<p><strong>Paz Vega (Sevilla, 1976)</strong> ya no es lo que fue, pero promete que, sea lo que sea lo que a partir de ahora será, se niega a renunciar a lo que ha sido hasta el momento. Ser siendo, que diría el poeta del ser y, claro está, de la nada. La actriz que a principios del nuevo milenio se convirtió en uno de los rostros más reconocibles (y hasta perfectos) del cine español con títulos en su haber como<i> Lucía y el sexo, Hable con ella</i> o <i>Carmen, </i>para acto seguido adquirir la condición de estrella internacional con desigual fortuna, es ahora directora de cine. <i>Rita</i> es el título de su trabajo que acaba de presentar en la Seminci de Valladolid tras haber pasado por el Festival de Locarno. <i>Rita</i> cuenta la historia de una niña que abre los ojos en una España, la de los 80, tan parecida a la nuestra que se diría completamente opuesta. Rita es, en parte, lo que fue Paz y <i>Rita</i>, en cursiva, es ahora Paz. Y lo que será.</p>
La actriz ahora también es directora y tras su presentación en la Seminci de Valladolid estrena su primera película, ‘Rita’
Paz Vega (Sevilla, 1976) ya no es lo que fue, pero promete que, sea lo que sea lo que a partir de ahora será, se niega a renunciar a lo que ha sido hasta el momento. Ser siendo, que diría el poeta del ser y, claro está, de la nada. La actriz que a principios del nuevo milenio se convirtió en uno de los rostros más reconocibles (y hasta perfectos) del cine español con títulos en su haber como Lucía y el sexo, Hable con ella o Carmen, para acto seguido adquirir la condición de estrella internacional con desigual fortuna, es ahora directora de cine. Rita es el título de su trabajo que acaba de presentar en la Seminci de Valladolid tras haber pasado por el Festival de Locarno. Rita cuenta la historia de una niña que abre los ojos en una España, la de los 80, tan parecida a la nuestra que se diría completamente opuesta. Rita es, en parte, lo que fue Paz y Rita, en cursiva, es ahora Paz. Y lo que será.
¿Se habla igual de una película cuando solo se actúa que cuando se dirige y se actúa?No tiene nada que ver. Llevo infinitas entrevistas en castellano y en inglés a lo largo de mi vida y nunca he sentido tanto vértigo como cuando empecé a hablar de ‘Rita’. No defiendes una parte de un todo, sino el mismo todo, su idea. Ahora he aprendido a hablar de una película desde un punto de vista completamente diferente. Este es un año de muchas primeras veces.¿Lo de actuar, lo de ser actriz únicamente, es parte del pasado o ser directora es una experiencia cumplida y ya está?Personalmente estoy en otra etapa. Como me dijo un amigo, si te pica el bicho de la dirección ya estás infectada para siempre. No me considero una persona miedosa. Todo lo he hecho en la vida con decisión y sin mirar mucho las consecuencias. Pero sí es cierto que vivo todo esto con mucha responsabilidad. He recibido muchos noes en el camino y ahora que lo he conseguido, no me gustaría defraudar a nadie. Soy muy pesada.¿Pesada u obsesiva?Obsesiva. Siempre. Aunque no es lo mismo la obsesión de una actriz, que tiene delimitadas sus tareas, que la de una directora.¿Se arrepiente de no haber sido directora antes?Soy directora porque antes he sido actriz. No me arrepiento de nada. No he estudiado cine, ni escritura de guion y lo que sé, lo sé por mi trabajo de actriz. He escrito con las tripas y por la inercia de tanto leer los guiones de los otros. Y de todo lo leído, sé cómo convertir una idea abstracta en una secuencia. Y generar emociones. Para el mí el cine es básicamente emoción; para mí el cine es entrar a la sala de una manera y salir de ella de otra. El cine que me interesa como espectadora es el de las historias ordinarias que se convierten en extraordinarias. Diré que ya tengo mi segundo guion por si le va bien a Rita y llega alguien interesado. No quiero hacer esperar a nadie y tampoco quiero que pasen otra vez ocho años. Voy a cumplir 50 y no tengo tiempo que perder.¿Le preocupa el paso del tiempo, le quita el sueño envejecer?Envejecer no. Me preocupa el tiempo. ¿Cuánto tiempo me queda con lucidez y energía? Un rodaje exige mucha adrenalina y mucha atención. Y para ello hay que estar joven y fuerte.Llega a la dirección en un momento de irrupción de la mujer en el cine español, ¿se siente partícipe de algo así como una revolución?Hacia falta otra mirada. Había algo hasta ahora que nos faltaba. Ciertos temas en las películas dirigidas por mujeres se repiten igual que la acción es un tema común en las producciones dirigidas por hombres. Eso no quiere decir que nos pongamos de acuerdo para hacer un cine feminista… Aunque, la verdad, confío en que no se quede en esto. No puede ser que las mujeres nos ocupemos de temas más íntimos porque manejemos unos presupuestos inferiores. Si no hay dinero, las historias que surgen se tienen que limitar a un set. De hecho, esta película la he hecho con los medios que tenía, pero mi siguiente película no va por aquí. Sí, vuelvo a las dinámicas familiares, a la emoción… pero habrá mucha más acción.La España de los 80 que se ve en su película es una España opresiva, machista y quizá algo lejos de esa España esperanzada que se asocia normalmente a esa época…Hay muchas cosas de entonces que no han cambiado tanto. Otras cosas, sí, pero cuidado. Mi idea fue dibujar una crítica, pero sin amargura. Como dice Mary Poppins, con azúcar la medicina sabe mejor.Hace poco, en un programa de televisión (La Revuelta), le preguntaban si se consideraba más machista o más racista, y recusó la propia pregunta. ¿Su razonamiento iba por lo que dice de que no hemos cambiado tanto?Es muy problemático admitir que eres un poquito machista o un poquito racista sin más. De alguna forma, estás admitiendo que eres superior sea como hombre o como blanco. Y me da la impresión de que eso es como admitir que eres un poquito violador. Nadie hace un chiste con eso. No se puede estar un poquito embarazada, o lo estás o no lo estás. Y si lo estás actúas en consecuencia. Pues lo mismo con el racismo o el machismo. No vale admitirlo sin más. No hay término medio, no es admisible ni el machismo ni el racismo, ni mucho ni poco. Suena un poco beligerante, pero no es mi intención para nada. Creo que lo suyo es defender lo que crees que es justo. Entiendo que en un programa de humor todo vale, pero hay que tener cuidado porque eso lo ve gente muy joven y puede sacar la conclusión de que no pasa nada si se es un poquito machista. Pero no hay grados.Quizá reconocer algo que está mal es el primer paso para arreglarlo.Está claro que hemos avanzado. Las cosas no son como eran antes. Pero miremos, por ejemplo, lo que ocurre con Puff Daddy. No sé, esas cosas me indignan, me quitan la energía. Ves eso, con vídeos y con todo, y te preguntas: ¿Qué grado de machismo estamos dispuestos a aceptar? No es solo insultar, pegar o gritar, hay mil maneras de despreciar a la mitad de la población que somos las mujeres.Apenas ha trabajado con media docena de directoras en toda su vida…Muy pocas. Pero noto que hay cambios. Cada vez me llegan más proyectos de mujeres. Y en la parte técnica, el cambio es más notorio. Sin yo pretenderlo, en mi película tanto la directora de fotografía, como la de arte como la montadora, las tres son mujeres. Es decir, los puestos más relevantes son mujeres sin forzar nada. Salió natural.¿Cuánto de autobiográfico hay en ‘Rita’?El ambiente y el lugar es muy autobiográfico. Esa madre que va a comprar con sus hijos al mercado, que cose por las noches… Esa vecina que es la alegría de la huerta y entrabas y salías de su casa con una naturalidad tremenda. Toda esa parte es un homenaje a mi infancia.¿Cómo sale una actriz internacional de un ambiente tan alejado del arte y del cine?Eso mismo me pregunto yo. Yo era muy deportista y nadadora. Nunca pensé en ser artista. Lo descubrí por casualidad con 16 años. Me pilló en un momento sensible. Recuerdo que de pequeña veía las películas de la tele casi a escondidas. Me mandaban a la cama y me quedaba viéndolas a través de la puerta entornada. Me fascinaba el programa ‘La Clave’. Y cuando había rombos flipaba. Recuerdo también que el primer vídeo que tuve fue uno comunitario que se puso en el barrio. Solo podías ver lo que el dueño del aparato quería ver. Ponía siempre ‘Rocky’ y cuando me preguntan cuál es la película que más veces he visto en mi vida, no dudo: ‘Rocky’ la he podido ver 500 veces. Y, mira qué cosas, luego trabajé con Sylvester Stallone. Pero jamás pensé que eso que veía fuera un trabajo. Eso es lo que pasaba en la tele nada más. Luego, pensando, he caído en la cuenta de que lo primero que hice antes de actuar fue dirigir.¿Cómo es eso?Cuando decidí ser actriz busqué dónde podía haber una escuela de teatro. Fui allí y rogué al padre Isaac, que era el que estaba al cargo, que me metiera. Me dijo que no, que los grupos estaban ya hechos. Pero me vio tan desesperada que dijo: «Vente el sábado que ya veremos dónde te metemos». Y con las mismas me fui a hablar con la directora de mi colegio, la hermana Pilar, y le dije que montara una escuela de teatro. Y no tuvo otra idea que ponerme al frente. Abrí las inscripciones y, como directora que no como actriz, monté una obra de teatro. Digamos que el germen de la dirección estaba ya ahí.¿Cómo se relaciona con ese momento de finales 90 y principios de los 2000 en el que Paz Vega estaba en todas las películas?Fue muy fuerte e inesperado. No era para nada consciente. Y me guie por lo que hago siempre de atreverme a todo. La sensación es que no le di la importancia que ahora creo que tuvo. Me daban premios y como si nada. Ahora es cuando le doy valor cuando he visto lo difícil que es esto.¿Se siente ahora más apreciada fuera de España que dentro?Puede ser. He hecho muchas cosas fuera que ni siquiera han llegado aquí. Pero diré que yo no me considero una artista en el sentido de la bohemia. No, esto es un trabajo, es duro y tienes que aceptar trabajos porque en un momento dado lo necesitaba para pagar las facturas. No siempre te llegan trabajos de Almodóvar, James L. Brooks o Medem. El trabajo dignifica y de todo se aprende hasta de lo malo. Hasta de las decisiones malas o de las que tomas por necesidad, aprendes. No pasa nada.¿Hábleme de esos errores?No los considero errores. Son proyectos fallidos. Tienes que hacer mucho para llegar a ese proyecto que te coloca en el radar. Lo bueno es que me he mantenido durante todo este tiempo trabajando. Hasta en los momentos de crisis. He sido muy buscavidas. Me he llegado a ir a Azerbaiyán a hacer una película muda.No hace tanto comentó aquí mismo, en este periódico, que le gustaría hacer cine siempre con conciencia social…Siempre hay esa inquietud sin ser maniquea o moralista. Creo que el cine puede cambiar las cosas. Creo que el arte y los niños son los únicos que nos pueden salvar. Por eso es tan importante cuidar de la infancia, dependemos de ella. Hay que cuidar a nuestros niños.¿Y cómo se cuida a lo niños sin caer en la sobreprotección?Quitándoles las pantallas. Los niños están desarrollando los sentidos y necesitan tocar las cosas, caerse… Estamos malcuidando a nuestros críos. Eso es cierto. Es una autocrítica que también me hago yo. Mi hijo, que tiene 14 años, me dice que si saca buenas notas le demos un móvil. Pero claro, basta que le des el móvil para que deje de sacar buenas notas. No hace tanto Almodóvar decía que en este mundo que agoniza puede llegar a ser muy egoísta plantearse traer nuevas vidas, que es como condenarles por culpa de nuestros errores. Entiendo que no está de acuerdo.Estoy absolutamente de acuerdo con Almodóvar. Tengo muchas amigas que no quieren tener hijos y lo entiendo perfectamente. Te metes en un embolado tremendo en esta época si tienes hijos. Basta mirar la manifestación del otro día. Si no hay esperanza de tener siquiera una vivienda digna, cómo vas a tener hijos. Cuando me vine a Madrid, me vine con una maleta, una mano delante y otra atrás. Me vine en el 96 con 96.000 pesetas que había ahorrado trabajando en bares. Pero, pese a todo, jamás me preocupé de dónde iba a vivir porque no era una preocupación entonces. Algo encontrabas siempre. No te lo planteabas. Eso ya no es así.Sea como sea, usted tiene tres hijos…Lo que digo es que si tienes la inquietud, tenlos. Tener hijos es una experiencia sobrenatural. Te cambia todo, te cambia la perspectiva y dejas de ser el centro del universo. Mentalmente es maravilloso. Pero entiendo que es un riesgo tremendo.¿Han visto sus hijos ‘Rita’?Les encantó. Mi hija me dijo que era «muy artística». Cultura