<p class=»ue-c-article__paragraph»>2022 fue un año horrible para las <i>startups. </i>Antes de que la inteligencia artificial generativa (IAG) diera nuevos bríos al sector y en plena senda de aumentos de tipos de interés y dudas sobre las inversiones de años anteriores, numerosas compañías empezaron a colapsar y los despachos de los fondos que descorchaban champán tras cerrar rondas de valoración a niveles milmillonarios y multiplicar los ‘unicornios’ se llevaban las manos a la cabeza.</p>
La sequía en el mercado de rondas de financiación dificulta encontrar perfiles ideales para prestarles fondos , lo que no impide sumar entre 40 o 50 clientes al mes para el banco
2022 fue un año horrible para las startups. Antes de que la inteligencia artificial generativa (IAG) diera nuevos bríos al sector y en plena senda de aumentos de tipos de interés y dudas sobre las inversiones de años anteriores, numerosas compañías empezaron a colapsar y los despachos de los fondos que descorchaban champán tras cerrar rondas de valoración a niveles milmillonarios y multiplicar los ‘unicornios’ se llevaban las manos a la cabeza.
En este escenario casi apocalíptico para muchos, BBVA lanzó Spark, un banco para el sector que además contaba con un fondo de deuda, una vía de financiación no muy explotada hasta el momento por el sector en España, pero que convirtió a esta unidad en protagonista absoluta del mercado en 2023 con varias rondas de deuda de calado a empresas como Cabify, Payflow o Sunhero.
Fue tal el protagonismo de las emisiones de deuda que su responsable, Roberto Albadalejo, reconoce en una entrevista con Actualidad Económica que uno de los grandes retos de la unidad, que acaba de abrir oficina en Londres, ha sido hacer ver a sus clientes que no son solo un fondo de deuda, sino también un banco.
«Hasta dentro del banco mucha gente pensaba que éramos los que iban a hacer un fondo de deuda para prestar a compañías de alto riesgo», señala al directivo, que subraya que el negocio de banca comercial de Spark, que ofrece desde cuentas a productos tecnológicos y pagos sigue carburando. «Traemos entre 40 y 50 clientes al mes al banco. Es una cifra muy relevante en empresas», asegura Albadalejo.
Tras dos años y medio operando, el negocio de Spark, presente en España, Colombia, México, Argentina y ahora a nivel Europeo desde Londres, se ha consolidado, pero el mercado de las empresas emergentes no le ha acompañado al mismo ritmo y eso el negocio de deuda lo nota.
«Seguimos siendo súper activos, pero ha sido un año difícil. Primero va el capital y luego va la deuda», explica. Los préstamos de Spark son a un tipo más alto que un préstamo normal de BBVA y mucho más arriesgados, pero no son una moneda al aire. Buscan empresas que o generen beneficio para responder e ir pagando la deuda o que, al menos, tengan suficiente dinero en caja procedentes de las rondas de financiación y visibilidad de crecimiento para aventurar que, cuando vuelva a acudir al mercado, no tendrá problemas para generar rentabilidad futura.
¿Y por qué una startup contraería una deuda en vez de capital? Dos razones principales: evitar que la propiedad se diluya y un alto crecimiento que hace que los tipos de interés alto merezcan la pena porque ese dinero permite generar un crecimiento mucho mayor. «Nosotros miramos compañías que estén bien capitalizadas o que tengan cierto recorrido de caja para llegar a la siguiente ronda. No ayudamos a los clientes si les damos deuda para solucionar problemas de ‘equity’. Si te quedan tres meses de caja, un préstamos te sitúa en peor posición», explica el directivo de un banco.
Eso no quita que las startups en problemas acudan a las puertas de la entidad. Entre ellas, aún queda alguna que intenta defender esas valoraciones tan estratosféricas como añejas de 2021, pero asegura que cada vez hay menos de esas, aunque los números de disoluciones de startups y las rondas a la baja sean menos visibles que en Estados Unidos. Albadalejo lo achaca también a las diferencias de mentalidad.
«Estamos viendo casos de compañías que se reestructuran, buscan pivotar frente a la visión americana. En cuanto ven que la compañía no tira la cierran. Aquí (en Europa) buscas estirar, algunas luego desaparecen y otras se convierten en pymes», apunta.
Lo que sí que está creciendo es la competencia al modelo Spark que ha llamado la atención en el sector. Sin ir más lejos, CaixaBank lanzó hace menos de un mes un fondo de 150 millones para deuda y cuenta con su propia división especializada, mientras que Sabadell lleva más de diez años en el segmento.
«En la parte de banco siempre hemos tenido competencia. En la parte de deuda, la competencia estaba en los fondos fundamentalmente extranjeros (…) que han estado menos activos en año y medio. Es verdad que (nuestros rivales) se han incorporado al mercado y los vemos en alguna operación. Yo creo que en España el mundo de las empresas es enormemente competitivo», asegura Albadalejo utilizando palabras muy medidas en plena lucha por convencer a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de que la OPA a Sabadell no provocará distorsiones en el mercado de pymes.
En este contexto de mayor puja en la nacional, Spark acaba de dar el salto a Londres, una decisión alentada por un sector que les invitaba a dar el paso, ya que en España invierten muchos fondos internacionales con los que han tratado en rondas. «Londres concentra mayor parte de la inversión y todos los fondos, incluso los españoles, montan oficinas en Londres. Pese al Brexit, sigue siendo el centro europeo del venture capital. Tiene sentido tener presencia allí», subraya el responsable de la banca de startups de BBVA.
En este caso, Spark sí que actuará únicamente como un fondo de deuda para el mercado único europeo, ya que para prestar servicios de banca corporativa necesitaría más tiempo para organizar un equipo. «Dar deuda en Europa lo haremos bien. Si quiero hacer deuda, más banca, más no sé qué… ya empiezo a tener más duda de cara al día 1. Prefiero empezar por algo, hacerlo bien y luego escalar», señala.
Entre los objetivos de estos primeros meses de Erasmus se encuentran afinar el pipeline de compañías, cerrar dos o tres operaciones de deuda, de las que ya ha anunciado la primera: cinco millones de euros para la empresa portuguesa Casafari, un software inmobiliario que aplica el big data a las operaciones inmobiliarias.
A más largo plazo, para Albaldalejo, la oportunidad es «inmensa», ya que el mercado europeo es un orden de 12 o 13 veces de magnitud mayor que el que venía operando Spark antes del salto.
Otro elemento central en la financiación de startups en los últimos años ha sido el dinero público, ya que además del papel tradicional del Instituto de Crédito Oficial (ICO), otras instituciones como el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y próximamente la Sociedad Española para la Transformación Digital (SETT) se están convirtiendo en verdaderas anclas para el sector del capital riesgo
«Programas como el del ICO han sido fundamentales para crear una industria de venture capital y canalizar los fondos», reconoce el directo que, eso sí remarca que, para él, esa función canalizadora es la que debe asumir verdaderamente el sector público. «Los agentes privados creo que tenemos más capacidad para gestionar el riesgo. Estamos todo el día analizándolos».
En el caso de Spark, se beneficia de otros programas menos conocidos, pero también relevantes en el sector como son las concesiones de garantías que efectúan el ICO y el Fondo Europeo de inversiones (FEI) a los préstamos a compañías tecnológicas en los que se busca aminorar el riesgo que afrontan las entidades bancarias que lo afrontan.
Estos fondos también deben jugar un rol relevante en la creación de los campeones tecnológicos europeos, un aspecto en que Albadalejo no es tan pesimista como otros compañeros de sector y señala que es cuestión de que se vayan generando más casos de éxito como los de Glovo y Cabify en España.
Para ello, hace un llamamiento a analizar más allá de la rentabilidad bruta la inversión pública en startups y mirar más allá. «Lo importante es que se piense también en las externalidades positivas que surgen más allá del retorno económico. Muchas de las compañías posiblemente no lo van a conseguir, pero en el proceso habrán generado personas, emprendedores que crean otros negocios y que a su vez crean empleos», apostilla.
Actualidad Económica