<p><strong>Carles Puigdemont</strong> confirmó ayer la <a href=»https://www.elmundo.es/cataluna/2025/10/27/68ff4b0f21efa0b51e8b45ab.html»>ruptura del pacto de investidura</a> con el <a href=»https://www.elmundo.es/e/ps/psoe-partido-socialista-obrero-espanol.html»>PSOE</a>, cuando todavía no habían transcurrido dos años desde su firma, y el paso de <a href=»https://www.elmundo.es/e/ju/junts-per-catalunya.html»>Junts</a> a la «oposición». «No estamos dispuestos a continuar ayudando a un Gobierno que no ayuda a Cataluña; adiós», espetó el prófugo en una comparecencia de tono fúnebre pronunciada en la localidad francesa de Perpiñán.</p>
El líder de Junts abstiene de pedir elecciones, pero advierte al presidente de que «no podrá gobernar». El divorcio deberá ser refrendado el jueves por la militancia de los separatistas
Carles Puigdemont confirmó ayer la ruptura del pacto de investidura con el PSOE, cuando todavía no habían transcurrido dos años desde su firma, y el paso de Junts a la «oposición». «No estamos dispuestos a continuar ayudando a un Gobierno que no ayuda a Cataluña; adiós», espetó el prófugo en una comparecencia de tono fúnebre pronunciada en la localidad francesa de Perpiñán.
El ex presidente de la Generalitat dio por hecho que su decisión conducirá a la legislatura española al bloqueo, pero que Pedro Sánchez no abandonará La Moncloa por que sólo le mueve «el tacticismo del poder». «El Gobierno podrá ocupar poltronas, pero no podrá aprobar Presupuestos, no podrá gobernar», manifestó el jefe de filas de Junts. Fuentes de los neoconvergentes precisaron que propiciarán el aislamiento total de Sánchez: «No negociaremos nada en el Congreso. Si algo nos cuadra votaremos a favor, pero será poco porque en Madrid nada es bueno para Cataluña».
A continuación, Puigdemont conminó al presidente del Gobierno a aclarar «de qué manera piensa continuar gobernando el país» ahora que «no podrá recurrir a la mayoría de investidura». El líder independentista se abstuvo de reclamar la convocatoria anticipada de elecciones generales. Fuentes de la dirección de su partido aclararon que «Junts no está para pedir que se convoquen elecciones en España». «Sánchez sabe que no tiene la confianza de la Cámara y es un tema de convicción democrática, pero él sabrá si las convoca», sumaron.
Tampoco indicó el presidente de los herederos de Convergènca que figure entre en sus planes apoyar una moción de censura instrumental junto a PP y Vox para expulsar a Sánchez. «Cuando Junts tuvo que escoger entre el PP y el PSOE, escogió el PSOE», subrayó el presidente de Junts para evitar ser encuadrado junto a las formaciones lideradas por Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo.
La ejecutiva de los neoconvergentes había respaldado horas antes por «unanimidad» la decisión de su líder. El prófugo trasladó su determinación de acabar con la alianza con Sánchez nada más empezar la reunión de la dirección, tras haberla consensuado el domingo con su núcleo duro, encabezado por la vicepresidenta del partido separatista, Míriam Nogueras, y su secretario general, Jordi Turull.
La ruptura implicará poner fin a la mesa clandestina de negociación que se reunía en Suiza mensualmente bajo la supervisión del mediador salvadoreño. «Él ya lo sabe, la mesa se acabó», precisaron miembros de la ejecutiva de Junts. Puigdemont confirmó que el foro se ha celebrado en 19 ocasiones y afeó al PSOE haber «menospreciado» las advertencias que los emisarios de Junts le notificaron reiteradamente en sus encuentros. «Ha ignorado su debilidad parlamentaria», consideró.
La decisión de la ejecutiva de Junts deberá ser confirmada el martes por el Consejo Nacional del partido, su máximo órgano entre Congresos, y será sometida a validación de la militancia en una consulta que se celebrará entre el miércoles y el jueves, cuando se dará a conocer el resultado definitivo.
El pacto de investidura suscrito con Sánchez el 9 de noviembre de 2023 fue refrendado por las bases neoconvergentes por el 86% de votos. Mucho más ajustado fue el resultado de la consulta que Junts organizó en 2022 para decidir si abandonaba el Govern de coalición que formaba con ERC. En aquella ocasión, sólo el 55% de la militancia respaldó la iniciativa defendida por Puigdemont, si bien es cierto, que estaban en juego el empleo de 250 altos cargos y 23 millones en sueldos.
La ruptura se precipitó la pasada semana, cuando Nogueras advirtió al presidente del Gobierno que había llegado «la hora del cambio», sugiriendo que se aproximaba el fin de la alianza suscrita con el PSOE en Bruselas y por la que intercambiaron la aprobación de la Ley de Amnistía por el apoyo a la investidura de Pedro Sánchez.
La ruptura se oficializó en el octavo aniversario de la declaración unilateral de independencia, una fecha enormemente simbólica para el secesionismo y para Puigdemont, que lideró el intento de quiebra del orden constitucional antes de huir al extranjero. Junts argumentó que resulta «insostenible» mantener el pacto con el PSOE después de sus reiterados incumplimientos. El ex presidente de la Generalitat mencionó como pactos insatisfechos la publicación de las balanzas fiscales o la desclasificación de documentos sobre los atentados del 17-A. Subrayó Puigdemont estos y no otros de más calado como la oficialidad del catalán en Europa o la delegación de las competencias de inmigración a Cataluña para que los socialistas no puedan escudarse en que eran cuestiones que escapaban a sus competencias.
También, y especialmente, resultaron determinantes en el divorcio las encuestas, que ya sitúan a Aliança Catalana a dos diputados de Junts en el mejor de los supuestos para la formación de sesgo xenófobo. «¿Es posible hacer caer al Gobierno de Madrid desde Ripoll? Yo creo que sí», se jactaba anteayer su líder y alcaldesa de la localidad barcelonesa, Sílvia Orriols.
ERC quiso sacar provecho político del fracaso de la etapa negociadora entre el PSOE y Junts. «Nosotros no dimitiremos de ejercer la fuerza política que tenemos en el Congreso. No dimitiremos de ejercer la fuerza que tenemos por el bien de Cataluña», señaló su portavoz, Isaac Albert, para señalar a los herederos de Convergència como una formación irresponsable y minar la imagen de gran conseguidor para Cataluña que Junts venía cultivando a raíz de las cesiones de Sánchez.
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