<p>Ya no es el hermano-de. Es más, cualquier insinuación al respecto es rápidamente zanjada con lo que podría interpretarse como una declaración de principios. «No me interesa el pasado, tampoco mucho el futuro… El presente es mi única preocupación», dice entre rotundo y desganado.<strong> Kieran Culkin (Nueva York, 1982) </strong>recupera en <i>A Real Pain, </i>de Jesse Eisenberg, no solo su mejor instinto de actor desde que debutara delante de la pantalla con apenas seis años, sino que suyo vuelva a ser ese tipo de personajes incómodos, tiernos, hiperactivos, odiosos y, quizá por todo ello, tan cercanos. En <i>La gran caída de Igby</i> (Burr Steers, 2000) su mejor trabajo hasta la fecha en el cine, daba vida a un rico heredero a brazo partido contra una familia y una vida, tan cómodas las dos como insoportables. No muy lejos se encuentra su celebrado y premiado papel de Roman Roy en <i>Succession</i>. Más rico aún y mucho más insoportable. Ahora da vida a un joven de viaje con su hermano al horror del Holocausto. Tras la muerte de la abuela, los dos deciden visitar Polonia, donde vivió su antepasado. Lo que sigue es un recorrido por asuntos tales como el reconocimiento, la memoria y , lo peor de todo, el olvido. Y en medio un Kieran Culkin en la piel de un personaje incómodo, tierno, hiperactivo, odioso y, quizá por todo ello, tan cercano. Además, ya Globo de Oro y candidato indiscutible al Oscar.</p>
El actor que empezó con seis años delante de las cámaras vive con la película que le ha valido el Globo de Oro, ‘A Real Pain’, su definitiva resurrección tras su odioso y memorable trabajo en la serie ‘Succession’
Ya no es el hermano-de. Es más, cualquier insinuación al respecto es rápidamente zanjada con lo que podría interpretarse como una declaración de principios. «No me interesa el pasado, tampoco mucho el futuro… El presente es mi única preocupación», dice entre rotundo y desganado. Kieran Culkin (Nueva York, 1982) recupera en A Real Pain, de Jesse Eisenberg, no solo su mejor instinto de actor desde que debutara delante de la pantalla con apenas seis años, sino que suyo vuelva a ser ese tipo de personajes incómodos, tiernos, hiperactivos, odiosos y, quizá por todo ello, tan cercanos. En La gran caída de Igby (Burr Steers, 2000) su mejor trabajo hasta la fecha en el cine, daba vida a un rico heredero a brazo partido contra una familia y una vida, tan cómodas las dos como insoportables. No muy lejos se encuentra su celebrado y premiado papel de Roman Roy en Succession. Más rico aún y mucho más insoportable. Ahora da vida a un joven de viaje con su hermano al horror del Holocausto. Tras la muerte de la abuela, los dos deciden visitar Polonia, donde vivió su antepasado. Lo que sigue es un recorrido por asuntos tales como el reconocimiento, la memoria y , lo peor de todo, el olvido. Y en medio un Kieran Culkin en la piel de un personaje incómodo, tierno, hiperactivo, odioso y, quizá por todo ello, tan cercano. Además, ya Globo de Oro y candidato indiscutible al Oscar.
- A juzgar por los titulares que acompañan a esta nueva película, se diría que estamos ante la definitiva resurrección de Kieran Culkin tras el éxito de Succession. ¿Se siente cómodo en esta definición?
- No soy capaz de ponerme en los ojos de los que me ven desde fuera. No puedo tener la percepción de otra persona. No soy de esos que se plantean tener una carrera y jamás adopto una actitud estratégica con respecto a las elecciones que hago en mi trabajo. No soy de los que tras un trabajo se preguntan: «¿Qué debería hacer ahora? ¿Cómo debería ser mi próximo trabajo para no encasillarme?». Recuerdo que uno de los creadores de Succession, Jesse Armstrog, me preguntó: «¿Qué vas a hacer ahora para superar lo que has hecho en la serie?». Definitivamente, no soy de los que se imponen que lo próximo tenga que ser mejor. Mi única preocupación es si lo haré lo mejor posible, sea la que sea. Por otro lado, eso de que sea mejor o peor es una cuestión de la opinión de cada uno y no me importa en absoluto. No me importa cuál sea la reacción de la gente porque no es mi película. Simplemente hago mi parte y lo único relevante es que yo me sienta bien. Aunque también es verdad que es importante que la recepción sea buena y que lo que hagas tenga alguna resonancia. Eso permite, entre otras cosas, que puedas continuar y que haya nuevas temporadas de Succession.
- Aunque son personajes diferentes, hay algo en común en sus trabajos más celebrados. Todos ellos son tipos bastante insoportables…
- No es la primera vez que me lo hacen notar. No tanto con respecto a A Real Pain como en lo que hice en La gran caída de Igby y en Succession. Lo primero que tengo que decir es que el papel de Igby, que se ha convertido en un personaje de culto, lo hice con 18 años y me lo pasé muy bien. Me llama la atención que se recupere ahora. Pero diría que es una conexión algo superficial. Ambos provienen de familias adineradas y ambos viven en Nueva York. Pero eso no significa que sean la misma persona. No es lo mismo un rico heredero de una fortuna de toda la vida que el hijo de un multimillonario que se ha hecho a sí mismo, un nuevo rico. Roman, mi personaje en Succession es de estos últimos. Su padre hizo fortuna mandando todo a la mierda. Él es de esa clase de ricos que da lo mismo lo que hagan, siempre se saldrán con la suya.
- Dicho así suena muy actual.
- Sí, desde el principio tuve claro que mi personaje era un tipo inmune a todo y a todos. Puede decir y hacer lo que quiera porque su dinero le va a librar de pagar las consecuencias. Esa es la sociedad en la que vivimos. Ese es Roman, mientras que Igby es diferente. Su pelea es alejarse de la forma de vida de su familia y para conseguirlo es capaz de todo, hasta de matar a su madre. Roman, en cambio, quiere desesperadamente a su familia y se empeña en que las cosas funcionen. Pero vamos, si la gente se empeña en que haya similitudes, pues las habrá. Al final, no puedes evitar que los dos personajes tengan la misma voz y la misma cara. Lo que tengo claro es que mi personaje en A Real Pain es completamente diferente. Su problema es que no puede mantener sus emociones bajo control. No se siente inmune y por eso hace lo que hace. En su caso simplemente no puede actuar de otro modo. Roman no comprende lo que siente, nunca se descubrió sexualmente, en cambio Benji (así se llama en la película de Jesse Eisenberg) tiene un profundo conocimiento de sí mismo emocionalmente, pero no logra entender cómo hacer que eso funcione en su vida.
- ¿De quién de los dos está más cerca Kieran Culkin?
- No, no, yo no soy como ellos.
- Vale. La película habla de cómo nos relacionamos como sociedad con nuestro pasado…
- Tampoco soy una persona que se haga ese tipo de preguntas. No tengo ni idea de lo que la sociedad hace o piensa sobre eso.
- ¿Y a nivel personal? ¿Cómo se relaciona con el pasado, con su familia y especialmente con todo lo significó su hermano Macaulay tiempo atrás?
- No me interesa el pasado, tampoco mucho el futuro… El presente es mi única preocupación. Le he escuchado a Jesse [el director] hablar de la importancia de conectarse con el pasado y su reflexión es muy interesante. Pero, la verdad, yo no siento la necesidad de tratar de conectar con el lugar de donde vengo. No me interesa en absoluto. El lado de la familia de mi padre probablemente… aunque no lo sé, la verdad. Por el lado de mi madre, puedo identificar los antepasados, pero realmente no me importa de qué país proviene mi familia y no necesito saber la herencia de la historia. El nombre Culkin es simplemente mi apellido. Realmente no me importa mi pasado ni nada que tenga que ver con mi apellido. No es algo en lo que piense o por lo que tenga un fuerte afecto o afinidad.
- Y su propio pasado. Empezó como actor de muy niño y probablemente sin pensar si era eso lo que le gustaba o no. ¿Se ha imaginado alguna vez dedicándose a algo distinto?
- Es difícil. La verdad es que tiene razón. He estado haciendo profesionalmente lo mismo desde los seis años. Soy incapaz de imaginar otra vida distinta. Cuando cumplí 20 me lo planteé. Pensé: «Bueno, ¿qué quiero hacer con mi vida?». Y no fui capaz de responder entonces. Pasó mucho tiempo hasta que me diera cuenta de que era precisamente esto lo que quería hacer, que quería ser actor. Pasé mucho tiempo actuando antes de darme cuenta de que quería ser actor.
«Siempre he tenido el instinto de huir de una profesión con la que mantengo una relación de amor-odio»
- En una entrevista de hace no tanto confesaba que pensó en dejar la profesión..
- Claro que dudas. Como decía, los seis años no es la edad adecuada para tomar una decisión que va a determinar toda tu vida. ¿Quién sabe con seis años lo que quiere hacer en la vida? Es más, ni siquiera tomé decisión alguna como una persona adulta. Simplemente hice lo que los demás esperaban de mí, como hacen todos los niños. Y seguí actuando a la vez que trataba de averiguar qué quería hacer con mi vida. Siempre he tenido el instinto de huir de una profesión con la que tengo una relación de amor-odio. Pero finalmente llegué al convencimiento de que era esto lo que quería. La decisión la tomé a los 34 años. Fue entonces cuando me dije: «Bueno, no sé si me encanta esto, pero creo que esto es lo que voy a hacer porque sé cómo hacerlo». Todavía fantaseo con dejarlo todo. Incluso recientemente, hace una semana o un par de días, pensé, creo que podría terminar justo ahora. Hay una parte de mí que piensa jubilarse en siete u ocho años y otra parte que piensa lo elegante que sería dejarlo todo ahora mismo.
- A Real Pain reflexiona sobre la importancia de no olvidar el Holocausto y se estrena en un momento en que Gaza es arrasada por Israel. Me pregunto si este hecho le sugiere algún tipo de reflexión.
- Realmente no tengo nada que decir al respecto. Quiero decir, puedo hablar mucho de la película, pero realmente no tengo nada que decir sobre esto que pregunta.
- Por otro lado, y volviendo al tema de lo que olvidamos, vemos en toda Europa, en Alemania y en el mundo el resurgimiento de la extrema derecha y de las ideas negacionistas…
- Lo entiendo, pero estas preguntas son mejor para el director, para Jesse. A veces le escucho hablar de qué trata la película y son argumentos de los que ni siquiera me di cuenta.
Cultura