<p>Historia de dos noticias: <strong>Carlos Mazón</strong> dimitió como presidente de la Generalitat valenciana la misma mañana en la que arrancaba el juicio a <strong>Álvaro García Ortiz</strong>. Aunque se tratara de protagonistas y contextos muy distintos, compararlos parece ineludible e ilustrativo. Tanto el dirigente valenciano como el fiscal general del Estado se encontraban en eso que se suele llamar una «situación insostenible». Mazón, por su responsabilidad política en la gestión de la dana; García Ortiz, por los indicios que sugieren que utilizó una institución tan delicada como la Fiscalía para ayudar al Gobierno en sus luchas políticas, dañando de paso los derechos de un ciudadano. Y, también, por la distorsión que supone para este proceso que quien se sienta en el banquillo sea el superior jerárquico de los fiscales.</p>
«Se critica el seguidismo acrítico de la prensa oficialista, pero luego se denuncia que el resto de medios no muestren una entrega igualmente acrítica a la causa de la oposición»
Historia de dos noticias: Carlos Mazón dimitió como presidente de la Generalitat valenciana la misma mañana en la que arrancaba el juicio a Álvaro García Ortiz. Aunque se tratara de protagonistas y contextos muy distintos, compararlos parece ineludible e ilustrativo. Tanto el dirigente valenciano como el fiscal general del Estado se encontraban en eso que se suele llamar una «situación insostenible». Mazón, por su responsabilidad política en la gestión de la dana; García Ortiz, por los indicios que sugieren que utilizó una institución tan delicada como la Fiscalía para ayudar al Gobierno en sus luchas políticas, dañando de paso los derechos de un ciudadano. Y, también, por la distorsión que supone para este proceso que quien se sienta en el banquillo sea el superior jerárquico de los fiscales.
Se podría pensar que el contraste entre el dimitido Mazón y el no dimitido García Ortiz resultaría favorable para el Partido Popular. La formación de Feijóo estaría preservando las viejas y saludables normas de la responsabilidad política; el Gobierno que dirige Sánchez, en cambio, ha hecho lo posible por respaldar a «su» fiscal general, incluso cuando han surgido indicios de que este habría hecho algo tan grave como borrar pruebas.
Sin embargo, el contraste también se ha prestado a una lectura distinta. Varias voces han señalado que no nos encontramos ante una muestra de la superioridad del PP, sino ante otra prueba de su falta de habilidad política. Está claro que la asombrosa tardanza de los populares en forzar la renuncia de Mazón diluye su efecto; pero, además, se ha señalado que el presidente valenciano podría haber anunciado su marcha cualquier otro día. Al hacerlo ayer, distrajo a la opinión pública de algo tan importante, y tan dañino para el Gobierno, como el juicio a García Ortiz.
Esto se sumaría a un reproche que se viene haciendo en los últimos meses a los medios cercanos a la oposición. Sus críticas y exigencia de responsabilidades al presidente valenciano solo habrían reforzado la estrategia de Moncloa, permitiendo que el Gobierno eluda sus propias responsabilidades en la gestión de la tragedia. Un pecado, en definitiva, de leso antisanchismo. Y una nueva muestra del tablero inclinado que muchos han denunciado en los últimos años; el manejo de distintas varas de medir que siempre beneficiarían al PSOE.
Se cae, así, en una contradicción que ya se ha venido manifestando en los últimos años: pedir que la oposición haga mejor que Sánchez aquellas cosas que se critican en el propio Sánchez. Se denuncia que el presidente haya supeditado la higiene democrática a su Manual de resistencia, pero luego se reprocha a la oposición que no aplique las lecciones de ese libro. Se lamenta que la política de gestión haya sido sustituida por la que se centra en impulsar relatos y en controlar los ritmos informativos, pero luego se pide a la oposición que impulse mejor sus propios relatos y que controle con mayor eficacia los ritmos informativos. Se critica el seguidismo acrítico de la prensa oficialista, pero luego se denuncia que el resto de medios no muestren una entrega igualmente acrítica a la causa de la oposición. Y se da por hecho que, si todo esto ocurriera, más ciudadanos votarían a esa oposición. ¿Seguro que no ocurriría lo contrario?
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