<p class=»ue-c-article__paragraph»>Los <strong>salarios </strong>en términos reales, es decir, una vez descontado el efecto de la inflación para conocer su verdadero poder adquistivo, han crecido tan sólo <strong>un 2,76% en las últimas tres décadas</strong>, pasando de 32.157 euros al año en 1994 (con el valor del euro de 2024) a 33.044 euros el año pasado, según los <a href=»https://data-explorer.oecd.org/vis?fs[0]=Topic%2C1%7CEmployment%23JOB%23%7CBenefits%252C%20earnings%20and%20wages%23JOB_BW%23&pg=0&fc=Topic&bp=true&snb=21&vw=tb&df[ds]=dsDisseminateFinalDMZ&df[id]=DSD_EARNINGS%40AV_AN_WAGE&df[ag]=OECD.ELS.SAE&df[vs]=1.0&dq=LUX%2BLTU%2BLVA%2BFIN%2BEST%2BSVN%2BSVK%2BHUN%2BNLD%2BPOL%2BNOR%2BIRL%2BGRC%2BDNK%2BCZE%2BBEL%2BAUT%2BITA%2BPRT%2BDEU%2BFRA%2BESP..EUR..Q..&pd=1994%2C2024&to[TIME_PERIOD]=false» target=»_blank» rel=»nofollow»>últimos datos de la <strong>OCDE</strong></a>.</p>
Entre 1994 y 2024 han crecido once veces menos que en la media de la Organización: la razón principal está en el estancamiento de la productividad
Los salarios en términos reales, es decir, una vez descontado el efecto de la inflación para conocer su verdadero poder adquistivo, han crecido tan sólo un 2,76% en las últimas tres décadas, pasando de 32.157 euros al año en 1994 (con el valor del euro de 2024) a 33.044 euros el año pasado, según los últimos datos de la OCDE.
Se trata del cuarto peor desempeño de los 38 países que integran esta Organización, en la que de media los sueldos han crecido un 30,8% en el mismo periodo, once veces más. Tan sólo México, Japón e Italia han experimentado una evolución peor que la nuestra: en los dos primeros los sueldos han caído en términos reales un 7,2% y un 0,9%, respectivamente, mientras que en Italia han subido sólo un 0,5%.
En las dos economías más importantes de la UE los aumentos son mucho más relevantes: en Alemania han crecido un 24,1% en el periodo, mientras que en Francia han repuntado un 28,4%, pero también son más fuertes en economías mediterráneas del sur como Portugal, con un avance del 21,2%, o Grecia, del 22,5%, y en países en desarollo como Colombia (31%), Costa Rica (70,5%) o Chile (88,5%). No obstante, lideran las subidas salariales los países del Este de Europa, ex repúblicas soviéticas, que han atravesado un proceso de conversión y puesta a punto: en Lituania se han incrementado un 290,3%; en Letonia, un 245,2%; en Estonia, un 236,2% y en Eslovaquia, un 133%, entre otros.
A la hora de analizar la evolución de los salarios es importante hacerlo en términos reales, ya que de nada sirve que en un país suban mucho los sueldos si los precios lo hacen al mismo ritmo o superior. En la práctica, ese incremento nominal se podría traducir en que los trabajadores son cada vez más pobres, y es preciso hacerlo en paridad del poder de compra, para poder comparar la evolución de distintos países, tal y como hace la OCDE.
Si se compara la evolución de los salarios reales en España y la media de la Organización, en dólares a paridad del poder de compra (PPP), se observa que los sueldos en España sólo han estado por encima de la media en la década de los 90 y en los dos primeros años tras el estallido de la crisis financiera, en 2008, debido al impulso de los salarios más altos. En el resto del periodo siempre han estado por debajo y en los últimos años la brecha con la media se ha incrementado, hasta situarse hoy un 11% por debajo, el equivalente a 6.583 dólares a PPP al año.
Según explican José Emilio Boscá y Javier Ferri, investigadores de Fedea, la evolución varía en función del nivel salarial: «En los dos años posteriores a la crisis financiera, en los que observamos un acusado aumento de los salarios reales medios, los salarios aumentaron de forma monótona a partir del tercer decil, siendo los trabajadores perceptores de los salarios más altos los que más vieron aumentar sus salarios (casi un 15%). En cambio, los trabajadores de los dos primeros deciles sufrieron caídas en su salario real, que para los del primer decil alcanzó el 3%. Entre el 2009 y el 2019 (año anterior a la pandemia de COVID) el salario real cayó en todos los deciles excepto en los dos primeros. Así, mientras los salarios reales disminuyeron casi un 5% para el segundo decil de salarios más elevados, subieron un 5% para el decil de salarios más bajos. En los años de la pandemia y posteriores, hasta el 2023, los salarios cayeron en todos los deciles excepto en los tres más bajos. De nuevo, el decil noveno fue el más perjudicado, con caídas acumuladas que superaron el 3%».
«A nivel distributivo, desde 2009 y tras la pandemia, los deciles bajos han experimentado algunas mejoras relativas, mientras que los deciles altos han sufrido mayores caídas en poder adquisitivo. Estos resultados ponen en evidencia una percepción social de que las fases expansivas no se han traducido en mejores ingresos laborales para la mayoría de los trabajadores», apuntan.
La gran pregunta detrás de estos datos es por qué en España los salarios se han mantenido prácticamente estancados desde hace 30 años. «La respuesta rápida es que tiene que ver con la falta de crecimiento de la productividad: la remuneración por asalariado no ha mostrado apenas avance, en términos reales, entre 1995 y 2024″, apunta Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, quien señala que aunque la destrucción de empleo durante la crisis financiera global elevó (por un efecto composición) tanto la remuneración por asalariado como la productividad, «la recuperación posterior ha venido con una caída y posterior estancamiento -desde 2017- de la misma».
«Parte del mal comportamiento tiene que ver con la composición sectorial, dado que el peso de la industria ha pasado del 22% del total del empleo al 12,5%. En todo caso, esta es una tendencia de las economías desarrolladas hacia la terciarización. El problema proviene de la especialización en actividades de servicios de baja productividad«, añade.
Lo cierto es que el estancamiento de la productividad es la gran asignatura pendiente de la economía española, algo en lo que coinciden hasta seis economistas entrevistados por EL MUNDO en el último mes, entre los que figura María Jesús Fernández, de Funcas, quien defiende que «la productividad está en el origen de todo» y que, como no se han tomado medidas pensando en que aumente a largo plazo, «el nivel de vida de los ciudadanos difícilmente va a mejorar».
El repunte salarial desde 1994, «es un crecimiento ridículo en 30 años», considera Javier Martínez, colaborador de EsadeEcPol, quien coincide en que la causa más clara y evidente es «el estancamiento de la productividad total de los favores, que lleva estancada desde la década de los 90, pasando por la reestructuración salarial post crisis financiera, hasta la llegada de migración en edad de trabajar durante los últimos diez años que cubren vacantes de empleos no cubiertas por nacionales, lo que podría provocar estancamiento en esa franja salarial».
«Aunque desde el 2018 se ha subido el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) más de un 50%, lo que han hecho esas subidas es comprimir la distribución salarial por la parte izquierda, cuando lo que nos interesa como país en nuestro mercado laboral es desplazar toda la distribución o al menos la zona cercana a la mediana», apunta en conversación con este medio, y alude también al aumento del tipo medio del IRPF y las cotizaciones sociales, así como al pequeño tamaño de las empresas.
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