenemos una posición infra ponderada en la divisa estadounidense. Este movimiento no solo responde al cambio de expectativas de política monetaria, sino también a que otras regiones, en particular la zona euro y algunas economías emergentes, han mostrado una mayor resiliencia en términos de crecimiento y flujos de capital. Un dólar debilitado puede, además, añadir volatilidad a los mercados de materias primas, donde la divisa estadounidense actúa como referencia global de precios, generando episodios de inestabilidad que preferimos evitar en las carteras.
Otro punto de atención para los inversores es Francia, ya que el Gobierno podría tener dificultades para lograr la aprobación de la ley de presupuestos de 2026. La persistencia de tensiones sociales y el clima político fragmentado aumentan el riesgo de que la prima de riesgo francesa vuelva a ampliarse en los próximos meses. En general, mantenemos una visión positiva sobre la deuda pública de la zona euro, pero de forma prudente reducimos nuestra exposición a los OAT franceses, dado que el diferencial ha vuelto a los niveles alcanzados en episodios previos de incertidumbre.
Más allá de estos elementos concretos, también conviene ser selectivos en algunos mercados emergentes donde la dependencia del endeudamiento externo sigue siendo elevada. En países con déficits por cuenta corriente persistentes, un entorno de mayor volatilidad cambiaria podría forzar ajustes bruscos en las condiciones financieras locales. El deterioro de la confianza de los inversores internacionales suele traducirse en salidas de capitales que presionan tanto a la deuda como a las divisas, lo que hace menos atractivo el binomio rentabilidad-riesgo en determinadas geografías.
*Andrea Conti es Head of Macro Market analysis de Eurizon.
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