<p>¡Que desilusión! A mí, <strong>Yolanda Díaz</strong> siempre me había parecido una mujer joven, estilosa, de las que invitaría a cenar con mi familia. Y, de repente, me resulta una señora pasada de moda, promoviendo con cara de mal genio la lucha de clases, la que inventó Karl Marx. Pero señora Díaz, ¿qué hace ese espantajo del siglo XIX en la sociedad actual? Cuando se trata de construir, ¿se pone usted a romper? Anda, moza, anda, y sigue tan estilosa. Y, por supuesto, sigues invitada a cenar en mi casa, para que veas gente que piensa distinto, pero que no te hace caso en tus intentos de estropearlo todo.</p>
¡Que desilusión! A mí, Yolanda Díaz siempre me había parecido una mujer joven, estilosa, de las que invitaría a cenar con mi familia. Y, de repente, me resulta
¡Que desilusión! A mí, Yolanda Díaz siempre me había parecido una mujer joven, estilosa, de las que invitaría a cenar con mi familia. Y, de repente, me resulta una señora pasada de moda, promoviendo con cara de mal genio la lucha de clases, la que inventó Karl Marx. Pero señora Díaz, ¿qué hace ese espantajo del siglo XIX en la sociedad actual? Cuando se trata de construir, ¿se pone usted a romper? Anda, moza, anda, y sigue tan estilosa. Y, por supuesto, sigues invitada a cenar en mi casa, para que veas gente que piensa distinto, pero que no te hace caso en tus intentos de estropearlo todo.
Porque ahora estamos en un momento de construcción, no de destrucción, y aunque haya gente, de todos los partidos, que solo sepa hablar con chulería, sembrando odio; la gente de bien, y te incluyo a ti, no puede hablar de resolver las injusticias a base de trabajar menos. Si se trabaja menos horas, hay que aumentar la productividad, o sea, según un ejemplo que pone el DRAE, «número de televisores por operario y hora». O sea, Yolanda, a sacar más televisores. En menos horas. Y olvídate de Karl, que en paz descanse.
A mí me pasa. Cuando empiezo a escribir un artículo, sale en una hora, si me dedico solo a escribirlo, sin llamadas, whatsapps y cosas semejantes. Si me meto en esa maraña, tardo el doble. Cuando vi lo de los televisores, pensé que a mi me pasaba lo mismo.
Como, a pesar de Yolanda sigo leyendo las noticias, procuro estar al día de lo actual. Y en lo actual, me quedo en la OPA del BBVA sobre el Sabadell. Leo e intento simplificar.
Veo las declaraciones del presidente y las del consejero delegado del Sabadell y me acuerdo de mi yerno Alberto, que sábado sí y sábado también, va al Rastro. Y regatea. Empieza ofreciendo muy poco y luego acaba comprando.
El opado pone cara de escándalo. ¿Qué se ha creído ese? ¿Piensa comprarnos a precio de ganga? ¿Se cree que los catalanes somos tontos?
Entiendo que están diciendo: sube la oferta, acuérdate del presidente y del consejo, no te olvides de los sindicatos, de la parte a pagar en efectivo, de las consecuencias fiscales…
El presidente de BBVA pondrá cara de pena y subirá la oferta y seguirán negociando, aunque se salten las fechas (no sería la primera irregularidad admitida por el gobierno).
Hablo con una amiga mía, ejecutiva importante en una multinacional. Le pregunto su opinión sobre Yolanda. Me contesta: «obsoleta«. Le hablo de la OPA. Me dice: «regateo».
Ya tengo título para el artículo.
Actualidad Económica