<p class=»ue-c-article__paragraph»>Después de que que Estados Unidos lanzara las bombas nucleares sobre Japón, provocando miles de muertos, su rendición y el fin de la Segunda Guerra Mundial, algunos de los geniales científicos europeos que participaron en el proyecto de obtención de esta arma de destrucción masiva se mostraron partidarios de bombardear con urgencia la URSS antes de que Moscú pudiera fabricar su propia bomba atómica. </p>
Después de que que Estados Unidos lanzara las bombas nucleares sobre Japón, provocando miles de muertos, su rendición y el fin de la Segunda Guer
Después de que que Estados Unidos lanzara las bombas nucleares sobre Japón, provocando miles de muertos, su rendición y el fin de la Segunda Guerra Mundial, algunos de los geniales científicos europeos que participaron en el proyecto de obtención de esta arma de destrucción masiva se mostraron partidarios de bombardear con urgencia la URSS antes de que Moscú pudiera fabricar su propia bomba atómica.
Aquella propuesta radical fue descartada por Washington y, en 1949, la URSS anunció su capacidad atómica. Desde ese momento, la amenaza de una guerra nuclear apocalíptica se hizo realidad, a la vez que, paradójicamente, propició una doctrina disuasoria que evitó un fatal enfrentamiento a gran escala.
Un acuerdo tácito que funcionó mal que bien durante décadas, pero que desde el 2014 ha sido reinterpretado por Putin con la guerra de Ucrania como una garantía de impunidad. La falta de ayuda real de Occidente a Kiev, suministrándole armas para no perder la guerra, pero tampoco para ganarla por miedo a las represalias del matón nuclear del Kremlin, así como el pacto «de paz» que busca ahora Trump obligando a Ucrania a renunciar a su territorio ocupado, transmite un doble y peligroso mensaje: la legalidad internacional que ponía cierto coto a las invasiones y guerras ya no rige; y por otro lado, aquellos regímenes que posean la bomba nuclear pueden hacer lo que les plazca, ya que nadie se atreverá a parar sus tropelías.
Razón por la cual Ucrania y otros países amenazados por Rusia y Corea del Norte, como son Polonia y Corea del Sur, ya se plantean abiertamente la necesidad de tener armas nucleares para garantizar su soberanía nacional y liberad. Pero no son ni serán los únicos que en los próximos meses exploren dicha posibilidad.
En este contexto de inestabilidad y ruptura de viejos consensos liberales, con la Unión Europea y la OTAN pidiendo a sus miembros que aumenten el gasto en defensa ante la amenaza rusa y del yihadismo internacional, la negativa de Sánchez a alcanzar el 3% del PIB -gasta hoy el 1,2% y sólo contempla llegar al 2% en 2029, cuando Polonia ya está en el 5%- es una deslealtad para con sus socios, que hace de España un país poco fiable, ajeno al consenso occidental, y enfrentado a la nueva administración Trump. Y como consecuencia de ello, coloca al conjunto de los españoles, aquejados muchos de ellos por el virus woke del pacifismo inconsciente, en una situación de riesgo.
A pesar de que los propagandistas habituales han intentado retratar a Sánchez como una suerte de referente socialdemócrata de la política mundial, la realidad es que Biden nunca contó con él para las reuniones con dirigentes europeos sobre la guerra de Ucrania. Nunca se fío de Sánchez, y menos lo va a hacer Trump, por múltiples y justificadas razones: la presencia en sus gobiernos de ministros –Iglesias, Belarra, Rego…- con sospechosas afinidades con Moscú, Teherán o Caracas, así como por su ridículo intento de desempeñar un papel en la crisis de Oriente Medio con una política antiisraelí rayana al antisemitismo.
Una estrategia con la que Sánchez busca erigirse en referente «Sur Global», concepto geopolítico que engloba a países de Hispanoamérica, África y Asia (con Rusia en la retaguardia), entre los que están China, Irán, el Brasil de Lula y (ay) Marruecos, y que trata de alterar el orden internacional, restando influencia y poder Occidente. La reciente aproximación del Gobierno a Pekín, al margen de la política de la UE y con Zapatero también en esto como zascandil emisario, ahonda en el delirio narcisista de Sánchez de ser el anti Trump europeo y comandante global de la izquierda paria.
España