<p>De los tres elementos determinantes de las elecciones de 2023, uno fue la capacidad de movilización del PSOE, otro la convocatoria en pleno verano y el último, pero crucial, la creación de Sumar, un Podemos blanco que fuera votable para todos los que quieren más izquierda que el PSOE. Ha habido en los últimos 10 días razones de desgobierno fundadas para que <strong>Pedro Sánchez</strong> disolviera el Parlamento, e incluso un cierto aroma a mitin de campaña. Pero hoy, a diferencia de ayer, no hay un Podemos blanco al que votar, y eso lo dificulta todo.</p>
De los tres elementos determinantes de las elecciones de 2023, uno fue la capacidad de movilización del PSOE, otro la convocatoria en pleno verano y el último, pero crucial, la
De los tres elementos determinantes de las elecciones de 2023, uno fue la capacidad de movilización del PSOE, otro la convocatoria en pleno verano y el último, pero crucial, la creación de Sumar, un Podemos blanco que fuera votable para todos los que quieren más izquierda que el PSOE. Ha habido en los últimos 10 días razones de desgobierno fundadas para que Pedro Sánchez disolviera el Parlamento, e incluso un cierto aroma a mitin de campaña. Pero hoy, a diferencia de ayer, no hay un Podemos blanco al que votar, y eso lo dificulta todo.
Pongamos que Sánchez se cree a sí mismo y confía en su capacidad para recuperar el millón de votos que ha perdido el PSOE en año y medio. Incluso en hacerlo a corto plazo, a lomos de los datos del PIB y con la máquina de señalar enemigos de los pensionistas a tope. Con todo eso en su máximo esplendor, en 2023 necesitó que Sumar lograra 31 escaños para poder tener la baza de entregarle una amnistía a Puigdemont a cambio de los suyos.
Ahora eso no existe. La disolución del liderazgo de Yolanda Díaz es una de las características fundamentales de esta legislatura. No deja de sorprender que quien podría atesorar uno de los principales logros de este Gobierno, que es la creación de empleo, haya caído en ese delicado momento para un político de esta centuria en el que mucha gente pasa de tomarte en serio a hacer memes. Enfrascada en luchas de difusa demanda social, como la reducción de la jornada laboral, Díaz está por debajo de los 10 escaños. Lleva ahí muchos meses y no parece que vaya a mejorar.
Por lo que pueda pasar, ella lo intenta. Comenzó esta semana exigiendo a Podemos la reunificación de la izquierda a la izquierda. «Hay que volver a hacer lo que hicimos el 23 de julio». Sabe lo que dice porque, ¡oh sorpresa!, los votos siguen estando ahí.
Veamos los datos de Sigma Dos: Sumar está perdiendo 1,5 millones de votos, entre los cuales hay 356.000 indecisos, es decir, en teoría recuperables. Ha perdido entonces 1,2 millones de votos netos desde 2023. Podemos saca por su cuenta el 4,7%, que se traduce en… 1,2 millones de votos.
Es la magia de la polarización. Los votos se mueven poco y lo hacen entre partidos, pero no entre bloques ideológicos. Hay trasvase entre Sumar-Podemos-PSOE, pero no de la izquierda a la derecha. Socialistas y podemismo han perdido entre los dos la gigantesca cifra de 2,5 millones de votos, pero no han ido a la filas de la oposición, sino al indefinido mundo de los indecisos. Gente que está esperando a que la movilicen, que es la especialidad de la casa.
En PP y Vox ocurren cosas parecidas. Hay una cuenta obvia: Feijóo pierde en este sondeo 0,7 puntos, que son los mismos que gana Abascal. O esta otra: el PP obtiene su peor resultado desde las elecciones de 2023 y Vox el mejor.
De la capacidad de Sánchez y Díaz (o quien venga a liderar ese espacio) para asimilar a Podemos y movilizar a sus votantes dependerá lo que dure la legislatura. Hoy parece que será larga, pero ayer era lo contrario. Pese a la mayoría PP-Vox que da la encuesta, el voto en los bloques es estable y sólo acontecimientos repentinos con capacidad de impactar a la sociedad mueven el tablero. Ocurrió con la amnistía y ha pasado con la dana, señal de partida del actual ascenso de Vox.
En la encuesta aparece otro dato: el 71% dice que la política no es útil para solucionar los problemas de los españoles. Casi tres de cada cuatro españoles, más gente de la que acude a votar en las elecciones. Esto también es magia de la polarización.
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