Apareció de la nada. Apenas unos minutos antes de que se desvelara la composición del gobierno del centrista François Bayrou, los medios de comunicación franceses resucitaron la carrera política del ex primer ministro Manuel Valls (Barcelona, 1962), asignándole el Ministerio de Ultramar y dejando atónito a todo el país. Alexis Kohler, el secretario del Elíseo, pronunció su nombre el lunes, pasadas las 18.30, sellando así el mayor giro de guion de la larga telenovela ministerial.
El ex primer ministro, quien parecía haber quedado fuera de la política tras años de fracasos en Francia y España, resurge sorprendentemente en el gobierno de François Bayrou al frente de la cartera de Ultramar
Apareció de la nada. Apenas unos minutos antes de que se desvelara la composición del gobierno del centrista François Bayrou, los medios de comunicación franceses resucitaron la carrera política del ex primer ministro Manuel Valls (Barcelona, 1962), asignándole el Ministerio de Ultramar y dejando atónito a todo el país. Alexis Kohler, el secretario del Elíseo, pronunció su nombre el lunes, pasadas las 18.30, sellando así el mayor giro de guion de la larga telenovela ministerial.
Diez días tardó el primer ministro Bayrou en proponer un gabinete al presidente Emmanuel Macron, y en ningún momento se mencionó al franco-español, apartado de la política desde su derrota en las legislativas galas de 2022. Tan inesperado es el regreso de Valls que, pocos días antes de su nombramiento, el diario paródico francés Le Gorafi había publicado una satírica historieta sobre él: Bayrou se lo habría encontrado al abrir una de las casillas de su calendario de Adviento, una “horrible pesadilla” para el jefe de Gobierno, que a su despertar descubría aliviado “que el ex primer ministro se había marchado definitivamente”.
Al igual que un gato, Manuel Valls parece tener siete vidas, quizás gracias a haber jugado en dos tableros políticos distintos ―Francia y España―, según afloraron las oportunidades. Aunque nació en Barcelona de un padre español y una madre suiza del cantón italiano de Tesino, el político creció en París y se nacionalizó francés a los 20 años. Tras integrar muy joven el Partido Socialista (PS), fue forjándose un camino que lo llevó a ser ministro de Interior (2012-2014) y primer ministro (2014-2016) bajo el mandato del presidente François Hollande.
Fracasos políticos repetidos
Valls forma ahora parte de los pocos nombres del gabinete de Bayrou con un pasado en la izquierda francesa, lo más cercano al pluralismo que ha podido alcanzar el jefe del Ejecutivo, quien ansiaba reunir a pesos pesados de todo el espectro político con el objetivo de evitar el destino de su predecesor, Michel Barnier, derribado por una moción de censura.
Sin embargo, los socialistas ―que se negaron a entrar en el nuevo gobierno― podrían tomarse su designación como una provocación. Tras perder en las primarias de la formación en enero de 2017, Valls decidió romper con el PS para respaldar el sueño presidencial del que había sido su ministro de Economía, Emmanuel Macron, bajo duras críticas de traición.
Otra deslealtad, para sus detractores, fue hacia los votantes del departamento de Essonne, al sur de París, quienes lo eligieron diputado por un estrecho margen en junio de 2017, un puesto que abandonó en 2018 con el deseo de conquistar, sin éxito, la alcaldía de Barcelona.
Tras dos años como concejal barcelonés, Valls dejó nuevamente sus funciones y comenzó a enviar señales de un posible regreso a la política en Francia, lo que le valió incluso que TV3, a través del programa satírico Polònia, le dedicara una canción parodia.
Un político “kamikaze”
Este martes, por la mañana, Valls concedió en la radio France Inter su primera entrevista como ministro de Ultramar, durante la cual un oyente aprovechó una llamada en directo para reprenderlo. “Debería darle vergüenza. Es usted el peor de los traidores, señor Valls”, ha dicho antes de ser interrumpido por el presentador.
Para justificar su elección, François Bayrou describió el lunes por la noche a Manuel Valls como una “figura un poco kamikaze”, un comentario que no dejó a nadie indiferente. “Me gustan las personalidades audaces o dispuestas a correr riesgos, y él no tiene miedo”, prosiguió en el plató de la cadena BFMTV.
El primer ministro aseguró ser consciente de los “conflictos” de Valls con la izquierda, pero confió en el papel que jugará en los territorios de ultramar, “una de las cuestiones más importantes” para Francia. “Son sociedades muy frágiles, a menudo muy fracturadas, muy desestabilizadas, y que sienten que no se les presta atención”, agregó Bayrou, quien asignó a esta cartera el segundo lugar en el orden protocolario del Gobierno.
Valls, que ya tiene una larga lista de asuntos pendientes en los territorios más remotos de Francia, se enfrentará de entrada a la reconstrucción del archipiélago de Mayotte, situado en el océano Índico y recientemente arrasado por el ciclón Chido. “Es una situación de emergencia y es nuestra prioridad”, ha declarado este martes en París, durante la ceremonia de traspaso de poderes.
El ministro también deberá abordar la cuestión del poder adquisitivo en las Antillas francesas, en el mar Caribe, y desescalar la crisis institucional en Nueva Caledonia, archipiélago del Pacífico Sur sacudido en los últimos meses por violentas protestas contra una reforma electoral a la que se opone la mayoría de nativos. “Habrá que reconstruir entre todos un camino, un destino común”, ha dicho Valls. Para ello necesitará tiempo, un recurso incierto en el actual contexto político francés.
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