<p>»Un Nobel de Literatura no puede distinguirse por los andares», certifica Pablo Valdivia, Director de la Escuela Nacional de Estudios Literarios de los Países Bajos. El jurado del Nobel de Literatura invita a varios expertos repartidos por el mundo a que hagan sus propuestas. Valdivia es uno de ellos. <strong>»Nunca me han hecho caso. Cualquier persona que tenga un cargo destacado relacionado con la literatura recibe la invitación</strong>. Todos los años me llega una carta del jurado del Nobel y sustancio mi propuesta en unos cuantos folios. Este año he propuesto a <strong>Antonio Múñoz Molina</strong>». Puede que los ganadores del Nobel de Literatura, premio que falla este jueves la Academia Sueca, fumen diferente, pero llevan un carisma interior. Resultan, a veces, un tanto raros. Son personas erosionadas por la literatura. <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2024/10/10/67080f7ee85ece9c208b45a6.html» target=»_blank»>¿Pero qué hace a un Nobel de Literatura ser Nobel de Literatura?</a></p>
¿Qué hace Nobel de Literatura a un Nobel de Literatura? «No se puede ignorar a los grandes conglomerados públicos o privados. Premiar a Kang supuso el desembarco de los grandes grupos europeos en Corea»
«Un Nobel de Literatura no puede distinguirse por los andares», certifica Pablo Valdivia, Director de la Escuela Nacional de Estudios Literarios de los Países Bajos. El jurado del Nobel de Literatura invita a varios expertos repartidos por el mundo a que hagan sus propuestas. Valdivia es uno de ellos. «Nunca me han hecho caso. Cualquier persona que tenga un cargo destacado relacionado con la literatura recibe la invitación. Todos los años me llega una carta del jurado del Nobel y sustancio mi propuesta en unos cuantos folios. Este año he propuesto a Antonio Múñoz Molina«. Puede que los ganadores del Nobel de Literatura, premio que falla este jueves la Academia Sueca, fumen diferente, pero llevan un carisma interior. Resultan, a veces, un tanto raros. Son personas erosionadas por la literatura. ¿Pero qué hace a un Nobel de Literatura ser Nobel de Literatura?
Jean-Paul Sartre lo ganó en 1964: rechazó a la Academia porque no quería ser «objetivado» -convertido en mercancía- por ninguna institución. «La originalidad de los candidatos, más que en el personaje, estriba en la voz que hay detrás de cada obra», explica el profesor Valdivia. «Tampoco se puede ignorar los grandes conglomerados de interés público o priovados, que hacen lobby. En ese asunto, hay muchos deberes por hacer en el ámbito del español. Los anglosajones nos llevan mucha ventaja». Un ejemplo. Han Kang, la escritora coreana ganadora del último Nobel de Literatura, encajaba con los intereses comerciales concentrados en Asia. «Se otorgan premios más desconocidos porque representan zonas del mundo. Otras veces están vinculados a cuestiones políticas o publicitarias. Kang supuso el desembarco de los grandes grupos europeos en Corea. La tasa de alfabetismo en el país va en aumento. Kang hibridaba intereses geopolíticos y comerciales. Es un mercado emergente de lectores, a diferencia de Estados Unidos o Europa, que los pierden».
La escritora china Can Xue y el escritor húngaro Lászlo Krasnahorkai son los favoritos en Ladbrokes, una casa de apuestas. También tienen posibilidades la mexicana Cristina Rivera Garza y Enrique Vila-Matas, junto al australiano Gerald Murnane, y ya por detrás están el rumano Mircea Cartarescu y Thomas Pyncon, un estadounidense. Aunque el ganador, como señala Valdivia, puede ser el escritor indio Amitav Ghosh, en séptima posición para la web Nicerodds. Ahí lidera Murnane.
La editora Iolanda Batallé, directora de Ona Llibres, la librería catalana, no tiene en cuenta los compromisos empresariales a la hora de definir a Kang. «Es una mujer aparentemente muy tímida y con un punto vulnerable, pero de una fortaleza bestial», la describe. Hace diez años, Kang cenó en casa de Batallé, su editora en catalán y castellano cuando no la leía casi nadie. «Vino a cenar con su traductora al español, una mujer argentina. La traductora hablaba muchísimo. En cambio, Kang era súper callada. A mi hijo le había dicho que, tarde o temprano, iba a ganar el Nobel, pero no sabía a quién me refería, si a la mujer callada o a la habladora. Hay que observar a las personas que callan«. Kang, autora de La vegetariana, conquistó a Batallé. «La edité antes de ganar el Booker. Te enamoras de esa literatura. La crees profundamente. Está dentro de la literatura de la herida. Tenía clarísimo que lo iba a ganar. Es muy valiente. Sus libros mantienen la poética de su mundo, pero son diferentes entre sí. Es un reto muy grande».
Patrick Modiano, el Nobel francés, el británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro, o la Nobel polaca, Olga Tokarczuk, son editados por Anagrama. «La verdad es que son muy distintos», comenta Silvia Sesé, su editora. «No he pensado qué les hace especiales. Podríamos decir que de alguna manera tienen autoridad moral e intelectual en su campo, además de una autoridad estética. Han conseguido tener una autoridad estética: dominan un estilo. Los autores deben aunar las tres autoridades. Ligar el dominio estético con un compromiso moral», añade. Los artistas son un caledoscopio que cambia con las miradas de los otros. «Tienen un mundo rico que no tiene porqué reflejarse en su comportamiento. Son un encanto. Son curiosos, se preocupan por los demás y les interesa muchas cosas. Al mismo tiempo, analizan y lo piensan todo».
Vargas Llosa era un tipo enganchado a la curiosidad. «Hubiera sido muy sorprendente que no se lo dieran», dice Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara y amiga del Nobel peruano fallecido en 2025. «No perdió la curiosidad hasta el último momento. No se acomodó. Quería leer todos los libros. Quería ver todo el cine. De hecho, para Le dedico mi silencio, su último libro, volvió a viajar a pesar de sus problemas de movilidad. Iba con su bastón para oler y sentir».
Durante sus últimos años aparecó en los programas del corazón por su relación Isabel Preysler. Con la perspectiva, puede decirse que Vargas Llosa también estaba experimentando: era un chiquillo en un mundo extraño. «No le era plácido, pero lo asumió como otras cosas en su vida. Un viaje hacia un territorio distinto. Asumió riesgos en la vida, siempre se puso en situaciones incómodas. Y a los 80 se subió a un escenario [en 2015] con Los cuentos de la peste para hacer parlamentos larguísimos con más de tres horas en escena».
Y, además, escribía de dulce.
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