<p class=»ue-c-article__paragraph»>El <strong>Presidente Trump </strong>ha remitido al <strong>Congreso, </strong>su plan para extender la vigencia de muchas de las medidas introducidas por la <strong>Tax Cuts and Jobs Act (TCJA) </strong>en su anterior mandato y la ha acompañado de otras adicionales destinadas a aligerar la carga tributaria soportada por los contribuyentes estadounidenses. La<strong> Cámara de Representantes</strong> ha aprobado esa iniciativa por un estrecho margen -un voto- y, ahora, está pendiente la decisión del<strong> Senado. </strong>Existen muchos motivos tanto económicos como políticos para reducir la fiscalidad que recae sobre los individuos y sobre las empresas. Como dijo <strong>Milton Friedman:</strong> «Estoy a favor de recortar los impuestos bajo cualquier circunstancia, con cualquier excusa, por cualquier motivo, siempre que sea posible». Los impuestos son malos para la economía y cuanto más altos, peores son.</p>
Las bajadas de impuestos no conducen de manera inexorable a una disminución del tamaño del Estado y EEUU es muestra de ello.
El Presidente Trump ha remitido al Congreso, su plan para extender la vigencia de muchas de las medidas introducidas por la Tax Cuts and Jobs Act (TCJA) en su anterior mandato y la ha acompañado de otras adicionales destinadas a aligerar la carga tributaria soportada por los contribuyentes estadounidenses. La Cámara de Representantes ha aprobado esa iniciativa por un estrecho margen -un voto- y, ahora, está pendiente la decisión del Senado. Existen muchos motivos tanto económicos como políticos para reducir la fiscalidad que recae sobre los individuos y sobre las empresas. Como dijo Milton Friedman: «Estoy a favor de recortar los impuestos bajo cualquier circunstancia, con cualquier excusa, por cualquier motivo, siempre que sea posible». Los impuestos son malos para la economía y cuanto más altos, peores son.
La premisa subyacente al epígrafe friedmanita se conoce en términos coloquiales como matar de hambre a la bestia. La reducción de los tipos impositivos proporciona menos recursos al Gobierno lo que, en última instancia, limita su capacidad de gastar. Conviene recordar que Friedman consideraba que es el volumen de gasto el que determina los recursos (trabajo, capital, materias primas) que el Gobierno extrae a los agentes económicos para conseguir sus fines. Sin embargo, este enfoque, correcto a priori, ha de ser matizado ya que los gobiernos tienen la capacidad de endeudarse y cada vez la ejercen con mayor entusiasmo.
Por eso, las bajadas de impuestos, la experiencia así lo enseña, no conducen de manera inexorable a una disminución del tamaño del Estado. EEUU es una buena muestra de ello. Sin duda, un Estado no puede soportar de manera indefinida un incremento constante de la deuda pública, pero el proceso de ajuste o, para ser precisos, de estabilización de aquella, puede alargarse en el tiempo y, en especial, en una gran economía como la norteamericana mientras los inversores mantengan su confianza en ella. En ese sentido conviene recordar algo nuevo. En un escenario internacional definido por la presencia de elevados niveles de riesgo geopolítico, los bonos norteamericanos a 30 años y el dólar parecen perdiendo atractivo como activos refugio y el 16 de mayo Moody’s rebajó el rating crediticio de EEUU.
Los planes fiscales de Trump tendrán un modesto y positivo efecto sobre el crecimiento. Pero un elevado coste presupuestario. En términos estáticos, supondría un descenso de los ingresos tributarios federales de 4,1 billones de dólares entre 2025 y 2034; en términos dinámicos y asumiendo un impacto positivo sobre el crecimiento a largo plazo del PIB del 0,6%, la pérdida de recaudación sería de unos 3,3 billones de dólares. Esto se traduciría en un incremento del déficit público por ese importe que habría de financiarse con deuda (Watson G. and others, Big Beautiful Bill House GOP Tax Plan: Preliminary Details and Anaysis, Tax Foundation, May 13, 2025).
La idea según la cual la caída de ingresos derivada de los plantes de la Administración Trump se verá compensada por el aumento de los procedentes de los aranceles es un error. Por un lado, si los aranceles reducen las importaciones, la recaudación procedente de ellos será menor; por otro lado, el impacto negativo de los aranceles sobre el crecimiento económico norteamericano, descontado por la inmensa mayoría de los analistas con independencia de su ideario, afectará de modo negativo a los ingresos fiscales. Este efecto será mayor o menor en función de los tipos arancelarios finales.
La exposición realizada ha de enmarcarse en el estado actual de las finanzas públicas de EEUU. La ratio gasto público/PIB se sitúa en los niveles más altos desde la II Guerra Mundial, salvo durante la Gran Recesión de 2009 y la pandemia en 2020. El déficit público se situó a finales de 2024 en el 7,3% del PIB y la deuda pública supera el 120% del PIB. El presidente Trump prometió equilibrar el presupuesto a lo largo de su mandato sin tocar los programas sociales, en concreto el Medicaid, 1,8 billones de dólares anuales de coste para las arcas públicas, mayor que el de la Seguridad Social (1,7 billones de dólares), defensa nacional y beneficios a los veteranos (1,3 billones) o intereses de la deuda (952.000 millones).
En ese marco, cerrar el desequilibrio de las cuentas públicas estadounidenses sin tocar el Medicaid supondría aplicar recortes del 40% en el resto del gasto federal lo que no se ha contemplado ni se contempla en ninguna de las medidas anunciadas hasta la fecha por la Administración republicana ni es, por supuesto, respaldado por el grueso de las huestes de los dos grandes partidos. De manera incomprensible, salvo por la aceptación bipartidaria del populismo, la ortodoxia presupuestaria, la necesidad de reducir el binomio déficit-deuda ha desaparecido del debate partidista en EEUU cuando, como se ha señalado, el deterioro de las finanzas públicas alcanza alturas inéditas.
América está inmersa en un escenario fiscal-presupuestario muy delicado y no tenerlo en cuenta es un error cuyas consecuencias pueden ser graves a corto, medio y largo plazo. Unas finanzas públicas tan desequilibradas y sin expectativas de corrección son una bomba de relojería para EEUU y, sobre todo, para su papel que garante-oferente de seguridad y de confianza en su economía.
*Lorenzo Bernaldo de Quirós es presidente de Freemarket.
Actualidad Económica