<p class=»ue-c-article__paragraph»>«Nuestros aliados deben saber que tanto Italia como España esperamos que el compromiso del resto de aliados con el <strong>Flanco Sur</strong> sea también incuestionable, como el nuestro lo es con el Flanco Este». Con estas palabras, el <a href=»https://www.elmundo.es/e/fe/felipe-vi.html»>Rey Felipe VI</a> resumió el pasado mes de diciembre durante el viaje de Estado a Italia lo que España espera de sus aliados tanto en la <a href=»https://www.elmundo.es/e/ot/otan.html»>OTAN</a> como en la <a href=»https://www.elmundo.es/e/un/union-europea-ue.html»>Unión Europea</a>. Tres años después de la invasión de Ucrania, cuando todas las fuerzas militares están volcadas en el <strong>Frente Este</strong>, España continúa <strong>afianzando el discurso</strong> de la necesidad de reforzar también esa frontera. Fue un triunfo el nombramiento del diplomático <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2024/11/10/672ddd31fc6c835c608b45a1.html»>Javier Colomina</a> como enviado especial de la Organización Trasatlántica. Y el pasado jueves, en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo, <a href=»https://www.elmundo.es/e/pe/pedro-sanchez.html»>Sánchez</a> consiguió que en el primer punto del documento sobre la Defensa se redactara que «Europa <strong>debe ser más soberana</strong>, más responsable de su propia defensa y estar mejor equipada para actuar y afrontar de forma autónoma los retos y amenazas inmediatos y futuros con un enfoque de 360°». Ese «enfoque 360º» es el que habla sobre el sur, el lugar donde las amenazas son distintas a la invasión rusa de Ucrania y los desafíos mayores y con mucha más repercusión para España.</p>
La nueva situación internacional agrava los riesgos que proceden de África: la actividad de Marruecos, la alianza de Argelia con Putin, la desestabilización del Sahel y las rutas de la inmigración ilegal y el terrorismo
«Nuestros aliados deben saber que tanto Italia como España esperamos que el compromiso del resto de aliados con el Flanco Sur sea también incuestionable, como el nuestro lo es con el Flanco Este». Con estas palabras, el Rey Felipe VI resumió el pasado mes de diciembre durante el viaje de Estado a Italia lo que España espera de sus aliados tanto en la OTAN como en la Unión Europea. Tres años después de la invasión de Ucrania, cuando todas las fuerzas militares están volcadas en el Frente Este, España continúa afianzando el discurso de la necesidad de reforzar también esa frontera. Fue un triunfo el nombramiento del diplomático Javier Colomina como enviado especial de la Organización Trasatlántica. Y el pasado jueves, en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo, Sánchez consiguió que en el primer punto del documento sobre la Defensa se redactara que «Europa debe ser más soberana, más responsable de su propia defensa y estar mejor equipada para actuar y afrontar de forma autónoma los retos y amenazas inmediatos y futuros con un enfoque de 360°». Ese «enfoque 360º» es el que habla sobre el sur, el lugar donde las amenazas son distintas a la invasión rusa de Ucrania y los desafíos mayores y con mucha más repercusión para España.
Sánchez reclamó el pasado jueves en la rueda de prensa que a la hora de redefinir las amenazas para la seguridad y defensa de Europa se lleve a cabo una reflexión «para hacer frente a las amenazas del sur», afirmó. El presidente del Gobierno recordó que son peligros «con matices diferentes» a los del este y enumeró los «ataques híbridos», el «terrorismo» y la «realidad climática» como algunos de los problemas de esa frontera sur.
Las amenazas que hay para España en esa frontera se podrían agrupar en tres: la inmigración ilegal, el avance de la influencia rusa en la región del Sahel y las disputas con Marruecos y Argelia.
Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas Icade, divide los problemas entre tradicionales y no tradicionales en lo que atañe a los dos países del norte de África. Sobre Marruecos explica que las amenazas «son todas derivadas de una desigualdad económica y social que es la más grande entre dos Estados en el mundo: entre Marruecos y España. Eso provoca que la población tenga que inmigrar ilegalmente, que el tráfico de drogas sea atractivo para parte de la población, que haya poca inversión en la parte sur del Estrecho y que estén muy expuestos a la pluviosidad», describe.
Define el profesor a Argelia, por su parte, como una amenaza tradicional que está a 219 kilómetros de Almería en línea recta. «Es un Estado complicado que tiene rivalidades con Marruecos, pero también con España. El mayor problema para España es la relación privilegiada con Rusia. Argelia tiene un acuerdo con Rusia desde los años 60 y una alianza militar que es poco conocida. De hecho, desde 2017 hay unos planes para establecer una base militar rusa y se han llevado a cabo ejercicios militares navales y terrestres, los últimos en la frontera con Marruecos».
Vladimir Putin tiene una base naval en la localidad siria de Tartús. Se desconoce qué va a suceder con ese acuerdo de Defensa tras la caída de Asad y los rumores sitúan una nueva base en Argelia. Su capacidad de operar en el Mediterráneo a través de Siria provoca que la OTAN y España, a nivel unilateral, desarrollen de manera permanente misiones de vigilancia, disuasión y defensa de la soberanía del territorio.
La Armada tiene desplegado en distintos puntos del Mediterráneo el portaeronaves Juan Carlos I, cuatro fragatas, un buque de aprovisionamiento de combate, otro de Acción Marítima y en pocos días se sumará el submarino Galerna a la operación Sea Guardian. Todos estos efectivos vigilan y controlan los movimientos de los barcos rusos, que se topan con el Estrecho para salir desde el Mediterráneo hasta el Atlántico.
De estas capacidades, varias forman parte de la misión naval permanente de la OTAN. Además, cinco buques españoles participan en misiones nacionales permanentes de vigilancia y disuasión en misiones españolas. Aunque rotan, uno siempre está dedicado al despliegue africano y otro en el Golfo de Guinea.
De momento, se desconoce por qué tipo de política apostará Donald Trump, si reforzará su relación con Marruecos, que provoca olas migratorias hacia Ceuta y Melilla; o por sugerencia de Putin se acercará a Argelia, desde donde hay una ruta de migración hasta las islas Baleares. Pero esos dos países -enfrentados entre ellos- son una amenaza tradicional para el frente Sur de la OTAN y de la Unión Europea.
Otro problema reside en el Sahel. La investigadora del Real Instituto Elcano Marta Driessen lo sitúa en el mapa: «Atendiendo a cuestiones geográficas, podemos considerar el Sahel una banda que va de extremo a extremo, desde Mauritania hasta Sudán. Pero atendiendo a definiciones más políticas se interpreta a países de África Occidental: Mauritania, Níger, Mali, Burkina Faso… El Sahel Central incluye a Burkina, Mali y Níger, que salieron de la CEDEAO, rompieron con sus socios tradicionales europeos acercándose a Rusia y China».
Desde el golpe de Estado sucedido en Mali en 2021, los gobiernos de esa zona han ido cayendo y siendo sustituidos por juntas militares. El Sahel es una zona de fuerte inestabilidad. «Hay una policrisis», describe Driessen, «hablamos de países con una composición étnica muy diversa y con una serie de tensiones y agravios preexistentes que están siendo explotados por grupos terroristas para ganar adeptos». Además del avance de Isis-Sahel, distintos grupos paramilitares financiados por Rusia -primero Wagner y después Afrika Korps- operan en la zona, consiguiendo influencia para Putin y la salida de Europa. «Los rusos consiguen promover una inestabilidad que hace que los europeos salgamos de allí», resume el profesor Priego. También provoca desplazamientos internos, que dan lugar al surgimiento de mafias que trafican con seres humanos y los envían a la inmigración irregular.
En el Sahel, y tras el fin de la misión francesa primero y después de la Unión Europea en Mali, Europa sólo colabora con Mauritania: « Hay un cierto temor a que se pueda provocar un cambio de régimen en Mauritania por parte de Mali. Esto generaría un corredor desde Argelia hasta Mauritania, comunicando el Mediterráneo con el Atlántico». Esta descripción de Priego resolvería un problema histórico de Rusia: la salida a mares cálidos. Pese a que Driessen opina que «los lazos entre Mauritania y Europa son sólidos, la diplomacia europea también reconoce que «sería grave perder Mauritania como aliado en la región».
La inmigración, la cercanía de Argelia y Marruecos y la influencia rusa son las tres grandes amenazas en el Flanco Sur. A pesar de que mientras continúe la guerra en Ucrania hay poca capacidad para avanzar en este frente, Priego reconoce dos triunfos de España con sus aliados. «En la OTAN, el diálogo mediterráneo. En Europa, la Unión por el Mediterráneo, una iniciativa que tiene que ser el marco en el que nos movamos».
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