<p>Se desvanece la hasta ahora gran esperanza europea para competir con China en uno de los productos estratégicos del momento. En un serio revés para la industria europea, el grupo sueco Northvolt se declaró este miércoles en quiebra oficial.</p>
El grupo ‘regado’ por las instituciones europeas y varios gobiernos se declara en bancarrota con una deuda de 8.000 millones
Se desvanece la hasta ahora gran esperanza europea para competir con China en uno de los productos estratégicos del momento. En un serio revés para la industria europea, el grupo sueco Northvolt se declaró este miércoles en quiebra oficial.
Aunque con apenas una década de vida, estaba llamado a ser el campeón europeo de producción de baterías para coches eléctricos. Llegó a atraer más de 10.000 millones tanto de socios privados como de subvenciones públicas de distintos países y deja en el aire la posibilidad de que la Unión Europea pueda llegar a desarrollar una industria propia en un producto tan básico para la movilidad de los ciudadanos.
«Tras un exhaustivo esfuerzo por explorar todos los medios disponibles para garantizar un futuro financiero y operativo viable para la empresa, el Consejo de Administración de Northvolt AB anuncia que se declara en quiebra en Suecia». Así inició su comunicado oficial la firma con una deuda de 8.000 millones.
«Este es un día increíblemente difícil. Nos propusimos construir algo innovador para impulsar un cambio real en el sector de las baterías, los vehículos eléctricos y la industria europea en general, y acelerar la transición hacia un futuro ecológico y sostenible. El resultado es especialmente duro», declaró Tom Johnstone, presidente interino del Consejo de Administración de Northvolt.
Es un ejemplo de lo que alertaba el informe de Mario Draghi sobre el declive de la industria europea y cómo la política medioambiental no ha sido coherente con la industrial. Se han fijado objetivos desde Bruselas para los que no ha habido fabricación europea viable.
Las subvenciones no han bastado. La quiebra se produce un año después de que la entonces vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, anunciara que estrenaba con Northvolt el mecanismo europeo para evitar deslocalizaciones hacia Estados Unidos. Autorizó que el Gobierno alemán subvencionara con 902 millones a la empresa, pese a ser una cifra enorme de ayuda de Estado, «porque permitirá a Northvolt construir una gigafactoría de baterías para coches eléctricos en Europa en vez de en Estados Unidos». También el Banco Europeo de Inversiones les prestó mil millones. La realidad es que la única planta real europea de Northvolt ha terminado siendo la original en Suecia y con la credibilidad perdida por sus fallos de entrega y calidad en el suministro. La propio Northvolt necesitaba componentes chinos para su producción.
Un informe del instituto Bruegel señala que la UE debe aprender la lección y no intentar dopar a presuntos campeones sin las bases necesarias y que no pueden ya alcanzar el desarrollo de sus rivales chinos.
Si no es rescatada, un administrador liquidará ahora sus activos y Johnstone espera que, al menos, «los cimientos que hemos construido sirvan para impulsar el cambio en el sector».
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