<p>La maquinaria electoral de Vox está en marcha desde, al menos, mediados de septiembre, una vez celebrado su evento anual -Viva 25- con los simpatizantes. <strong>Con la mirada puesta en Castilla y León y Andalucía</strong>, el partido analiza desde entonces la realidad de estas regiones para preparar la futura campaña a las urnas.</p>
El partido de Abascal calienta motores en Andalucía y Castilla León, y el choque con el PP en Aragón y Extremadura augura más posibles escenarios electorales mientras el panorama nacional se agita
La maquinaria electoral de Vox está en marcha desde, al menos, mediados de septiembre, una vez celebrado su evento anual -Viva 25- con los simpatizantes. Con la mirada puesta en Castilla y León y Andalucía, el partido analiza desde entonces la realidad de estas regiones para preparar la futura campaña a las urnas.
De cara al público, los primeros pasos ya se han dado también: hace dos semanas, Santiago Abascal arrancó en Sevilla una gira provincial que, diez días después, le llevó a Segovia. Además, en ambos casos el líder de Vox aprovechó la visita para conceder entrevistas a medios regionales y el partido ya ha organizado actos en Málaga y Valladolid para presentar su programa económico.
Sin embargo, ahora, el escenario previsto podría verse alterado: la ruptura de todos los puentes entre PP y Vox escenificada esta semana en Extremadura y Aragón parece abocar a que sean más las comunidades que celebren elecciones en los próximos meses. Y, en todas ellas, Vox aspira a jugar un papel decisivo de cara a la gobernabilidad.
El choque entre las derechas ha alejado la posibilidad de aprobar unos presupuestos que den aire a las legislaturas de María Guardiola (Extremadura) y Jorge Azcón (Aragón). Los de Abascal insisten en que «siempre han apostado» por pactar unas cuentas que recojan sus peticiones, en vez de condenarlas al fracaso y reclamar un adelanto electoral. Sin embargo, no rebajan sus exigencias para desbloquearlas y ahora incluso rechazan sentarse a negociarlas en Aragón. Y, en Extremadura, ven «muy difícil» la posibilidad de que Guardiola «cambie de postura» y hable con ellos de los presupuestos.
La amenaza de una cita con las urnas si no hay cuentas autonómicas -verbalizada por Guardiola- no ha hecho replantearse su postura a Vox: «No vamos a tomar la decisión sobre los presupuestos en función de eso», argumentan en la sede de la calle Bambú. No aceptan el «chantaje», dicen, y tampoco dan por hecho que el adelanto electoral vaya a materializarse.
Los de Abascal no han presionado a Guardiola ni a Azcón para que convoquen a las urnas si no logran aprobar presupuestos. Sin embargo, aseguran estar listos si finalmente hay elecciones: «Que sean cuando tengan que ser, ningún miedo».
En el partido en Extremadura -la región más cerca del adelanto- se dicen «preparados» y creen que el crecimiento que Vox registra a nivel nacional es extensible a la escala autonómica. Y, aunque insisten en desconfiar de los sondeos, sí aprecian una tendencia al alza en el apoyo al partido y confían en que el respaldo que cosechen en las urnas sea «mayor» al que aglutinaron en 2023.
Esa es, a priori, la meta de los de Abascal: ser aún más decisivos que en la anterior ocasión. Castilla y León y Andalucía, y también Extremadura y Aragón, son regiones en las que la mayoría absoluta no está garantizada, con lo que la gobernabilidad podría depender de un acuerdo entre PP y Vox.
En tres de estas comunidades los de Abascal ya resultaron determinantes para formar un Ejecutivo tras las pasadas elecciones, y esto llevó a que sus ideas tuvieran que ser parcialmente recogidas por los populares para gobernar. Ahora, Vox aspira a aumentar su resultado y así tener mejor posición negociadora. Solo en Castilla y León contemplan un posible estancamiento, pues, explican, en los comicios de 2022 el PP no atravesaba su mejor momento y esto pudo beneficiarles. Andalucía, por el contrario, es una de las regiones donde manejan mejor perspectiva.
En todo caso, en el partido de Abascal esquivan aclarar si exigirán entrar en los ejecutivos autonómicos llegada esa situación, aunque aseguran que harán valer sus votos. Señalan que su planteamiento dependerá de la posición relativa en la que las urnas dejen a PP y Vox.
«No vamos a ir con la recortada exigiendo una fuerza mayor que la que nos han dado los ciudadanos, pero desde luego nunca una menor», dijo Abascal esta semana en una entrevista en El Norte de Castilla sobre su postura de cara a negociar con Alfonso Fernández Mañueco.
La salida de Vox de los gobiernos autonómicos en verano de 2024 resultó, a la vista de las encuestas, positiva para los de Abascal. Algunos dirigentes creen que ha sido «más fácil» presionar «desde fuera» y sugieren que el PP podría acusar un mayor desgaste por su desempeño en los gobiernos. No lo mencionan directamente, pero los incendios en Castilla y León de este verano y la crisis por los fallos en el cribado del cáncer de mama en Andalucía podrían penalizar a los populares, con Vox volcado en hacerles oposición en estos asuntos: el partido se ha querellado contra Mañueco y ha pedido la dimisión de Moreno.
La otra incógnita que aún mantienen abierta es el nombre de sus candidatos. Vox acostumbra a retrasar la decisión hasta la convocatoria oficial de las elecciones, aunque algunos perfiles ya se postulan. No es baladí que, en sus recientes visitas a Sevilla y Segovia, Abascal se haya acompañado de Manuel Gavira -portavoz de Vox en el Parlamento andaluz- y Carlos Pollán -presidente de las Cortes de Castilla y León-, los dos dirigentes que más suenan para liderar las listas.
En estas visitas, Abascal arrancó las precampañas castellanoleonesa y andaluza al choque total con el PP, replicando el tono que hoy es la tónica entre las derechas. El cruce de acusaciones también ha sido protagonista esta semana en Extremadura y Aragón, con lo que las citas autonómicas de los próximos meses -las confirmadas y las que podrían ser- se perfilan claves para fijar el rumbo de las relaciones entre ambos partidos. No solo a nivel regional, sino también en la esfera nacional, con la vista puesta en que la siguiente llamada a las urnas será, probablemente, mirando a La Moncloa.
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