<p>Hace dos semanas, horas después de que <a href=»https://www.elmundo.es/cataluna/2025/04/22/68077c77e9cf4a71568b45a0.html»>se anunciara el fallecimiento</a> de <strong>Lluís Prenafeta </strong>a los 86 años -mano derecha de <strong>Jordi Pujol</strong>, <i>bon vivant</i>, lector de <strong>Leopardi </strong>y <strong>Maquiavelo</strong>, cerebro del llamado «sector negocios» de <a href=»https://www.elmundo.es/e/ci/ciu-convergencia-i-unio.html»>CiU</a>-, <strong>Artur Mas</strong> y <strong>Xavier Trias</strong>, dos de los dirigentes que hundieron el legado político del pujolismo impulsando el <i>procés</i>, almorzaron en un restaurante de Barcelona con sus respectivas esposas. Un encuentro que se enmarca en la buena relación personal que mantienen el ex presidente de la Generalitat y el ex alcalde de Barcelona. Miembros destacados de una «vieja guardia» convergente en la que crece la preocupación por la incapacidad de <a href=»https://www.elmundo.es/e/ju/junts-per-catalunya.html»>Junts </a>de recuperar el espacio central del nacionalismo y de volver a ser un partido «útil».</p>
Dirigentes cercanos a la familia Pujol abogan por volver al pragmatismo de CiU
Hace dos semanas, horas después de que se anunciara el fallecimiento de Lluís Prenafeta a los 86 años -mano derecha de Jordi Pujol, bon vivant, lector de Leopardi y Maquiavelo, cerebro del llamado «sector negocios» de CiU-, Artur Mas y Xavier Trias, dos de los dirigentes que hundieron el legado político del pujolismo impulsando el procés, almorzaron en un restaurante de Barcelona con sus respectivas esposas. Un encuentro que se enmarca en la buena relación personal que mantienen el ex presidente de la Generalitat y el ex alcalde de Barcelona. Miembros destacados de una «vieja guardia» convergente en la que crece la preocupación por la incapacidad de Junts de recuperar el espacio central del nacionalismo y de volver a ser un partido «útil».
Aunque nadie cuestiona todavía en público a Carles Puigdemont, crece en los sectores del espacio neconvergente más vinculados al mundo empresarial el malestar por un modelo de «hiperliderazgo» que, si bien es les permitió ganar la batalla con ERC en las últimas catalanas, no está logrando erigir a Junts en la «casa grande» del nacionalismo, ni liderar la oposición a Salvador Illa.
Estas voces críticas señalan que la presencia de Puigdemont en Waterloo impide que Junts se reconstruya como partido, al no poder regresar a España por no haberse beneficiado todavía de la amnistía y que sea desde allí donde toma de manera arbitraria las principales decisiones. Un obstáculo para pasar de ser un movimiento de apoyo a Puigdemont, a ser la «Convergència del siglo XXI».
Antes de las últimas generales, cuando todos los sondeos anunciaban el fin de Sánchez y la llegada de Núñez Feijóo a la Moncloa, la vieja guardia convergente ser reunió para preparar el nuevo escenario, dando por hecho la salida de Puigdemont y la elección de un líder que permitiera el entendimiento con el PP. No obstante, los siete diputados que obtuvo Junts en aquellas elecciones, siendo la llave de la reelección de Sánchez, salvaron el cuello de Puigdemont.
Actualmente, las diferentes cesiones que el Gobierno de Sánchez ha ido entregando a Puigdemont para conservar su apoyo en Madrid -como la gestión de la inmigración para Cataluña o la presencia de los Mossos en las fronteras- están reportando efímeros réditos mediáticos a Junts. Insuficientes para contentar a sus bases. «Nuestros simpatizantes no perciben mucho beneficio en esta estrategia», admite un dirigente, que señala la paradoja de que todos estos «logros» acaban reforzando la presidencia del socialista Illa, quien, al fin y al cabo, es el que los gestiona como presidente de la Generalitat.
Asimismo, los últimos sondeos constatan la existencia de un flujo constante de votos que pasan de Junts a Aliança Catalana, el partido ultranacionalista que lidera Silvia Orriols. El Centro de Estudios de Opinión (CEO) señala que casi un 10% de los votantes de Junts en las pasadas autonómicas lo haría ahora por Aliança, lo que le permitiría pasar de los actuales dos diputados a diez. Mientras que Junts pasaría de 35 a 27. El desacomplejado discurso hispanófobo y anti inmigración de Orriols, apelando a la defensa de una identidad catalana que estaría en peligro de extinción -un discurso transversal en los ultras europeos-, está conectando con amplios sectores del nacionalismo catalán que ya asumen el engaño del procés y rechazan cualquier pacto con Sánchez. Mientras que el votante más moderado del nacionalismo, nostálgico del pragmatismo de los gobiernos de la Generalitat anteriores al inicio del procés, ha encontrado en el neopujolismo de Illa un cómodo refugio.
La principal preocupación de los dirigentes nacionalistas cercanos a la familia Pujol, entre los que están Mas, Trias, David Madí y Jaume Giró, es que consideran que Puigdemont vincula a Junts a la «vieja etapa» del procés, con un discurso excesivamente beligerante. Un obstáculo en el nuevo escenario de la política española y catalana. La voluntad de estos sectores, en conexión con la patronal catalana, es que el partido recupere el discurso «pragmático» de la antigua CiU, que sea el vehículo que aglutine el centro derecha catalán y adapte el pujolismo al siglo XXI para poder entrar en las instituciones y recuperar poder.
Ante la posibilidad de que Illa gobierne la Generalitat varios mandatos, estas corrientes en Junts consideran que es imprescindible que el partido tenga una política de pactos, seria y responsable. Más centrada en economía, seguridad, vivienda que en la lucha identitaria y una independencia que consideran ya imposible, para que se presente ante los catalanes como «un partido de gobierno». Al mismo tiempo, abogan por no atar su suerte a la Sánchez y mejorar la interlocución existente con el PP.
Los sectores que abogan por un cambio son conscientes de que este es inviable mientras no se resuelva la amnistía y Puigdemont pueda regresar a Cataluña. De ahí que tanto la guardia pretoriana del fugado como los dirigentes menos favorables a su gestión estén muy pendientes de los próximos movimientos del Constitucional y de la posibilidad, expresada por su presidente, Cándido Conde-Pumpido, de que el tribunal le aplique la amnistía al fugado de Waterloo. Ya en Cataluña y sin el victimismo del exilio como protección, el relevo de Puigdemont será más factible.
La relación entre Puigdemont y los sectores más vinculados a la burguesía barcelonesa ha estado marcada por la distancia y desconfianza.
MUNICIPALES de 2023. El primer intento de buscar una alternativa a Puigdemont fue la candidatura de Xavier Trias a la alcaldía de Barcelona.
GENERALES de 2023. Jaume Giró intento disputar la candidatura de Miriam Nogueras (de confianza de Puigdemont)a las generales. Fracasó.
RELEVO en 2023. Si ganaba las generales Feijóo, como apuntaban los sondeos, la vieja guardia pujolista tenía decidido apartar a Puigdemont de Junts.
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