<p><strong>Podemos </strong>observa con enorme distancia y frialdad el giro en el discurso de <a href=»https://www.elmundo.es/espana/yolanda-diaz.html»>Yolanda Díaz</a> sobre la unidad de la izquierda. La líder de <strong>Sumar </strong>sorprendió el pasado lunes con una conjura casi personal para<a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/01/27/67977259e85eceb3408b4593.html»> trabajar por la vuelta de la coalición</a> de las elecciones generales de 2023, que entonces tenía al partido morado dentro de esa alianza. Sin embargo, la reacción a esas palabras de la formación que encabeza <a href=»https://www.elmundo.es/espana/ione-belarra.html»>Ione Belarra</a>, que era la principal interpelada para conseguir ese reencuentro, está siendo colocarse de perfil y no entrar ahora en el marco planteado por la vicepresidenta.</p>
Los ‘morados’ marcan distancia con la invitación de Sumar para recuperar la unidad
Podemos observa con enorme distancia y frialdad el giro en el discurso de Yolanda Díaz sobre la unidad de la izquierda. La líder de Sumar sorprendió el pasado lunes con una conjura casi personal para trabajar por la vuelta de la coalición de las elecciones generales de 2023, que entonces tenía al partido morado dentro de esa alianza. Sin embargo, la reacción a esas palabras de la formación que encabeza Ione Belarra, que era la principal interpelada para conseguir ese reencuentro, está siendo colocarse de perfil y no entrar ahora en el marco planteado por la vicepresidenta.
Hace tiempo que Podemos tiene trazada una hoja de ruta clara sobre su futuro: fortalecerse lo máximo posible y reconstruir sus estructuras territoriales, hacer oír una voz propia, impulsar a Irene Montero como su gran figura electoral y «poner en pie» una verdadera izquierda combativa y transformadora. Entre otras cosas exprimiendo la oportunidad que le brindan sus cuatro votos en el Congreso y la necesidad que de ellos tiene Pedro Sánchez para aprobar iniciativas. O sea, aprovechar esa influencia, imitando a Junts, para ganar notoriedad y votantes a costa de Sumar.
El objetivo no es otro que, cuando llegue el momento, mucho más pegado a las elecciones, sentarse en la mesa de negociación con otras fuerzas de la izquierda alternativa con la mayor fortaleza política acumulada y con los demás partidos necesitados de la presencia de los morados en las listas. Entonces, sí, tendría la capacidad de reclamar la primacía del bloque que cedió antes a Díaz.
En eso está el partido enfocado y trata de no desviarse un solo milímetro pese a que en los últimos meses se haya vuelto a reabrir el debate sobre la unidad de la izquierda. Lo empezó propiciando la llegada de Antonio Maíllo al liderazgo de IU el pasado verano, que ha desembocado incluso en la creación de una plataforma para buscar un espacio y un clima de reencuentro. Y lo ha enfatizado ahora Díaz con su invitación a volver a darse la mano.
La líder de Sumar dijo: «Yo voy a trabajar como lo está haciendo todo el espacio para lo que ha pasado el 23 de julio vuelva a pasar y quien no quiera estar ahí lo tiene que explicar»; «no hay ninguna circunstancia que pueda justificar no caminar juntas»; o «piense lo que piense uno y una, que es muy legítimo, hay que llegar a un acuerdo».
Fuentes de la dirección de Podemos rechazan comentar estas declaraciones de Díaz y las despachan diciendo que no entran a valorar «cuestiones internas de Sumar». Mañana, cuando se reúna la dirección, la cúpula del partido podrá analizar más la situación y preparar si quiere otra respuesta, pero por ahora la frialdad y la distancia están ahí.
El mensaje que viene dando Podemos desde hace más de un año es que «ha pasado página» de Sumar y que sigue su propio camino. Venimos de un mes de enero en el que Irene Montero ha planteado que el PSOE es el que se tiene que «hacer cargo» de «los restos de las operaciones políticas que ha impulsado en estos años para intentar acabar con Podemos». O sea, que Díaz y su partido acaben integrados en el PSOE. Otra cosa son los socios de Sumar, donde Podemos sí pone el ojo. En realidad, en IU.
Para esto es importante mirar el calendario que viene. La unidad de la izquierda no tiene como meta final las generales, que caerían en 2027. Antes hay citas cruciales que obligarán a los pedazos del bloque de las izquierdas a mirarse a los ojos y negociar. Hablamos de Andalucía, que será el verdadero primer laboratorio de la unidad, por mucho que en Castilla y León se vote unos meses antes. Las urnas andaluzas se colocarán como tarde en junio de 2026 y Podemos tiene muy claro que quiere alcanzar un pacto con IU -la gran fuerza de la izquierda alternativa en la comunidad-, dejando de lado a Sumar porque «no existe» allí. Un pacto así relanzaría la relación entre ambos, allanaría el futuro y debilitaría a Díaz para 2027.
Podemos quiere establecer para esos acuerdos autonómicos «algún tipo de vinculación nacional», de modo que Unidas Podemos resurja como bloque antes de una negociación.
España