<p>Después de más de un año de batalla filosófica, jurídica y política al más alto nivel, <strong>OpenAI </strong>ha completado este martes una renovación total de su estructura corporativa, pasando sucesivamente de un proyecto sin ánimo de lucro a una filial con ánimo de lucro y a una empresa de «beneficio público», algo mucho más tradicional que facilitará la captación de capital e incluso una salida a Bolsa. Algo que, a corto plazo, beneficia también a su principal socio, <strong>Microsoft MSFT</strong>, que poseerá el 27% de la compañía los derechos exclusivos de propiedad intelectual sobre la tecnología hasta 2032.</p>
La empresa de software tendrá un 27% de la propiedad y los derechos exclusivos de propiedad intelectual sobre la tecnología hasta 2032
Después de más de un año de batalla filosófica, jurídica y política al más alto nivel, OpenAI ha completado este martes una renovación total de su estructura corporativa, pasando sucesivamente de un proyecto sin ánimo de lucro a una filial con ánimo de lucro y a una empresa de «beneficio público», algo mucho más tradicional que facilitará la captación de capital e incluso una salida a Bolsa. Algo que, a corto plazo, beneficia también a su principal socio, Microsoft MSFT, que poseerá el 27% de la compañía los derechos exclusivos de propiedad intelectual sobre la tecnología hasta 2032.
La operación, diseñada por SamAltman casi simultáneamente a la explosión de las inteligencias artificiales generativas y los chatbots, gira en torno a la matriz sin fines de lucro de OpenAI, que ahora tendrá una participación en la parte con fines de lucro por valor de 130.000 millones de dólares. Y abierta a la posibilidad de adquirir más en un futuro próximo. Un movimiento que el mercado ha acogido con buenas señales y que permitirá también a OpenAI competir de forma más tradicional con sus grandes rivales Google, Amazon o Meta.
Hay en juego muchísimo dinero, un pastel probablemente sin precedentes en el mundo de la tecnología, de por sí acostumbrado a romper umbrales. Pero hay más. El acuerdo alcanzado hoy llevó a los tribunales a empleados, fundadores, inversores, amigos y enemigos, e involucró a las fiscalías generales de California y Delaware (que tienen competencias para regular a las organizaciones sin fines de lucro). Un drama en incontables actos que empezó hace 10 años con la fundación, llevó al despido del propio Altman, una revolución interna y su regreso casi plenipotenciario poco después. Por no hablar de un pleito con su ex amigo y colaborador, y hoy gran rival, Elon Musk, uno que sigue abierto y que no zanja esta transformación.
OpenAI, como su nombre indica, nació con un propósito sin ánimo de lucro, de apertura al mundo. Pero hay tantísimo dinero y poder que los más involucrados se enfrentaron rápido. Musk se hizo un lado al no poder controlarla, y tras el éxito increíble deChatGPT reaccionó. Pidiendo una pausa en el desarrollo de estas tecnologías (ya que iba con retraso) primero, y denunciando después. Ser una corporación de beneficio público (CBP), con fines de lucro pero diseñada sobre el papel «para generar un bien público y social», es lo habitual, lo que son Anthropic y xAI, la propiedad de Musk.
La organización sin ánimo de lucro, Fundación OpenAI, seguirá controlando la empresa con fines de lucro a través de su junta directiva. Microsoft tendrá un 27%, la Fundación un poco menos el 47% restante está en manos de empleados actuales y anteriores, así como de otros inversores.
La nueva estructura hará mucho más sencilla la captación de capital y la atracción de talento de otras empresas, y según los analistas podría allanar el camino para una oferta pública inicial (OPI). Las acciones deMicrosoft subieron casi un 5% la madrugada del martes, por el peso que tendrá la compañía en la junta de OpenAI y porque tendrá los derechos exclusivos de propiedad intelectual sobre la tecnología de OpenAI hasta 2032. Microsoft, que presenta resultados mañana fue uno de los primeros socios de OpenAI y uno de sus mayores inversores, integrando la tecnología disponible en sus productos.
De ‘benefactora’ pasó a ser a competidora feroz, intentando incluso romper los acuerdos entre ambas apelando a las regulaciones antimonopolio. Para encontrar, al final, una vía amistosa para profundizar vínculos. Siguen siendo rivales, y ambas trabajan con otras partes (como Anthropic), pero también aprovechan sinergias. Según datos de The Wall Street Journal, entre 2017 y 2024 Microsoft invirtió 13.750 millones de dólares en OpenAI, y el valor de esa inversión prácticamente se multiplicó por diez.
La IA está revolucionando el sector corporativo estadounidense, y en el centro de todo está OpenAI, la que lleva la delantera, la que rompió los techos. Pero esta irrupción está también provocando temores, ya que se concentran riesgos. La creadora de ChatGPT ha firmado contratos multimillonarios con varios proveedores de la nube y chips para impulsar su crecimiento y la demanda de computación. Y ha firmado, con el paraguas del Gobierno Trump, de la mano de Oracle y del conglomerado japonés SoftBank, que metió 30.000 millones, pero condicionados a este cambio en la estructura empresarial.
Al mismo tiempo, las necesidades energéticas de este sector se están volviendo prohibitivas, hasta el punto de que el Gobierno de Estados Unidos ha sellado un acuerdo con la compañía energética Westinghouse Electric Co. para construir reactores nucleares a gran escala por un total de 80.000 millones de dólares, para cubrir la demanda de los centros de datos necesarios para el desarrollo de la inteligencia artificial. Un ejemplo: un proyecto en marcha de servidores en Wyoming consumirá, cuando esté operativo, más que toda la población del estado en sus hogares.
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