<p>El pasado 12 de julio el presidente <strong>Trump</strong> envió una carta a la UE en la que proponía aranceles del 30% para sus productos con destino EEUU. Aunque el 1 de agosto deja algo de margen para negociar, el tiempo sin duda es limitado. No obstante, incluso si los aranceles del 30% entraran en vigor, lo más probable es que siga la negociación y, más pronto que tarde, se alcance un acuerdo. Sea el nivel que sea, lo cierto es que el impacto de los aranceles se sentirá más en unos sectores que otros, y hay que estar preparado para ello. En general, los sectores más ligados a los servicios se verán menos afectados que los manufactureros, y lógicamente, el impacto en estos últimos será mayor cuanto más dependa la producción de la actividad y los proveedores domésticos. Con todo, podemos diferenciar quienes serán probablemente los ganadores y los perdedores de este nuevo entorno. Si empezamos por los bienes de consumo, las empresas de lujo probablemente sean de las menos afectadas, por sus altos márgenes y su fuerte poder de fijación de precios, aunque podrían estar expuestas a efectos indirectos como el debilitamiento del sentimiento de los consumidores. Un sector que todavía no está sujeto a aranceles, pero potencialmente sí lo estará, es el farmacéutico. Según Trump estos aranceles llegarán en 1-1,5 años, supuestamente para permitir que las grandes farmacéuticas trasladen su producción hacia EEUU. Con tantos rumores, los inversores han salido de muchas de estas compañías, por lo que creemos que el riesgo comercial ya está incluido en las valoraciones, aunque todavía podría haber cierta volatilidad.</p>
Los sectores más ligados a los servicios se verán menos afectados por los aranceles que los manufactureros
El pasado 12 de julio el presidente Trump envió una carta a la UE en la que proponía aranceles del 30% para sus productos con destino EEUU. Aunque el 1 de agosto deja algo de margen para negociar, el tiempo sin duda es limitado. No obstante, incluso si los aranceles del 30% entraran en vigor, lo más probable es que siga la negociación y, más pronto que tarde, se alcance un acuerdo. Sea el nivel que sea, lo cierto es que el impacto de los aranceles se sentirá más en unos sectores que otros, y hay que estar preparado para ello. En general, los sectores más ligados a los servicios se verán menos afectados que los manufactureros, y lógicamente, el impacto en estos últimos será mayor cuanto más dependa la producción de la actividad y los proveedores domésticos. Con todo, podemos diferenciar quienes serán probablemente los ganadores y los perdedores de este nuevo entorno. Si empezamos por los bienes de consumo, las empresas de lujo probablemente sean de las menos afectadas, por sus altos márgenes y su fuerte poder de fijación de precios, aunque podrían estar expuestas a efectos indirectos como el debilitamiento del sentimiento de los consumidores. Un sector que todavía no está sujeto a aranceles, pero potencialmente sí lo estará, es el farmacéutico. Según Trump estos aranceles llegarán en 1-1,5 años, supuestamente para permitir que las grandes farmacéuticas trasladen su producción hacia EEUU. Con tantos rumores, los inversores han salido de muchas de estas compañías, por lo que creemos que el riesgo comercial ya está incluido en las valoraciones, aunque todavía podría haber cierta volatilidad.
Por último, el sector industrial, sin duda uno de los favoritos en Europa por los grandes proyectos fiscales, es cierto que puede verse afectado, pero en general suele mantener una producción más local, exhibe un alto poder de fijación de precios, suele tener cláusulas de subida de precios por aranceles, y además son empresas de alto poder de mercado. Esto hace que, en el fondo, el principal riesgo para las empresas industriales europeas (ex autos) sea el deterioro de las perspectivas económicas mundiales, que podría ralentizar la toma de decisiones de los clientes y debilitar la recepción de pedidos. Las industrias con una elevada exposición a factores de crecimiento secular, como la electrificación, deberían estar mejor posicionadas en este sentido. En resumen, no sabemos si finalmente se mantendrán los aranceles, pero está claro que muchas empresas están más que preparadas.
La industria europea de automóviles está en crisis, y lo estaba ya antes de que llegara Trump. Las interrupciones en la cadena de suministro, la desaceleración de las tasas de penetración del vehículo eléctrico en EEUU y Europa a medida que se redujeron los subsidios gubernamentales, y el aumento de la competencia desde China ya habían llevado a muchas compañías a revisar a la baja sus estimaciones de beneficios. El anuncio de unos potenciales aranceles supone un factor de riesgo adicional sobre las automovilísticas europeas. No en vano, la industria de automoción presenta una estructura de producción globalmente diversificada, con una cadena de producción repartida entre muchos países. Todos estos factores justifican que sea precisamente el sector de autos el que más revisiones a la baja ha mostrado en sus perspectivas de beneficios.
Dentro de estas compañías, las más afectadas podrían ser las que producen el 100% de sus automóviles en Europa y que además se dedican a la producción de turismos de gama media, frente al mayor aislamiento de las compañías con más producción en EEUU y/o las orientadas al segmento de lujo, dado su mayor poder de fijación de precios, que les permitiría repercutir, al menos parcialmente, la carga arancelaria a los consumidores. En resumen, la recuperación cíclica que se apunta para Europa en los próximos dos años, es una buena noticia para las industrias europeas, pero no será suficiente para las empresas de autos, inmersas en un intenso proceso de reestructuración.
*Rosa Duce es Chief Investment Officer de Deutsche Bank en España.
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